Cultura

El Grial no estaba en Montserrat

  • Eslava Galán publica 'La Segunda Guerra Mundial contada para escépticos', un libro en el que el autor presta especial atención a la participación española en el enfrentamiento.

Goebbels aparece al comienzo del nuevo libro de Juan Eslava Galán, La Segunda Guerra Mundial contada para escépticos, en dos imágenes que fueron tomadas el mismo día de 1933, en la visita del ministro de Propaganda de Hitler a una reunión de la Liga de las Naciones en Génova. En la primera de las fotografías, tomada por el reportero de la revista Life Alfred Eisenstaedt, el retratado se muestra como un hombre jovial -tiene motivos para la euforia, los nazis acaban de subir al poder-, pero en la segunda su porte es siniestro y una estremecedora expresión de odio ha tomado su mirada. Le acaban de pasar una nota: en ella le informaban de que quien estaba ante él era judío. Pero el autor de las instantáneas no se replegó acobardado por ese desprecio. "Cuando tengo una cámara en las manos", dijo, "no conozco el miedo".

Un año después de La Primera Guerra Mundial contada para escépticos, publicado en Planeta como este nuevo tomo, Eslava Galán regresa con la reconstrucción del conflicto bélico que sacudiría el mundo a partir de 1939. Y esa introducción con Goebbels como protagonista tiene sus motivos: el libro argumenta con minuciosidad las causas que llevaron al enfrentamiento. "Para mí, la Primera y la Segunda son como la misma guerra pero con un descanso en el medio", afirma el autor sobre un trabajo que, como el anterior, presta atención a cómo se vivió ese capítulo de la Historia en España. La barbería El Siglo, junto a la catedral de Jaén, vuelve a ser el escenario de acalorados debates, pero "ha pasado tiempo y ya son otros contertulios los que cuentan su visión de lo que está pasando". La obra se detiene en episodios conocidos como la venta de wolframio a Alemania o la experiencia de la División Azul, pero el autor jiennense, un maestro en el arte de divulgar sus conocimientos de una manera amena, casi desenfadada, también retrata con curiosidad a personajes menos evidentes en el puzle, como el espía Juan Pujol, apodado Garbo, o el periodista César González Ruano, de quien se explica que prosperaba estafando a los judíos.

"He procurado contar la guerra dando especial realce a la participación de algunos españoles o a lo que ocurría aquí", señala Eslava Galán, que visitaba Sevilla de la mano del Centro Andaluz de las Letras el pasado jueves, el mismo día que se sabía que el autor ganaba el Premio Primavera por Misterioso asesinato en casa de Cervantes. Entre las historias que relata el narrador está la corrida de toros a la que fue Himmler, con Marcial Lalanda, Pepe Luis Vázquez y Rafael Gallito como diestros en un coso "insólitamente engalanado con cruces gamadas y banderas nazis". Himmler venía en un viaje de amistad, para tratar varios asuntos, pero el alto cargo germano aprovechó "para, en su visita a Barcelona, ir a Montserrat. Wagner había situado el monasterio donde estaba el Santo Grial en una montaña cercana a los Pirineos, Montsalvat, y a él Montserrat le sonaba parecido. Los monjes le dijeron que allí no había nada de eso, claro".

Para Hitler, España era en un principio "un peoncillo perfectamente prescindible, un renacuajo que de todos modos colaborará", considera Eslava Galán, que describe en su libro las diferentes estrategias que se gestaron desde el Palacio del Pardo. "Cuando parece que los alemanes han acabado la guerra de un trallazo, tras la retirada inglesa de Dunkerque, Franco piensa, oportunista, que es la ocasión de entrar en el conflicto, que en unos días van a firmar la paz. Manda un emisario a Hitler y éste no le hace caso", detalla el escritor. Tiempo después, cuando Alemania no es capaz de doblegar el poder de Inglaterra, Hitler "piensa en un plan b que consiste en estrangular la economía de Inglaterra. Como casi todo el material llega desde las colonias de Oriente a través del Canal de Suez, del Mediterráneo o Gibraltar, se plantea que si conquistan Gibraltar estrangularán el comercio británico; estudia aliarse con Franco y que deje pasar tropas a través de la Península Ibérica. Para eso se produce la reunión de Hendaya, pero para entonces Franco ya ha visto que Inglaterra no estaba tan vencida como parecía, y decide no involucrarse,aunque Hitler lo presionará durante un tiempo".

Ramón Garriga, corresponsal de la Agencia Efe, vaticinará a Dionisio Ridruejo cómo acabará la guerra unos años antes del desenlace. "Ridruejo le reconocía: Éstos son una raza de superhombres, hay que ver lo que han hecho en pocos meses. Y el otro le respondió que iban a perder la guerra y lo harían en el año 45. Porque una guerra moderna se hace con acero y con petróleo, y Alemania no tenía ni una cosa ni otra".

También fue un visionario Churchill, al que Eslava Galán traza como "un gordo hedonista aficionado al whisky Johnnie Walker Black Label, a las ostras, al caviar, al roast beef con pudin de Yorkshire, al queso Stilton, al éclair de chocolate y a los habanos Romeo y Julieta", pero que fue sin embargo "el único en Inglaterra, durante un tiempo, que se dio cuenta de que con Alemania no se podían tener contemplaciones". Otra actitud aprecia Eslava Galán en Pío XII, que había vivido en Alemania largos años como nuncio. "Cuando tiene informes de lo que está ocurriendo con los judíos él prefiere, en vez de ser el pastor universal que se supone que es un papa, velar por los intereses del Vaticano. No estuvo a la altura de las circunstancias".

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