De libros

Fallece González Ledesma, uno de los padres de la novela negra en España

  • El autor, que firmó más de 400 ficciones ambientadas en el Oeste y triunfó en los quioscos con el nombre de Silver Kane, será recordado por sus obras protagonizadas por el comisario Méndez.

Abogado, periodista, guionista e icono de la novela negra. Esas son algunas características que definen a Francisco González Ledesma, pero el escritor fallecido ayer, pocos días antes de cumplir los 88 años y después de una larga enfermedad, era ante todo un hombre humilde, generoso y bonachón, curtido en la dura posguerra y al que el franquismo le acusó de "rojo y pornógrafo". 

Nacido en Barcelona en 1927, González Ledesma ganó con 21 años el Premio Internacional de Novela con Sombras viejas, un libro que no pudo publicar en 1948 por la censura franquista y que le llevó a escribir bajo el pseudónimo de Silver Kane. Un nombre con el que firmó más de 400 novelas del Oeste entre los años 50 y 70. Novelas de pistoleros, damas de salón, indios, cementerios, caballos y sheriffs que se vendían en los quioscos de pipas disputando el espacio a Manuel Lafuente Estefanía o Corín Tellado. 

Un género que volvió a recuperar en 2010, cuando publicó con 83 años La dama y el recuerdo, para rendir homenaje a una buena parte de su vida, a esas novelas que le dieron "juventud" y "emoción" y algo de estabilidad económica. "Esas novelas me dieron dinero", decía. "Se vendían muy bien porque no había televisión y la gente se entretenía", explicaba en una entrevista en 2010,. Novelas baratas de las que se llegaron a vender 60.000 ejemplares al mes, en una España en blanco y negro y que eran alimentadas de "ingenuidad, rapidez y entusiasmo". 

Ledesma cobró por su primera novela 150 pesetas que le pagaron a plazos. Tiempos grises en los que el joven escritor tenía que imaginarse un Oeste que nunca había visitado viendo películas como La diligencia, Duelo al sol o Solo ante el peligro, aunque luego, llegada ya la democracia, sí que pudo visitar el Oeste americano. 

Pero este escritor de mil caras, nacido en el barrio de Poble-Sec, en la calle Tapioles y que comenzó trabajando en la editorial Bruguera, escribió con otros seudónimos: Enrique Moriel, extraído de uno de uno de los personajes de sus primeras novelas, o el de Rosa Alcázar, con el que escribió literatura romántica. Como periodista trabajó en El Correo Catalán y después en La Vanguardia, en ambos como redactor jefe. En 1966 fundó con otros compañeros el Grupo Democrático de Periodistas, asociación clandestina durante la dictadura en defensa de la libertad de prensa.

Pero era, sobre todo, uno de los pioneros e iconos de la novela negra junto a Vázquez Montalbán y será recordado por su comisario Méndez, personaje con el que comenzó una serie que inició en 1983 con Expediente Barcelona y con la que quedó finalista al Premio Blasco Ibáñez. Un año después llegaría su consagración definitiva con el Premio Planeta por Crónica sentimental en rojo

El comisario Méndez paseó su particular manera de hacer por las páginas de todas sus novelas: Las calles de nuestros padres (1989), Crónica sentimental en rojo (1984), La dama de Cachemira (1986), Historia de Dios en una esquina (1991), El pecado o algo parecido (2002) y Una novela de barrio (2007). A estos títulos siguieron No hay que morir dos veces (2009), Barcelona Noir (2011) y en 2013 publicó Peores maneras de morir, la última entrega de su inspector, ya envejecido y paseando por una ciudad que casi no reconoce. En 2014 salió a la venta su última creación, El adoquín azul, una novela corta en la que relata el caso de una víctima de la brigada político-social del franquismo. 

El humor ácido, las frases cortas, los diálogos y las descripciones de ciudades y paisajes eran algunas de las constantes de las obras de González Ledesma, criado en las calles barcelonesas en un tiempo donde "imperaba la solidaridad", como él repetía. 

Admirado por escritores, editores y libreros y padre del periodista Enric González, el autor ganó la primera edición del Premio Pepe Carvalho en 2007, que le concedió el Festival de Novela Negra de Barcelona en reconocimiento a su trayectoria en el género. Además del premio Planeta, Ledesma obtuvo el Premio Internacional Dashiell Hammet (2002) por El pecado o algo parecido, el Premio a la mejor novela extranjera en Francia por La dama de Cachemira, y el I Premio Internacional de Novela Negra RBA por Una novela de barrio (2007). En 2010 se le otorgó la Creu de Sant Jordi por su trayectoria informativa y por la calidad de su obra, de proyección internacional. 

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