Liga adelante

La tarde loca de Airam (3-1)

  • Los blanquiverdes sacaron lo mejor de sí mismos en el peor momento. Gaspar y Caballero salieron del campo en camilla. El tinerfeño marcó dos goles y falló un penalti.

Al Córdoba le pasó de todo ayer. Fue una jornada intensa, de emociones fuertes. Lo mejor que le ocurrió fue que sacó adelante un partido repleto de recovecos, con giros de guión y un buen puñado de factores incontrolables. Lo peor estuvo en el precio que pagó. Vio cómo dos jugadores, Gaspar y Caballero, salieron del césped en camilla. Otro, David Prieto, fue expulsado. La felicidad final dejó un poso de orgullo, pero también tuvo un regusto amargo. El éxito traerá secuelas, pero nadie dijo que esta aventura fuera sencilla. El equipo de Paco Jémez es ahora cuarto en la clasificación y sigue enviando mensajes rotundos: ayer tuvo que superar a un adversario enrachado, a sus propios errores y a la desgracia.

Resulta evidente que, al margen de su acierto o su inspiración, el Córdoba es una escuadra con carácter. Lo demostró para sobreponerse a las circunstancias cuando parecía que todo se volvía en contra. Los accidentes comenzaron incluso antes de que Amoedo Chas diera el silbatazo de comienzo. En las vísperas del pleito, Javi Hervás sufrió una lesión que obligó a Jémez a sacarlo de la lista de convocados. Luego, en el minuto 38, Gaspar Gálvez se echó sobre el césped y por sus gestos se comprobó que no iba a poder salir por su propio pie. Seguramente se podrá decir -y este curso con más fundamento que otros por los resultados- que en este Córdoba no hay imprescindibles. Pero se trata de dos de los futbolistas que más minutos han disputado con la blanquiverde: el timón en el centro del campo y el jefe de la retaguardia. En este Córdoba, sin embargo, nadie llora. O, al menos, no lo hace en público.

Estimulado por el escenario, el Córdoba se empleó con entusiasmo y sin desviarse en absoluto de su estilo habitual: toque y movilidad. Le sirvió para gobernar el partido de un modo más efectista que productivo, principalmente porque al Huesca no pareció intimidarle en absoluto el arrojo de los anfitriones. Con una formación con muchas horas de vuelo, el cuadro azulgrana se dedicó a verlas venir sin perder el orden y encomendándose a la providencia en ataque. Un desliz de Fuentes propició una llegada de Antonio Nuñez, que intentó una vaselina ante la salida de Alberto García. El meta catalán se estiró para desviar a córner con la punta de los dedos. Fue el único testimonio de los de Quique Hernández arriba. El Huesca se dejó hacer. Una forma de asumir riesgos como cualquier otra. No le sirvió.

El primer nudo en la garganta a la parroquía local lo provocó a los tres minutos David Prieto, que cazó un centro desde la esquina de Borja García y metió un cabezazo picado que Luis García desvió con el pie. La posesión era cordobesista y casi todo transcurría en la mitad del campo visitante, donde el excesivo tráfico condicionaba el juego. Borja, López Silva, Caballero, Fede... Los de Paco Jémez buscaban las asociaciones rápidas y las diagonales, pero se echaba de menos una dosis de contundencia. Hasta que Airam encarriló el asunto al firmar un gol tras una excelente jugada en la que intervinieron Borja García y Fernández.

Luego llegarían los problemas. Hubo que apañar soluciones sobre la marcha y tapar los boquetes que se le iban abriendo a un partido que tomó un aspecto feo cuando el otro central, David Prieto, fue expulsado tras arrollar a Roberto. Penalti y expulsión. El veterano Camacho ejecutó el tiro con su habitual maestría -lleva 18 penas máximas convertidas en gol de forma consecutiva- y el Córdoba se quedó con uno menos y una empinada cuesta por delante. El empate fue un golpe bajo, que requería respuesta.

Cuando el Córdoba se quedó con diez salió a jugar el número doce, un público cuya capacidad de comprensión de lo que está sucediendo esta temporada resulta asombrosa. No hubo ni un reproche, ni un solo instante en el que los murmullos o en silencio compusieran la banda sonora del miedo. Los cánticos retumbaron con más fuerza y al Córdoba, que tiene sangre en las venas, le dio por ofrecer su versión más eficaz.

El ejercicio de solidaridad de los jugadores fue de los que hacen época. Todos echaron una mano donde fuera menester y, entre unos y otros, recondujeron la situación hasta que surgió el héroe de turno. Esta vez le tocó a Airam Cabrera, quien se convirtió en una metáfora del propio partido. A él también le pasaron en noventa y tantos minutos de juego muchísimas cosas. El tinerfeño, titular en el once, terminó el encuentro literalmente reventado. Marcó dos goles, falló un penalti -lo desvió Luis García, tras una mano de Corona castigada con expulsión- y homologó su condición de hombre de peso dentro del equipo para el último tramo liguero. Tras el 2-1, y con ambos equipos con un jugador menos y muchos experimentos, se entró en una fase enloquecida. Airam pudo hacer alguno más para un Córdoba que, con Alberto y Ximo de centrales, no pasó demasiados apuros. Una incursión de Dubarbier la finalizó Borja García anotando su gol número 12, como un tributo al vital aliado en las gradas.

Ficha técnica:

3 - Córdoba CF: Alberto García; Fernández, David Prieto, Gaspar (Alberto Aguilar, m.39), Fuentes; Borja García, Caballero (Dubarbier, m.70), López Garai, Fede Vico (Ximo Navarro, m.59); López Silva; y Airam.

1 - SD Huesca: Luis García; Llamas, Corona, Rivas (Tariq, m.70), Rafa Sastre (Jorge Larena, m.46); Sorribas, Mario Rosas; Núñez, Camacho, Omar (Josetxo, m.60); y Roberto.

Goles: 1-0, M.28: Airam. 1-1, M.49: Camacho, de penalti. 2-1, M.62: Airam. 3-1, M.91: Borja García.

Árbitro: Amoedo Chas (Comité Gallego). Expulsó con roja directa al local David Prieto, en el minuto 49, y al oscense Corona, en el 57. Amonestó con amarilla a los visitantes Rafa Sastre, Luis García y Rivas.

Incidencias: Partido de la vigésimo octava jornada de Segunda División, disputado en El Arcángel ante 14.409 espectadores, con terreno de juego en irregulares condiciones.

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