Carmen Peña. Presidenta de la Federación Internacional de Farmacéuticos

"Los problemas de África son nuestros problemas"

  • Es una firme defensora de los sistemas de farmacia regularizados frente a los liberalizados.

-Es usted la presidenta de cuatro millones de farmacéuticos en todo el mundo. Qué responsabilidad.  

-Responsabilidad y orgullo porque la FIP se fundó en 1912 y durante las dos guerras mundiales estuvieron al frente de esta organización verdaderos héroes e incluso algunos de ellos pasaron por los campos de concentración. 

 

-Y usted es la heredera, por primera vez una mujer. 

-No me gusta utilizar ese concepto. En el congreso de Córdoba competí con un compañero australiano que venía del mundo académico y un sueco ligado a la industria, la parte más empresarial. Yo representaba al mundo latino y a la farmacia comunitaria, la que directamente trata con el público. Esos dos aspectos tienen más relevancia que el hecho de ser mujer, lo que es normal, ya que en España el 70% de los profesionales de farmacia somos mujeres.

 

-¿Qué pueden hacer ustedes por nosotros? 

-Muchas cosas. La farmacia es el establecimiento sanitario más cercano a la población. Es la puerta de entrada al sistema. Un farmacéutico es el primero que puede detectar posibles peligros y aconsejar una visita al médico cuando el cliente no es consciente de que se está transformando en un paciente. En ese sentido, España es un modelo.

 

-¿Cuáles son los países que no son un modelo?

-Aquellos en los que el profesional no tiene libertad para ejercer su profesión, países donde las farmacias funcionan como droguerías y lo mercantil se pone por delante de lo profesional. Un farmacia no es un comercio y un paciente no es un consumidor.

 

-El criterio mercantil también existe en España.

-No tanto porque el profesional tiene muy interiorizado que forma parte de un sistema y, con todos nuestros defectos, España tiene un gran sistema de salud. Hablo de países en los que el medicamento se trabaja como mercancía, se banaliza y no es un producto estratégico para la salud.

 

-Hablaba de los defectos de nuestro sistema. ¿Cuáles son esos defectos?

-No son exactamente defectos. En los años 80 se diseñó un sistema para enfermos agudos y ahora la mayor parte de los usuarios son enfermos crónicos. En cierto modo, es un  éxito del sistema porque ha conseguido que tengamos una mayor calidad de vida, que vivamos más tiempo, pero tenemos que ser conscientes de que el 20% de la población consume el 80% de nuestros recursos sanitarios y hemos de buscar la forma de ser más eficaces.

 

-¿Eso cómo se hace?

-Perfeccionando lo que ya hacemos, reorientando nuestra forma de trabajar a la colaboración entre los distintos profesionales sanitarios. Ningún grupo de salud tiene que trabajar en soledad. Pero dicho esto, nuestro modelo de farmacia es más para ser exportado que para ser destruido y así lo reconocen los compañeros de otros países.

 

-La crisis del ébola ha disparado todas las alarmas sobre nuestro sistema sanitario.

-Injustificadamente. En este país primero hablamos y luego pensamos, nos falta paciencia. Hemos visto cómo el sistema ha funcionado. Hay que dejar trabajar a los profesionales. No se puede estar cada cinco minutos diciendo que se está haciendo mal esto o se está haciendo mal esto otro. Déjeme trabajar y cuando termine dígame si quiere si lo he hecho bien o mal. 

 

-Hemos necesitado un caso en España para mirar los 10.000 casos de África.

-Sí, y no sólo es el ébola, es la malaria y decenas de enfermedades infecciosas más que padece África. Nos habíamos olvidado de África, pero África no se ha olvidado de nosotros.

 

-El primer mundo vive en la opulencia farmacológica y en esos países escasean los medicamentos más básicos.

-Y tendremos que remediarlo no ya por solidaridad, que también, sino por pragmatismo. Cada carretera que se construye en Sierra Leona nos comunica con ellos y con sus enfermedades. Vivimos en un mundo global, no podemos poner empalizadas y decir bueno, allí está el virus, no nos afecta. Formamos parte de un puzle en el que cada pieza está comunicada y, o invertimos allí, o el mundo no funcionará. La salud global es nuestro gran proyecto, nuestro gran reto mundial. El ébola ha traído el terror, pero también la constatación de que los problemas de África son también nuestros problemas.

 

-Ruboriza que, mientras, nosotros nos sobremediquemos o automediquemos.

-El acceso indiscriminado a la farmacología puede convertirse en un problema de salud pública. Ya se están regulando esas farmacias virtuales porque si no hay un control, se pueden estar adquiriendo fármacos falsificados. Hay que tener muy claro que no podemos llevar el libre mercado a la salud. 

 

-La industria farmacéutica es muy potente y presiona. La salud es un mercado de oferta y demanda con sus productos estrella, etcétera. 

-No digo que no existan presiones, pero no llegan al profesional cuyo trabajo es la custodia, conserva y dispensación del medicamento. Se mueven más bien en los niveles entre agentes pagadores y multinacionales. De la patronal de los medicamentos tengo que decir que cuenta con personas con conceptos muy claros sobre medicamento y salud. Si traspasas las fronteras de Europa esos conceptos se diluyen más. 

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