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Adiós al Pozoblanco, el descenso de un grande

  • El cuadro vallesano pierde ante el Badajoz en el Juan Sepúlveda y certifica su caída, comprometiendo la continuidad del club

El Pozoblanco consumó su descenso, el inevitable desenlace a una temporada que no podía tener otro final. La derrota ante Badajoz lo deja en Primera Nacional y en la última jornada peleará porque Novas, que ganó ayer, no lo adelante dejándolo en el farolillo rojo. Han sido muchos años en la categoría de plata del balonmano español, peleando siempre en inferioridad de fuerzas por retornar a la Asobal, la categoría que el Prasa pisó en la temporada 96-97. Toda esa historia se acabó ayer, lo que provocó que alguna lágrima se escapara en una cancha que ha vivido innumerables tardes de buen balonmano.

Y todo porque el heroísmo de ayer consistía por primera vez en evitar la desgracia mucho más que en perseguir la gloria, que es a lo que ha estado acostumbrado este club durante los últimos 15 años. Sólo valía la victoria en un partido con mucha tensión y nervios, pero tampoco acompañó la fortuna. Hasta diez balones estrelló en los palos el Pozoblanco, que en la primera parte llevó el partido igualado con tímidas ventajas de su lado.

Carreño paró tres penaltis en los primeros doce minutos. Los goles de Nacho Vico y la aparición de Xiscu en la recta final del primer periodo hicieron que el cuadro vallesano siguiera con vida para afrontar los 30 minutos más decisivos de la temporada. La afición también estaba volcada buscando la hazaña, pero la película no iba a tener un final feliz.

El Pozoblanco tardó casi seis minutos en hacer el primer gol tras el descanso. Las muñecas se encogieron y la defensa extremeña se iba haciendo cada vez más dura. De hasta cinco llegó a irse el Badajoz, pero el público se resistía a dejar que su equipo se fuera así de la categoría. El Pozoblanco la luchó hasta el final con la valentía que siempre le ha caracterizado, pero no era el día. Pérdidas, palos y una actuación genial de los porteros de Badajoz evitaron que ocurriera el milagro de la remontada, ése que tantas veces se había producido en el Juan Sepúlveda. No había nada que hacer.

La imagen triste del final con los jugadores desolados llevaron a recordar a todos aquellos que gobernaron este pabellón. La memoria de los Cabañas, Lipsicic, Montes, Domínguez o Velasco flotaron en las mentes de unos aficionados que reconocieron con sus aplausos lo hecho por este club. Tras esas palmas, una vieja sombra de nostalgia cubrió entonces el Juan Sepúlveda. Ayer se despidió después de cientos de partidos de comportamiento ejemplar en la División de Honor B. El Pozoblanco se va y se le echará de menos.

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