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La satisfacción de ganar sufriendo

La sufrida victoria ante el Oviedo es de las que hacen que un equipo gane enteros como tal. Al Córdoba se le han podido reprochar cosas en anteriores encuentros por su fragilidad defensiva, por su poca llegada al área rival o por exceso de precauciones con el marcador a favor, cediendo terreno y el balón y acabando cediendo al mayor empuje del enemigo de turno. Pero el domingo, ante un conjunto asturiano poco vertical y con escasa finalización a su ficticio dominio de la pelota, no podemos recriminarle absolutamente nada porque fue capaz de reponerse a situaciones muy adversas, a pesar de tener en apenas un cuarto de hora un 2-0 a su favor en un gran arranque de partido.

Stankevicius, primero, y Héctor Rodas, después, fueron sustituidos por sendas lesiones musculares. Dalmau y Rafa Gálvez tuvieron que asumir la responsabilidad en un momento complicado porque el Oviedo acortó distancias y se metió en el partido. A las ausencias de ambos defensores habría que unir la presencia en el once titular del canterano Abel Moreno, que también tuvo que sortear la papeleta de tener que ocupar el puesto de Domingo Cisma y tener que tapar a Néstor Susaeta, uno de los mejores jugadores carbayones. Y el chaval cumplió a la perfección, aunque el vasco hizo de las suyas hasta que su técnico, Sergio Egea, tuvo la feliz idea para los blanquiverdes de sustituirlo por Diego Aguirre.

Pero ahí no quedó la cosa porque Víctor Pérez, que cada día va a más y que está aportando la calidad y cerebro que le faltaban al músculo cordobesista en la medular, sufrió un pinchazo en su gemelo y tuvo que ser sustituido a falta de 15 minutos por Markovic. Podríamos decir que faltó serenidad, que no se aprovechó la fragilidad defensiva del rival, que se perdió el control creativo pasada la media hora del partido o que en la segunda mitad el Oviedo casi borró a los blanquiverdes. Pero hoy no lo vamos a hacer.

La defensa formada por Dalmau, Deivid, Rafa Gálvez y Abel Moreno aguantaron las acometidas ovetenses, más con intención que con peligro real para Razak. Algunos escarceos por las bandas de Aguirre y Hervías y varios balones al área bien resueltos casi siempre, salvo en un remate de un delantero con recursos como es Toché, que pudo ser el empate pero que salió cerca del palo izquierdo del ghanés.

Podemos exigir más a un equipo del que ya se ha dicho por activa y por pasiva que tiene una plantilla justa, que tiene que reponerse a situaciones imprevistas como la lesión de hasta tres de sus mejores hombres, que encaja un gol que viene precedido por una posible falta y una mano evidente y que tiene que aguantar más de media hora con una defensa inédita en todo el campeonato una mínima victoria ante un rival decidido a atacar a lo kamikaze. Claro, que los cuatro de atrás tuvieron una ayuda importante en Luso, espectacular toda la tarde.

Los tres puntos colocan al Córdoba en todo lo alto de la clasificación, aunque conseguirlos costara bajas futuras muy importantes como las de los mencionados Stankevicius, Héctor Rodas y, quizás, Víctor Pérez que, salvo milagro de los servicios médicos no estarán el domingo en Gerona. En tierras catalanas tendrán de nuevo su oportunidad Dalmau, Gálvez y puede que hasta Abel Moreno, aunque se espera que Domingo Cisma ya pueda estar de vuelta. Todos ellos demostraron el domingo que están preparados para jugar en este equipo cuando sea necesario, y ahora lo es. El Córdoba, hace años, partidos como el del Oviedo los hubiera perdido. Esta victoria sabe a gloria porque ganar sufriendo satisface mucho más.

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