Jesús Cotta. Escritor y filólogo

"José Antonio y Lorca no eran antagónicos; lo eran sus mitos"

  • El escritor se adentra en 'Rosas de plomo', en un territorio pantanoso: la posibilidad de la existencia de una amistad clandestina entre el líder del fascismo español, José Antonio Primo de Rivera.

El profesor de Filosofía Jesús Cotta (Cártama, Málaga, 1967) se adentra en un territorio pantanoso: la posibilidad de la existencia de una amistad clandestina entre el líder del fascismo español, José Antonio Primo de Rivera, y el poeta que simboliza la represión contra el bando republicano en la Guerra Civil, Federico García Lorca. Para valorar si esta hipótesis es correcta, ya que se basa en testimonios tangenciales, hay que leer Rosas de plomo, que se ha convertido en un gran éxito para la joven editorial Stella Maris. Lo que sí es cierto es que es un libro que contribuye a enterrar las dos Españas.

-Le voy a sorprender: no me sorprende la admiración que usted describe en Rosas de plomo entre José Antonio Primo de Rivera y García Lorca. 

-Pues sí que es extraño porque a todo el mundo le sorprende.

-¿Por qué?

-Porque son mitos antagónicos. No lo eran. Las antagónicas eran las ideologías que los utilizaron.

-¿Y cuáles eran sus puntos de conexión?

-Que eran muy eclécticos, defendían la modernidad. José Antonio quería aunar lo mejor de los progresistas y de lo tradicional. Justicia social sin necesidad de quemar iglesias. Lorca hacía una poesía culta pero popular, con afán de justicia social pero conservador en muchos aspectos. Lorca sólo quería que la gente trabajara y comiera.

-José Antonio hablaba de la dialéctica de los puños y las pistolas.

-Siempre se arrepintió de haber dicho esa frase porque es una cita incompleta. Hablaba de esa dialéctica en caso de amenaza para la patria. Si lo dice un demócrata no suena tan rara, si lo dice un fascista... El falangismo tenía numerosos intelectuales en su filas, pero también a muchos camorristas. José Antonio era un ciervo cuidando leones y se le fue de las manos, pero, insisto, hay que situarse en la época.

-¿Cuál fue su primera referencia sobre esta amistad oculta?

-Había escrito una novela que se llamaba Las vírgenes prudentes, en la que relataba un episodio de colaboración entre monjas y prostitutas en la Guerra Civil. Un amigo me sugirió que, puestos a contar antagonismos, podía indagar en la relación entre el jefe de los fascistas y el poeta rojo.

-Más de uno se llevará las manos a la cabeza.

-Durante el proceso de recopilación de información estuve a punto de abandonar porque había quien me decía: ¿Qué pretendes demostrar, que Lorca era fascista y José Antonio homosexual?

-¿Escribir sobre José Antonio le convierte en sospechoso?

-José Antonio ha sido en este país un tabú. Podías ir en el metro leyendo un libro del Ché Guevara, pero si llevabas un libro de José Antonio tenías que ocultarlo. Creo que esto ya no es así. José Antonio era un hombre bueno.

-Y un fascista.

-Quienes se hacían fascistas o marxistas, antes de conocer las tropelías del fascismo y el estalinismo, abrazaban estas ideas de buena fe. El fascismo de José Antonio, que, por ejemplo, siempre abjuró del nazismo, fue pasajero y no se llevaba el fascismo a la cama. En sus cartas desde la cárcel llegó a escribir que el fascismo era una religión vacía. Abandonó esa ideología, llegó a la conclusión de que había sido un error.

-¿Ha contado con documentación de primera mano?

-Los testimonios son escasos, pero creo que la conclusión a la que he llegado, que existía una admiración mutua y una relación de amistad, es correcta.

-Afirma que el poeta falangista Luis Rosales, amigo de ambos, le dijo a Ian Gibson que esa amistad había existido. ¿Por qué lo ocultó Gibson?

-Primero porque Rosales se lo contó de forma confidencial, no quería manchar la memoria de su amigo Lorca por la connotación que todo lo relacionado con José Antonio tenía. Por su parte, a Ian Gibson tampoco le convenía torcer su tesis del poeta rojo.

-¿Cuánto de rojo tenía Lorca?

-Lorca sufrió una presión asfixiante de la izquierda, que quería tenerle como estandarte. La izquierda pedía una poesía obrerista que no era la de Federico e incluso algún periódico frentepopulista se mofaba de él durante la República con una viñeta en la que le caricaturizaban como poeta homosexual, señorito y católico, un hijo de papá. Luis Rosales relata el pánico que Lorca tenía a una revolución comunista. Lorca huye de Madrid espantado por el clima de violencia que percibe. Incluso le llega a decir a Rosales que prefiere una victoria de los militares, si traen algo de orden. Claro, él no podía saber lo que iba a ser el franquismo.

-Ni José Antonio tampoco.

-Por supuesto. Una amistad entre Franco y José Antonio sí que hubiera sido imposible porque representaban dos ideas de España muy diferentes. Las de Lorca y José Antonio no tanto.

-¿Qué papel juega la condición de homosexual de Lorca en esta historia?

-José Antonio no era homófobo en absoluto. Había falangistas muy destacados, como Ximénez de Sandoval, que lo eran. No se podía decir lo mismo de la izquierda. El marxismo más radical consideraba la homosexualidad como un vicio burgués y Miguel Hernández pensaba que la derecha estaba llena de maricones. José Antonio, por fascista y señorito, y Lorca, por homosexual, eran dos apestados para buena parte de la sociedad española. 

-Si a Lorca no lo llega a matar la derecha, ¿lo hubiera matado la izquierda?

-La muerte de Lorca se fue de las manos, tiene componentes oscuros de extorsión y revancha tras su detención. Lo que sí puedo pensar es que había una parte de la izquierda más radical que no sintió en absoluto su muerte.

-¿Y si a José Antonio no lo hubiera matado la izquierda, lo hubiera matado la derecha?

-¿Cree usted que Durruti murió por una bala fortuita o por una bala comunista? No sé si José Antonio, en esa hipótesis, hubiera recibido una bala perdida.

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