Francisco Pérez Caballero. Escritor y periodista de 'Cuarto Milenio'

"El mayor asesino en serie de la historia, que yo sepa, es el tabaco"

  • Está considerado como uno de los mayores expertos en el mundo del crimen. En su libro 'Dossier Negro' hace un recorrido por un elenco de asesinos de nuestra historia reciente.

Francisco Pérez Caballero (Madrid, 1979) hace en su libro Dossier Negro un recorrido por lo peor de nuestra historia reciente, un elenco de asesinos a los que ha conocido casi de primera mano a través de su trabajo de reportero en el célebre programa televisivo Cuarto Milenio. Pese a su juventud, este periodista, que compagina su tarea de campo con la docencia en la Universidad Camilo José Cela, está considerado como uno de los mayores expertos en el mundo del crimen. Le viene de cuna. Su padre, Francisco Pérez Abellán, es uno de los más prolíficos autores del negro español.

-Ser hijo de uno de los más célebres periodistas del negro en España, Francisco Pérez Abellán, tiene que marcar.

-Crecí entre sumarios judiciales y viejos ejemplares de El Caso, que durante mucho tiempo fue la publicación más leída de España. Y pronto me di cuenta de que el ser humano se retrata a través de sus malas acciones. Me interesa el suceso como reflejo de nuestra parte más oscura.

-El Caso no tenía sentido con lo bien que se vende el crimen en la tele.

-Vendría muy bien recuperar un periódico como El Caso o, al menos, devolver la sección de sucesos a los periódicos. La buena información, sobre cualquier campo, mejora la sociedad. Y en la televisión, el crimen se vende, pero rara vez se explica. En la tele hay poco tiempo para la reflexión.

-No sé si viene al caso, ¿pero Cuarto Milenio adeuda algo a El Caso?

-Y a muchas otras publicaciones clásicas en las que se cuidaba la calidad. En El Caso, sobre todo en la primera etapa, se hacía un periodismo literario. Se contaban las historias reales como si fueran novelas. En el programa intentamos hacer algo parecido.

-No me diga más, jugaba a la ouija de pequeño.

-¡Para nada!  A mí no se me ha perdido nada en esa extraña tabla. Y por si acaso…

-¿Cuántas veces ha leído A sangre fría?

-Unas cuantas veces. Es de lectura obligada porque demuestra que se puede informar de un hecho terrible de manera entretenida. Y además nos enseña que los malos no se diferencian tanto de cualquiera de nosotros.

-También nos enseñó Truman Capote que en el buen periodismo de sucesos hay que ponerse en la piel del criminal.

-Más que a ponerse en su piel, hay que comprenderlo. El asesino es un ser humano como cualquiera de nosotros, fruto de la misma sociedad en la que vivimos y es fundamental saber por qué opta por el mal. Aunque la respuesta pueda darnos miedo.

-¿La huella del crimen o Historias para no dormir?

-Ambas. Me gusta mucho el cine y las historias, vivirlas y contarlas. Y el crimen y el misterio suelen estar íntimamente ligados. Parten del mismo lugar: nuestra mente.

-Ha colaborado en un diccionario de asesinos: ¿cuál es su letra favorita?

-¿Qué le parece la J de Justicia?

-Si se cruza por la calle con el descuartizador de Cádiz, en libertad desde hace años, ¿qué hace?

-Para mí representa la viva imagen del mal. Seguramente mi alma de periodista me empujaría a tratar de hacerle una entrevista, pero creo que podría mucho más mi instinto de supervivencia. Así que la respuesta es: ¡correr!

-¿No cree en la redención? Quizá hoy sea un entregado padre de familia.

-Ojalá sea el caso, pero mató fríamente a su mejor amigo. Así que  tomaría mis distancias.

-¿El estrangulador de Boston o Jack el destripador?

-Jack, claramente. Por el glamour.

-Para ocultar un crimen, ¿veneno o fuego?

-Somos un pueblo caliente. Sin duda, el fuego.

-El Jarabo, un gentleman, lo cambió todo, dice usted.

-Nos abrió los ojos al asesino inteligente: el que mata fríamente, intentando no dejar huellas y preparando la escena del crimen para engañar a la Policía. Era un juerguista, un seductor y un criminal letal.

-Alfredo Galán, el asesino de la baraja, creía ser un buen tipo.

-Sí, sí, un tipo genial aunque un poco asesino. Decía que para matar no hace falta ser malo. Los médicos lo describieron como un depredador que sale a la caza del hombre.

-¿Qué entrañable criminal de su libro me he dejado en el tintero?

-No calificaría yo a ninguno como entrañable. El crimen de los Alexander, en Tenerife, me pone los pelos de punta. No acabo de comprender el exorcismo de Almansa, donde una madre mata a su hija para extraerle la semilla del diablo. Resulta impresionante lo ocurrido en el caso de Helena Jubany, que fue asesinada en Sabadell, en un extraño juego nunca resuelto. Y quizá uno de los sucesos más sorprendentes sea el asesinato de Hildegart. Una mujer quiere crear un ser humano perfecto. Parece una locura pero lo consigue. Y, a pesar de ello, acaba por destruirlo.

-¿Fue Puerto Hurraco el canto del cisne de la España profunda?

-Fue la punta del iceberg de un fenómeno que se repite a lo largo de la historia en distintos puntos del mundo. Diez años antes había pasado algo muy parecido en Cantabria. En el entorno rural el crimen tiene características propias. Pero estallidos de ira similares los hemos tenido también en grandes ciudades como Madrid. No debemos olvidar, por ejemplo, el tiroteo del edificio de Correos.

-Es usted un morboso, defiéndase.

-¿De verdad lo cree? Es verdad que los sucesos pueden despertar en nosotros una fascinación morbosa. Pero a mí me interesa no tanto el cómo del crimen sino el porqué.

-Cuénteme una historia de amor y sea breve, que me aburren.

-Cuentan que cuando el vampiro de Düsseldorf, Peter Kürten, se declaró a su mujer le dijo: "Te quiero. Cásate conmigo. Si no lo haces, te mataré". Ella aceptó creyendo que era una broma. Pero lo decía en serio. Si eso no es amor…

-El amor mata más que el tabaco.

-Es difícil matar más que el tabaco, que es el mayor asesino en serie de la historia que yo sepa. Pero es cierto que el amor mal entendido está detrás de algunas de las muertes más escalofriantes. Y es que del amor al odio, y al crimen, hay un paso.

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