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Dos décadas y un solo deseo

  • El Arcángel cumple hoy 20 años de una azarosa historia y una eterna remodelación inacabada El estadio aún no ha cumplido el objetivo para el que fue construido: ser la casa de un CCF en Primera División

¿Puede un estadio cumplir 20 años de vida y seguir incompleto? Sí, y ahí está el ejemplo de El Arcángel para demostrarlo. El recinto de El Arenal cumple hoy dos décadas desde que fue utilizado por primera vez, aunque la inauguración oficial llegó unos meses después. Hoy se cumplen 20 años de cambios, proyectos, variantes, polémicas, sueños, desgracias y, sobre todo, obras. Su fisonomía actual es muy distinta a la que albergó aquella victoria ante el Recreativo (4-0), aún en Segunda B, pero el estadio sigue siendo la casa de un conjunto inmerso en sus dudas internas y que tras dos décadas de desventuras sigue soñando con volver un día a Primera.

Puede que la vida de El Arcángel sea una metáfora de los vaivenes que ha vivido el CCF en estas dos décadas. Desde su estreno contó con más pros que contras y 20 años después sigue buscando su propia identidad, convertido en un híbrido entre lo que fue y lo que quiere ser. Dice el himno que El Arcángel es "nuestro reino", pero durante ese tiempo, el cordobesismo no se ha librado de la sensación de estar viviendo de prestado, provisionalmente, en espera de que alguna vez se termine la casa por la que tanto ha luchado.

Su propio origen respondió a criterios más políticos que deportivos. Gestado a comienzos de la década de los 90, El Arcángel se vio envuelto en la neurosis colectiva que recorrió una España que iba a albergar unos Juegos Olímpicos sin que hubiese ningún estadio con pistas de atletismo. Chapín (Jerez), San Lázaro (Santiago de Compostela), el propio Arcángel y poco después Anoeta (San Sebastián) se construyeron bajo ese furor que dejaba como resultado estadios bellos, muy propicios para la foto, pero escasamente funcionales para unas ciudades que, en su 90%, querían un simple campo de fútbol. Quién iba a decirle al propio estadio y a los regidores de la ciudad que su futuro iba a depender años después de otra elección olímpica, aunque en este caso en sentido negativo.

Durante casi 50 años, las venturas y desventuras del fútbol cordobés estuvieron ligadas al viejo Arcangel, testigo de los mejores años del Córdoba en Primera. El Madrid y el Barcelona cayeron delante de 22.000 espectadores, pero el paso del tiempo hizo mella en sus ruinosas gradas y Córdoba, que entonces optaba -el pasado se repite cíclicamente- a la Capitalidad Cultural de Europa en 1992, necesitaba un nuevo recinto deportivo. El viejo estadio cayó bajo las piquetas a principios de 1993 y dejó su sitio a un centro comercial. Con Herminio Trigo como alcalde,el Ayuntamiento pensó en El Arcángel como el estandarte de El Arenal, un recinto con el que abrir Córdoba al río. Como modelo se tomó el estadio San Nicola de Bari, uno de los campos construidos para el Mundial de Italia'90. Casi 15.500 espectadores, todos sentados, con la opción de cerrar completamente el anillo superior para multiplicar la capacidad y una pista de atletismo convertían El Arcángel en un recinto, en principio, modélico, pero pronto empezaron a salir sus carencias. Deficiencias en su estructura comenzaron a provocar grietas casi de inmediato. Los accesos eran insuficientes para masas de más de 10.000 personas y, sobre todo, era un estadio frío en el que no se veía bien el fútbol.

Las pistas de atletismo -entonces Córdoba no tenía ninguna instalación para este deporte- fueron infrautilizadas desde su estreno, una situación que se agravó aún más con la inauguración de El Fontanar. Desde el mismo día que se abrieron las puertas comenzó a generarse el debate sobre su verdadera funcionalidad y sobre la necesidad de acometer una remodelación. Sólo el letargo del Córdoba en Segunda B frenaba el proyecto, aunque era algo latente en la ciudad. El caso es que entre 1993 y 2002, El Arcángel mantuvo su fisonomía fría e incómoda, con las gradas distantes del césped y unas carencias estructurales que dieron la cara desde el primer día.

Con el ascenso a Segunda volvió a retomarse la posibilidad de remodelar el estadio o, como propugnaban otras voces, construir uno nuevo. Las grietas que se abrían en sus paredes por culpa de unos débiles cimientos tenían su prolongación en la falta de acuerdo entre las fuerzas políticas para afrontar un proyecto necesario para la ciudad. A comienzos de 2002, la Gerencia de Urbanismo presentó la propuesta de remodelación del estadio en su misma ubicación, mientras que entonces desde la oposición, el PP apostaba por su demolición y su construcción en otros terrenos. Finalmente salió adelante la primera opción, al amparo de la presencia de Córdoba como subsede en la candidatura olímpica de Madrid 2012 y como epicentro de la futura Ciudad del Ocio. El coste del proyecto se cifró en 40 millones de euros y las obras -que comenzaron el 17 de junio de 2002 con el inicio de la fase cero (demolición de la preferencia y los fondos)- tenían prevista como fecha de conclusión el verano de 2005 con un proyecto que en distintas fases iba a cambiar por completo la cara del estadio hasta completar un diseño cerrado, muy al estilo inglés, con un aforo de 25.100 espectadores.

Pero los plazos nunca se cumplieron, el presupuesto se disparó y las obras se eternizaron, convirtiendo El Arcángel en un émulo de Frankenstein, con lonas, gradas supletorias, gradas nuevas, gradas viejas y la eterna presencia de las grúas. "Acabaremos el estadio", repitió hasta la saciedad la entonces alcaldesa Rosa Aguilar, pero se acabó el dinero y el Ayuntamiento, con sus diferentes corporaciones, fue incapaz de responder a la desesperante lentitud con la que avanzaban las obras.

Y en estas estalló la crisis, cebándose con especial saña en el negocio del ladrillo. Ahí estaba El Arcángel, con su imagen destartalada, desigual, la eterna sensación de ser un plan incompleto y esa frágil grada de tribuna que cual cascarón recordaba lo fallido del proyecto desde el inicio. Ahí, donde debía ir en principio un hotel y el resto de equipamiento del estadio, seguía la estructura original de 1993, y todo 15 años después.

Las únicas esperanzas que le quedaban al Consistorio eran los repetidos intentos de Madrid por ser sede olímpica. Los ansiados fondos que llegarían procedentes del CSD se esperaban como el maná que serviría para cerrar el círculo vicioso comenzado 11 años antes. Pero el COI dijo no. Singapur, Copenhague y finalmente Buenos Aires fueron escenario de las frustraciones de la capital y, por extensión, de los deseos cordobeses por completar su estadio.

"Hay cosas más importantes", dijo José Antonio Nieto antes del último batacazo de Madrid 2020, zanjando, por ahora, el debate acerca de la conclusión de la obra. En una época de arcas vacías, destinar un euro más al estadio sería una temeridad, así que El Arcángel ha cumplido 20 años a medias, sin completar su plan original y, lo que es peor, sin haber visto aún al CCF en Primera División.

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