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El camino se hace así (2-1)

  • Los de Paco Jémez engarzan su tercera victoria consecutiva ante un Xerez Deportivo al que pudieron golear en El Arcángel · Los blanquiverdes se encaraman a la sexta posición

De un encuentro repleto de momentos imprevisibles, con giros inesperados de guión y algunos lances disparatados, el Córdoba sacó el mejor partido posible. Ganó y volvió a hacer feliz a su gente, que acudió al graderío en mayor número que en anteriores ocasiones. No se llegó a los diez mil asistentes, que era el objetivo que se había marcado la entidad sabiendo que era un horizonte casi imposible. Pero ofreciendo este espectáculo podría ser realidad algún día. Lo de ayer respondió a las mejores expectativas: hubo victoria y una buena dosis de diversión. El Córdoba deja siempre un buen puñado de momentos recordables, se esfuerza por hacer cosas en el campo y no espera que ocurran. Es un equipo que pretende construir su propio destino. Todos lo entienden así. Resulta conmovedor ver el comportamiento de un chaval como Patiño, que se pateaba los campos de la Tercera madrileña hasta hace dos días y que sin ni siquiera pasar por la Segunda B se está dejando ver en el escaparate de Segunda. Otros jóvenes como Javi Hervás o Borja García, hambrientos de futuro, también ejercen como motores de una formación que se ha disparado en el arranque. 

De ese espíritu indomable se contagió ayer López Silva, que despachó una actuación descollante: se movió por la zona de ataque con inteligencia, se asoció con todo el que pudo y destrozó los nervios a los zagueros azulinos, que no sabían a dónde acudir cuando el onubense tenía la pelota en su poder. El ex cadista mereció irse con algún gol, pero su mejor oportunidad terminó en un disparo al poste. 

La actuación no fue imperial, pero casi. La estrechez del marcador final no refleja la amplitud de la distancia futbolística que hubo ayer en El Arcángel. Aunque el Córdoba llegó a arrollar al Xerez no pudo respirar tranquilo hasta que el árbitro se llevó el silbato a la boca para decretar la conclusión de un choque alocado, en el que los cordobesistas no perdieron nunca el estilo pero sí la cabeza en ciertos instantes. Eso les costó un susto en el tramo final, cuando José Mari rompió la racha de imbatibilidad de un excelso Carlos Arias y llevó la esperanza a los azulinos, que estaban con diez el campo por la expulsión de Cordero. El público dejó de corear los pases de los blanquiverdes y se enganchó de nuevo a su tarea de insuflar ánimos a un equipo al que no se puede tachar de indolente. Ayer se ganó el jornal con otra actuación al límite, llena de entusiasmo y osadía. Pudo golear al Xerez por juego y por ocasiones, que fueron numerosas y claras. 

El adversario no era un cualquiera. El xerecista es un equipo listo y paciente, con futbolistas veteranos en los puestos clave y una notable capacidad para resistir el dominio del contrario sin recibir heridas mortales. En sus dos anteriores salidas se marcó dos triunfos a la italiana: dos goles con la firma del ex milanista José Mari para certificar un par de 0-1 y sumar seis puntos al casillero. Un rédito excelente. El Xerez llegaba, además, con ese estímulo añadido que aporta un historial demoledor: cinco victorias en sus seis últimas visitas a El Arcángel. Eso no quiere decir nada, claro. El pasado nunca vuelve. Y menos cuando un equipo se conjura para espantarlo con escobazos de buen fútbol. Es lo que hizo el Córdoba, que no tardó en imponer su discurso sobre el deteriorado césped de El Arcángel. 

Una puesta en escena algo farragosa, propiciada por el afán de ambos por presionar desde la salida del balón, dejó paso al primer golpe del Córdoba. Y fue de los que hacen daño. Javi Patiño le sirvió un buen balón a López Silva, que hostigado por Cámara comenzó a escorarse en el área y a reducir sus opciones de disparo. Su elección fue mejor. Se la dejó a Javi Hervás, que venía de cara, y el canterano golpeó con contundencia la pelota para ponerla junto al palo. Minuto 13: 1-0. Un minuto después, Valdés Aller perdonó la expulsión a Toni Doblas cuando el meta se abalanzó sobre Charles y despejó con la mano, fuera del área, el forzado tiro del brasileño. Sin tiempo para el respiro, el portero xerecista sacó con los pies un mano a mano con Patiño y luego Charles no engatilló desde cerca un balón cabeceado por Tena. El asedio era ya un hecho. Los jugadores de ataque del Córdoba se movían con habilidad, intercambiando posiciones y combinando con velocidad. Raúl Cámara o Lombán se salvaron de la expulsión por la benevolencia de un árbitro que soliviantó al público. Un disparo de Íñigo Vélez que sacó Arias de forma acrobática fue el mísero testimonio atacante xerecista en una primera parte en la que los de Juan Merino no encontraron la manera de hacer frente a un Córdoba que se fue al intermedio con una ventaja corta para su apabullante dominio: un 62% de posesión del balón, 13 llegadas al área y siete remates a puerta. 

La reanudación fue trepidante. Merino sacó del campo a José Vega y Barber para dar entrada a Rueda y Capi, en un intento de recuperar un centro del campo en el que Hervás y López Garai ejercían el mando. López Silva lanzó un disparo al palo y otro se lo sacó providencialmente Doblas; Lombán agarró un derechazo a quemarropa que rechazó Arias y el poste repelió un envío de José Mari. El pleito estaba enloquecido. En ésas, el árbitro dejó con diez al Xerez por la segunda amarilla a Cordero, que realizó una fea entrada a Patiño. El rubio ex sevillista podía haber enfilado mucho antes el camino de los vestuarios. El Xerez reculó. Ahí volvió a apretar el Córdoba, que pudo marcar en otro lanzamiento al palo, esta vez de Charles, y que lo hizo finalmente con por medio de Borja García, que cerró con un fenomenal disparo un servicio desde la derecha de un activo Pepe Díaz. El escenario para la fiesta estaba dispuesto. 

Con los aficionados entonando toda su batería de cánticos y el personal de jarana, el Xerez sorprendió con un bello gol de José Mari. Arias tuvo que intervenir para evitar un mal mayor. Y el cordobesismo se fue feliz.

 

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