Lucena | águilas · la crónica

Ellos sí cumplen

  • Despedida El Lucena, que reivindicó su situación antes y en el inicio del duelo, cierra el curso en casa con una goleada Solos Nadie de la junta directiva acudió al partido

La ciudad de Lucena está con su equipo. Con su cuerpo técnico y jugadores, que sí sienten los colores. Al contrario de una directiva que decidió que el partido ante el Águilas ya no iba con ellos. Ni Francisco Ramírez Aceituno ni ninguno de sus colaboradores acudió a la Ciudad Deportiva, dejando vacío el palco, dejando huérfanos a sus profesionales -incluso les instaron a pagar el arbitraje, pues en el descanso se marchó el encargado de la taquilla sin dejar ni un euro en caja; al final, Sánchez Cano se fue sin cobrar-, los únicos que han cumplido esta temporada. De esta forma se ahorraron formar parte de un referéndum que los deja muy mal parados en su polémica abierta con el plantel, que reivindicó su crítica situación antes y en el inicio del choque. Con el público puesto en pie, el vestuario celeste, con la ausencia del capitán Cabello, saltó al terreno de juego con una pancarta -"No más mentiras ni amenazas. 7 meses sin cobrar. ¡Aceituno vete ya", rezaba- en la que solicitaba la marcha del presidente; tras el pitido inicial, los once elegidos se hincaron de rodillas durante 30 segundos mientras su rival, en una situación cuanto menos similar, peloteaba. La ovación de la hinchada lucentina se multiplicó por mil. Era la mejor recompensa para un grupo harto de engaños que, a pesar de todo lo que está pasando, está a un paso de firmar la mejor clasificación histórica del club, mantiene vivo el sueño de meterse en la próxima Copa del Rey y ayer firmó su mejor resultado desde que es equipo de bronce. La quinta victoria seguida como local. La enésima reivindicación de profesionalidad.

El morbo antes del partido estaba, al margen de ver la respuesta de la afición, en qué pasaría con Cabello. Monteagudo despejó la incógnita hora y media antes. Metió en la convocatoria al canterano Fernando, dejando al pichichi en la grada, evitándole algún que otro mal rato. El malagueño es el único que se posicionó del lado de la directiva en todo este lío y su presencia en el vestuario no es de buen grado. El partido lo vio junto al director general y deportivo, Rafael Rojas. Y pasó desapercibido. Tanto como su rendimiento en el tramo final del campeonato.

Tras las reivindicaciones, el Lucena salió como un tiro, herido en su amor propio por las acusaciones de mal gusto hechas por la directiva, con el deseo de regalar un último triunfo a su gente. A los dos minutos, Viyuela ya la había tenido por dos veces tras un gran pase al hueco de Juanma Cruz. Ni la lesión de Matías Saad en un mal gesto que le dejó maltrecho el tobillo izquierdo frenó el ímpetu local. David Agudo tenía más ganas aún que el argentino. Y de sus botas salió el 1-0, marcado contra su voluntad por el cordobés Rafa Moreno en su propia portería. Era el golpe de gracia que necesitaba el Águilas para dejarse ir. Demasiado había hecho con presentarse, con alargar una semana más un calvario que ya lo tiene en Tercera desde hace varios meses.

El equipo celeste siguió a lo suyo. Toque, toque, toque. Siempre por abajo, con Quique y Juanma Cruz como jefes de operaciones. Con Abraham y Viyuela abriendo bien el campo. La fórmula de los bajitos en su mejor versión. De eso se pudo aprovechar David Agudo tras otro pase entre líneas de Cruz, pero se obcecó en el uno contra uno cuando tenía a Abraham solo para empujarla. Mientras ambos discutían -luego el árbitro les llamó la atención a ambos-, Quique amplió las diferencias tras burlar a dos rivales, con roulette incluida.

Con todo cuesta arriba, el Águilas por fin apareció en el partido. Quini, rompiendo hacia el centro desde la izquierda, a punto estuvo de hacer bueno un pase de Rafa; Sívori, acto seguido, envió a las nubes una volea tras deshacerse con un sombrero en la frontal de Oliver y Babin. El partido buscaba el descanso cuando el Lucena volvió a la carga. Juanma Cruz, negado en la definición, genial en todo lo demás, mandó al limbo un buen pase de la muerte de Viyuela antes de que Abraham hiciera las paces con Agudo regalándole el 3-0 tras ridiculizar en carrera a Moreno.

El segundo tiempo sólo alargó la pesadilla murciana, incapaz de dar síntomas de reacción. Más bien todo lo contrario. Abraham puso el broche de oro a su demostración de habilidad con una cabalgada marca de la casa que lo dejó solo ante Javi Soto, al que batió tras dos engaños. Antes el meta había salido victorioso en otro intento del canario. Instantes después, Monteagudo dio la alternativa en la categoría al canterano Fernando, un juvenil de Doña Mencía que vivió su debut soñado. El primer balón que tocó lo llevó a las mallas visitantes tras un control perfecto y una ejecución todavía mejor.

Ese 5-0 acabó con la moral aguileña. Incluso su técnico, Iñigo Sáez, clamó a Monteagudo, con el que dialogó largo y tendido antes del choque, que el Lucena bajara un poco el pistón para no llevarse una goleada de escándalo. Pero era difícil reducir la marcha. El orgullo y el amor propio que habían tratado de ser manchados por los dirigentes obligaban a dejarse la piel hasta el final. Fran González acarició el sexto tras una brillante jugada individual a la que no se atrevió a poner el broche y su pase atrás se acabó yendo al limbo. Acto seguido Sívori se encontró con una mano providencial de Toni García para abortar la llegada más clara de los suyos. Y ya en el 88', Fran González se desquitó de su error anterior con un tanto que merecía Juanma Cruz por su acción previa. Fue el fin de fiesta en casa a una temporada a la que aún le queda una parada y que el Lucena recordará siempre por la profesionalidad de un vestuario que no se merece una junta directiva como la que tiene.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios