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Los 13 intensos meses de Pedro Cordero en el enemigo

  • El nuevo director deportivo vivió una experiencia agridulce en Tenerife hace dos años

"Sí, es el destino. Parece como si la vida te mandara mensajes", dijo Pedro Cordero durante su presentación como nuevo director deportivo recordando los intensos 13 meses durante los que ocupó ese puesto en el Tenerife, el rival del Córdoba en el vital encuentro del domingo. Porque aunque ya estuvo la pasada semana en Zaragoza, Cordero estrenará cargo oficialmente ante el que fue su último club, una entidad en la que dejó poso de hombre de fútbol y cabal, aunque no llegó a cumplir los objetivos marcados.

No lo tuvo fácil en la isla. Desde su llegada el 27 de mayo de 2011 se encontró un panorama complicado, con un equipo que tenía estructura y costes de Primera División, pero que tras dos descensos consecutivos se encontraba en el pozo de Segunda B. Por si fuera poco, desde su aterrizaje en Canarias tuvo que defenderse de los comentarios que lo situaban como un hombre de Quique Pina, una avanzadilla del presunto desembarco en Tenerife del peculiar propietario del Granada. "Pedro viene a trabajar para el club. Se le ficha por su conocimiento de la categoría y no hay mayor relación", tuvo que decir en la primera rueda de prensa el presidente tinerfeño, aunque la sombra de Pina siempre sobrevoló al cartagenero.

Su nombramiento fue una sorpresa, ya que en Tenerife se esperaba a un hombre con más veteranía, pero el club optó por poner los pies en el suelo y firmar un director deportivo con experiencia en Segunda B, la categoría que mal que les pesara a muchos era en la que iba a competir el histórico club chicharrero. Por eso sus primeras decisiones fueron, obligatoriamente, duras. El Tenerife descendió a la categoría de bronce con una plantilla en la que había hombres como Nino, Natalio o Julio Álvarez, con nóminas inaceptables para la nueva realidad del club. Lo primero que tuvo que hacer fue limpiar el vestuario y ajustarse a un tope salarial de 120.000 euros, aunque el rango bajaba en algunos casos hasta los 50.000. Así que Cordero ya sabe lo que es trabajar con un presupuesto limitado y ajustarse a las necesidades de su club. Pasados los meses, llegó a reconocer que sus decisiones fueron complicadas, pero era lo que tocaba.

Lo siguiente era confeccionar una plantilla que entrara en los límites económicos y que fuera suficientemente competitiva para tratar de ascender a Segunda, el único objetivo del Tenerife en una de las temporadas más difíciles de su historia reciente. Se esperaba un desembarco de jugadores de la cuerda de Quique Pina, pero Cordero sólo tiró de Kitoko, que ya había tenido una buena experiencia previa en la isla. El cartagenero explotó su conocimiento de la Segunda B y escarbó en la cantera tinerfeña, además de recuperar a algún canario en el exilio. De esa política llegaron jugadores interesantes como Aridane, que sigue siendo el delantero titular del equipo. Hizo 15 fichajes para armar un bloque ganador, aunque no exento de riesgos.

La otra tarea fue la de encontrar entrenador. Cordero quería a toda costa a Carlos Terrazas, pero el técnico decidió quedarse en Guadalajara tras el ascenso de los alcarreños a la Liga Adelante. La segunda opción fue Antonio Calderón, pero la presión de la isla y la siempre complicada adaptación de un bloque nuevo a la categoría hicieron que la cosa no empezara tan bien como se esperaba. El Tenerife era un trasatlántico en Segunda B, un club grande obligado a ascender, y hacía aguas por demasiados lados. A Calderón le costó el puesto en enero, Andrés Tébar apenas duró un par de meses, y finalmente la responsabilidad de llevar al equipo al play off recayó sobre el entrenador del filial, Quique Medina.

Pese a la catarata de entrenadores -de hecho, la falta de acierto a la hora de encontrar al técnico idóneo es lo que más se le echó en cara en su momento-, el Tenerife se metió en la pelea por el ascenso y tras eliminar a la Balona y al Badalona se plantó en la última eliminatoria frente a la Ponferradina, dejando sin final feliz una temporada que, como sucede este curso en el CCF, sólo tenía el ascenso como objetivo.

Eso bastó para que Cordero no siguiera en el club y saliera al acabar su contrato el 30 de junio. "Ha sido un profesional trabajador que vino a una dura plaza a ser primer espada. Es joven y seguro que triunfará allá donde vaya", dijo en su adiós el presidente Miguel Concepción, palabras que reflejan su buena salida de un club en el que las exigencias superaron un trabajo bien hecho. Cordero dejó huella en Tenerife, el rastro de un hombre humilde y enamorado del fútbol, y él también guarda buen recuerdo de la isla. "Todo lo que puedo decir del Tenerife es bueno y le deseo lo mejor", dijo en su presentación en El Arcángel, "pero el domingo lo más importante es que gane el Córdoba".

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