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¿Y si es en el Calderón?

  • La energía positiva transmitida por Djukic desde su llegada al CCF tiene un examen de postín ante el poderío del campeón La concentración es vital ante un equipo que mata con muy poco

No me llames iluso porque tenga una ilusión, si la suerte es caprichosa... La letra que cantaba El Lichis, líder de La Cabra Mecánica hace una década, la han hecho suya este fin de semana miles de cordobesistas que sueñan con que su equipo pueda dar la campanada hoy en el Vicente Calderón, el feudo del vigente campeón. El desafío es de dimensiones considerables, pues esta temporada sólo un equipo ha salido con vida de allí, y en el último año y medio la nómina apenas si asciende a siete (nueve veces, ya que el Real Madrid y el Barcelona repitieron). Más si cabe teniendo en cuenta que el CCF sigue con su cuenta de triunfos a cero en el curso de su regreso a la máxima categoría. Ni siquiera la llegada de Miroslav Djukic sirvió para romper la tendencia en su estreno, aunque a decir verdad la imagen y las sensaciones transmitidas invitan a pensar con algo más de positivismo de cara a una de las salidas más complicadas del campeonato. Aún así, precisamente eso, es lo que otorga más esperanzas de sorprender al Atlético, que anda buscando su estilo de juego más apropiado mientras resuelve, casi semana tras semana, sus compromisos a través de la pizarra del Cholo. Eso obliga a jugar con las orejas de punta, sin obviar el más mínimo detalle.

La visita al Calderón es uno de esos partidos en los que uno tiene mucho que ganar y muy poco que perder. En el caso del CCF, anclado en la zona de descenso desde el inicio del campeonato, habría que puntualizar algo más, pues su falta de éxitos en las primeras nueve jornadas le obliga a dar un campanazo más pronto que tarde. Y ¿por qué no va a ser en Madrid? Djukic, quizás para restar presión a los suyos o porque realmente así lo piensa, ya dijo ayer que se toma el partido como un examen de nivel para batallas futuras. Pero que nadie se lleve a confusión. El serbio no renuncia ni mucho menos a salir con algún punto del estadio de la ribera del Manzanares. Entre otras cosas porque tiene una espina clavada en su memoria: los rojiblancos fueron sus verdugos la pasada temporada, cuando él era el entrenador del Valencia. Aquello queda muy lejos, pues el presente y el futuro del balcánico están en el CCF.

Y le ocupa tiempo. Manteniendo la costumbre impuesta desde la cúpula de un tiempo a esta parte, el equipo ha estado toda la semana entrenando a puerta cerrada, sin desvelar ninguna cara de las que hoy utilizará con la intención de frenar al Atlético. Eso no evitó que Campabadal y José Carlos cayeran lesionados, ni que se hayan desvelado algunas de las estrategias que el técnico ha manejado en su cabeza. Aunque su libreto dice que el sistema 4-2-3-1 es inamovible, el buen rendimiento dado con dos puntas la pasada semana ante la Real Sociedad le incitan a agitar la coctelera. Pero quizás su idea no pasa por ser más valiente o descarado, sino por maniatar desde más arriba la salida del balón del rival y dificultar su margen de maniobra. Es por eso que la otra opción, quizás más lógica según el boceto, pase por reforzar la medular con un hombre de calidad como Abel Gómez, incrustado entre los extremos y por detrás de Ghilas. Combinaciones y baile de nombres que quedarán al descubierto horas antes de que el balón eche a rodar en un escenario que el cordobesismo ya hizo suyo hace una década. Entonces no perdió, aunque también llegaba casi sentenciado, alargando a cuatro la serie de visitas saldadas con una sonrisa ante el Atlético, si bien el balance ante los rojiblancos sigue siendo negativo.

Es por eso que la marea blanquiverde ha menguado respecto a esa primera jornada en el Bernabéu, si bien al final serán más de dos mil los que copen las gradas del Fondo Norte del Vicente Calderón. Todos parten con la ilusión de ver competir a los suyos, es lo único exigible a un CCF que dio la cara ante los blancos, pero luego no fue capaz de hacerlo, ya en plena descomposición, ni ante el Sevilla ni en Valencia. Eran otros tiempos y, sobre todo, otra moral. Ahora, la llegada de Djukic ha despertado al grupo, que vuelve a confiar en sus posibilidades de dar un susto a cualquiera y, ya en mayo, atar el objetivo. Queda mucho para entonces. El presente se escribe hoy en Madrid. El Córdoba acude sin miedo, convencido de que puede reventar todas las quinielas y hacer saltar la banca empujado por su ilusión.

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