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La pelota parada, esa asignatura pendiente

  • Cinco de los 11 goles recibidos han sido de estrategia

El Córdoba de Oltra defiende el balón parado con una zona pura en la que cada jugador cubre una parcela del campo. Un planteamiento que necesita de la concentración, la activación y la rápida respuesta de los futbolistas para no verse abocado al fracaso. Y eso es algo que aún se echa en falta en este equipo, donde desde la temporada anterior se aprecian serios problemas para contrarrestar la estrategia del rival. De hecho, cinco de los once tantos encajados hasta la fecha por el equipo -el último, sin ir más lejos, el pasado sábado en el Martínez Valero de Elche- han tenido su origen en la pizarra del entrenador rival, lo que supone el 45,45 por ciento. Mucha ventaja para el contrario en una categoría marcada por la igualdad y en la que la pelota parada se convierte en decisiva en numerosas ocasiones.

Después de once partidos, Pawel ha recibido once tantos de todas las maneras posibles. De cabeza, con el pie derecho, con el izquierdo, desde dentro del área, desde media distancia... y también a balón parado, para ahondar en una herida que se mantiene abierta desde el pasado curso. Un gol olímpico, una falta lateral y tres saques de esquina han sido origen de esos cinco goles nacidos en la pizarra. Una serie que arrancó en el primer desplazamiento, en Murcia, cuando Góngora adelantó al UCAM con un remate directo desde el córner que quedó en nada por un postrero cabezazo de Luso.

Y precisamente esos balones colgados desde la esquina son los que más daño hacen a este Córdoba. En gol acabaron los testarazos directos de Ignasi Miquel para el Lugo y Aguilera para el Huesca con acciones iniciadas en un córner, origen también del remate de cabeza a bocajarro de Juan Muñoz, previo toque de Casado, para dar su tanto al Zaragoza. Por suerte, la lista se queda ahí, pues otros remates francos como los de Jorge (Tenerife), David Rodríguez (Alcorcón) o Pelayo (Elche) quedaron en nada por el acierto de Pawel, la mediación en última instancia de un zaguero o la mala dirección del remate.

Ninguno de esos condicionantes se dieron el sábado cuando Edu Albacar y Pelegrín fabricaron el primer tanto en contra con origen en una falta lateral. El zurdo la puso fuerte al segundo palo y el central fue el más listo para conducir el balón a la red y volver a hacer daño con la estrategia a un Córdoba que tiene un serio problema en la pelota parada, esa asignatura pendiente desde la pasada campaña.

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