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Un fracaso absoluto

  • Sólo 312 días después de festejar su retorno a la élite, el Córdoba dijo adiós con un resultado bochornoso que resume toda la temporada De 35 jornadas, apenas 4 vivió fuera del descenso

Del 22 de junio de 2014 al 2 de mayo de 2015, eso ha durado el viaje del Córdoba entre la élite del fútbol nacional. Un periplo de 312 días plagados de sinsabores y apenas salpicados por un puñado de alegrías. Porque la temporada del 60 aniversario del club, esa que Carlos González quería que tuviera un sabor especial -recuerden la gestión, nefasta por cierto, de las camisetas-, será recordada por el fracaso absoluto de un equipo que a falta de tres jornadas para el final de la competición ya ha sellado su descenso a Segunda División. Con 9 puntos en juego, la distancia es insalvable y, lo peor, es que las sensaciones que deja este regreso a la división de plata son nefastas. Ni siquiera el paso de las horas puede borrar el bochorno por la forma en que los blanquiverdes se despidieron de Primera por tercera vez en su vida, encajando una goleada histórica ante un Barcelona que ni marchando líder llenó las butacas de El Arcángel. ¿Por qué? Muy sencillo, porque la mayor parte de los abonados prefirió no pasar por la taquilla para ver el entierro definitivo de los suyos, empeñados en firmar una campaña de récords que en más de la mitad de las jornadas han visto desde el farolillo rojo. La pésima gestión deportiva o los paupérrimos números en casa son sólo algunos de los motivos que han provocado el incesante desencuentro entre la masa social y la directiva de una entidad que debe empezar ya a pensar en el proyecto 15-16. Y si es hoy, mejor que mañana, que ya puede ser tarde.

El vestuario, un caos

Tres entrenadores, cada uno de su padre y de su madre, y hasta ¡32 futbolistas! para terminar con la camiseta arrastrada por el verde de los campos de España. La gestión deportiva de la entidad ha sido del todo errónea. Sin embargo, parece que nada se moverá, entre otras cosas porque la implicación de la secretaría técnica no ha sido plena. Si eso significa que Pedro Cordero tiene voto además de voz...

De primeras, el cartagenero quedó en un segundo plano por la mediación de Albert Ferrer, que apostó por un equipo de jugones que se estrelló a las primeras de cambio. El cuchillo en boca de Miroslav Djukic alivió durante un tiempo la situación, pero los movimientos del mercado de invierno tuvieron un resultado totalmente contrario al buscado y el equipo se desinfló hasta tocar fondo ya con José Antonio Romero al mando. Ese último relevo, con dos meses por delante, fue un canto a la galería que la plantilla se tomó como que ya estaba todo el pescao vendio, después de un vaivén de conceptos e ideales futbolísticos que era casi imposible que cuajaran.

Así fue, aunque no fue hasta el sábado cuando se consumó definitivamente un descenso del que la afición exculpó al veterano técnico sevillano y al propio Cordero, y cargó contra los demás. Cánticos contra el presidente y pitada a los jugadores, con la excepción de Florin, Krhin y algún otro. Especialmente significativo a Bebé, uno de los cedidos junto a Fede Cartabia y Zuculini que menos ha rendido en su etapa cordobesista. Y no por falta de acierto, sino más bien por falta de actitud y compromiso, algo indispensable para poder competir cuando te falta calidad.

La clasificación no engaña

Con 20 puntos en su casillero después de 35 partidos, el Córdoba sólo puede ser el colista de la tabla. Una posición que los blanquiverdes han ocupado hasta 20 semanas y que, salvo milagro, será desde la que pongan el punto y seguido a su tercera etapa en la máxima categoría. Porque el Granada, que es el próximo rival, es el que está por encima, pero ya a 8 cuando apenas restan tres jornadas. Tocaría hacer un pleno que pasa por ganar los mismos choques que hasta la fecha.

Está claro que las matemáticas, esas mismas que durante semanas han permitido a Romero y compañía soñar con la permanencia, pueden llegar a ser muy crueles. De momento, pueden decir que el conjunto cordobesista apenas si ha vivido un mes fuera de los puestos de descenso, cuatro fechas entre la 18 y la 21, ya en el mes de enero, que son las únicas en las que verdaderamente pudo la afición disfrutar de la Primera División. El punto álgido llegó tras el empate ante el Eibar en casa (1-1), que dejó al equipo en el puesto 14 con 18 puntos para despedir la primera vuelta. Firmar lo mismo en la segunda hubiera bastado, pero...

El equipo, al contrario que todos sus rivales excepto el Eibar, empeoró sus prestaciones de manera considerable. Tanto que desde aquel día apenas un par de puntos, ambos a domicilio, han llegado al casillero de un Córdoba que cogió de nuevo el farolillo rojo en la jornada 23 y desde entonces no lo ha soltado. Ya no por subir alguna posición, que podría ser muy valiosa en caso de algún descenso administrativo, pero sumar más puntos en las tres jornadas podrían endulzar al menos el epílogo de este curso.

El Arcángel, vergel visitante

Gran parte de los problemas clasificatorios del Córdoba se los ha causado su incontinencia en El Arcángel, un estadio que esta temporada sólo ha visto un triunfo de los suyos, cuatro desde enero de 2014. Como no puede ser de otra forma, ese dato deja al conjunto blanquiverde como el peor local de la competición, habiendo sumado apenas 9 puntos en 18 partidos; a domicilio, con una fecha menos, son 11 los conseguidos. La cifra sólo puede ser mejorada ya dentro de dos semanas, cuando llegará el Rayo Vallecano de Paco Jémez.

Después de comenzar 2015 con una clara victoria sobre el Granada, el empate con el Eibar que cerró la primera vuelta -antes llegaron cinco más ante el Celta, el Espanyol, el Deportivo, la Real Sociedad y el Levante- fue el único resultado amable que se han llevado los aficionados en lo que va de año. Desde entonces, en lo que va de segunda vuelta, la serie es de ocho derrotas consecutivas, en una serie que tras la goleada encajada con el Barcelona sigue abierta. Ese revés, además, selló el descenso de manera matemática con el peor resultado histórico como local. Un marcador que, con lo que lleva cayendo, provocó la indignación de la afición que acudió al estadio y que resume de la mejor manera -y la más triste- una temporada para el olvido.

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