Hércules - Córdoba · la crónica

Muro sin lamentaciones (0-1)

  • Un gol de Xisco y un notable trabajo defensivo que encontró en Juan Carlos el último bastión otorgan la tercera victoria consecutiva a un CCF que mira hacia arriba encarrilando la salvación.

Puede que el estilo no guste, pero de momento resulta. Y hasta da gusto. Pues ganar sufriendo siempre mola, al menos hasta que pueda mantenerse el fuego lejos, sin quemarse. Aunque sea subido al larguero. Con ese patrón, el CCF ha salido de la crisis y hasta se ha situado en una posición de privilegio para volver a mirar a lo más alto. Sin presión, sin agobios. Llegando arriba huyendo del lodo, lo que han hecho casi todos los que habitan en una categoría de locos. En Alicante, territorio sólo conquistado una vez -fue la del primer ascenso a Primera...-, el conjunto blanquiverde enlazó por vez primera esta temporada tres victorias consecutivas, un nueve de nueve que le permite apalabrar la permanencia y, a la espera de lo que hoy ocurra en otros campos, lo deja a sólo un punto del play off. Ver para creer. Bastó un gol de Xisco y, de nuevo, un notable trabajo defensivo, lleno de solidaridad y compromiso -la receta del inicio del curso-, para tumbar a un Hércules con unas sensaciones pésimas que lleva ya varios años en el alambre y alguna vez caerá... Aunque todo no fue perfecto, ni mucho menos, porque este equipo sigue concediendo mucho. Otra vez faltó sentenciar antes, en alguna contra, saber manejar más la situación con balón y, sobre todo, no perder la concentración. En el Rico Pérez todo eso se juntó en el último suspiro, pero apareció Juan Carlos para frenar a Portillo y decirle a la que fue su afición que ahí había un portero de garantías. 

De nuevo con el dibujo con dos pivotes defensivos sobre el verde y Xisco de referencia, sin embargo esta vez fueron los locales los que comenzaron con mucho empuje, y ya en el minuto 1 se acercaron con peligro a la meta de Juan Carlos por medio de Ferreiro, aunque sin consecuencias. Sin duda, la escuadra herculana sabía lo que se jugaba, y por ello puso cerco a la meta rival en este primer tramo. Los de Ferrer, por su parte, oponían una buena organización defensiva. Pero todo este planteamiento saltó por los aires en el minuto 5, con la lesión de Sardinero en las filas locales y, acto seguido, el 0-1 tras un desajuste defensivo de órdago. El gol poco varió el guión para los visitantes, pero obligaba a los locales a arriesgar mucho más. 

Los minutos pasaban, y aunque el balón era para los locales, su dominio no se traducía en ocasiones, para desesperación de la parroquia blanquiazul, que volvía a ver repetida la misma película de las últimas jornadas. El Hércules quería pero no podía o no sabía. Aún así, los de Quique Hernández lo siguieron intentando, y alguna ocasión tuvieron, aunque la más clara -cabezazo de Sissoko al poste- ya estaba anulada por fuera de juego. El último tramo de la primera parte fue soporífero, aunque una falta lateral de Juanlu que peinó ligeramente Raúl Bravo hizo pegar un salto a más de uno; Falcón evitó un disgusto mayor con la manopla. 

El inicio de la segunda mitad dibujó a un Hércules más decidido, mientras que el CCF seguía haciendo gala de un buen posicionamiento defensivo, lo que desbarataba las acciones locales. Entonces Ferrer decidió que ya se había jugado bastante y concedió totalmente la iniciativa a su rival quitando a Xisco por un centrocampista, lo que prácticamente encerró a los suyos en su medio campo defendiendo el gol de ventaja en el electrónico y cifrando todo su estrategia ofensiva al contraataque. Aún así, el 0-2 casi llegó en una galopada de Pedro que Falcón resolvió ante el intento de vaselina. 

Con el paso de los minutos, los albiazules intensificaron su asedio sobre el área cordobesa, aunque con más corazón que cabeza, con más ímpetu que acierto. Pero poco a poco, ese ímpetu se fue diluyendo ante el orden defensivo de los cordobeses. Y aunque lo siguieron intentando hasta el pitido final, las contadas ocasiones de las que dispusieron no representaron un peligro real para un Juan Carlos que logró salir del coliseo alicantino con la puerta a cero. En parte por la labor defensiva de su equipo, en parte por la inocencia local y en parte por su buen hacer, sobre todo en ese remate a bocajarro de Portillo que trajo el pitido final.

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