Cultura

Tiempo de impostores

  • Llega a las librerías la última novela de Javier Cercas, 'El impostor' (publicada por Random House), una biografía repleta de verdades en torno a un hombre instalado en la mentira.

En mayo de 2005, el historiador Benito Bermejo echó abajo el vistoso castillo de arena que, a lo largo de casi tres décadas, Enric Marco se había construido alrededor con tenacidad y no poca negligencia. Enric Marco no era un superviviente de los campos de concentración nazis como él sostenía en conferencias, entrevistas y comparecencias públicas. Marco no había sido deportado a Alemania, según decía; al contrario, había viajado voluntariamente a Kiel a finales de 1941, en respuesta a una oferta de trabajo de la empresa alemana Deutsche Werke Werft, enmarcable entre los acuerdos de colaboración firmados por la España de Franco con la Alemania de Hitler. Marco estuvo en la cárcel por sus simpatías con el pensamiento de izquierdas y nadie duda que debió pasarlo mal, muy mal, pero el espanto de aquella condena no podía compararse ni de lejos al horror, ¡ah, el horror!, de los campos de exterminio. Lo triste y grotesco del caso es que la impostura había cubierto a Marco de honores; entre ellos, la presidencia de la Amical de Mauthausen, la asociación española de supervivientes del Holocausto. El impostor dijo haber recurrido a la mentira para ser escuchado con mayor atención y poder así denunciar los horrores del nazismo con mayor contundencia. Según Javier Cercas, Enric Marco quería salir en la foto, nada más.

Javier Cercas se sintió atraído desde el principio por este personaje potencialmente novelesco: un tipo ególatra con un compulsivo afán de notoriedad que se había creado una biografía novelesca y la había vivido como real sin mayores problemas de conciencia. El personaje era atractivo; la persona, en cambio, le produjo una súbita repulsa, o eso dice Javier Cercas en El impostor (Random House), el apasionante relato con que nos ha obsequiado nueve años después de empezar a escarbar en aquella tierra. En 2005, pocos meses después del desenmascaramiento, el novelista barajó y desechó por primera vez la posibilidad de escribir este libro. El motivo del rechazo respondía a un temor: escribir e intentar comprender al personaje quizás fuera un primer paso para una justificación o una redención que Marco no se merecía. Así pues, Cercas dejó el agua correr y se embarcó en otro proyecto con numerosos puntos en común, Anatomía de un instante (2009); o sea, la novelización de un episodio de nuestra historia en la cual la ficción cede el puesto a los hechos reales. El caso Marco, no obstante, tiraba de Cercas como el abismo tira de nuestra atención y decidió darle una segunda oportunidad.

Después del rodaje de Ich bin Enric Marco (2009), un documental de Santiago Fillol y Lucas Vermal, el escritor tuvo oportunidad de conocer a su futuro protagonista. Este primer encuentro, no obstante, enfrió por segunda vez su interés: Enric Marco era un charlatán, un liante, un individuo doblemente patético por su extrema mediocridad y sus exagerados delirios de grandeza, habitante de un mundo de ficción amasado con grandes y graves mentiras y unas pocas y pequeñas verdades. Marco presumía de haber luchado en el ejército republicano durante la Guerra Civil y haber sido herido en combate, se jactaba de haber pertenecido a la resistencia contra el dictador y de haber sufrido la ignominia de las cárceles por sus actividades políticas, entre otras proezas. Cuando finalmente se puso manos a la obra, Javier Cercas se dedicó a desmontar esta ristra de mentiras previas a la mentira mayúscula que lo descubrió como un farsante de tomo y lomo: Marco pudo estar en el frente con 17 años, pero nunca fue honrado con una herida de guerra (para un tipo con ínfulas de héroe nada viste más que una hermosa cicatriz). En tiempos de Franco vivió en la semiclandestinidad, pero a causa de trapicheos varios que nada tenían que ver con la lucha antifranquista y dio con sus huesos en la cárcel para rendir cuentas por esos delitos menores y no a consecuencia de unos grandes ideales que jamás tuvo.

La pregunta que ha intentado contestar Javier Cercas no era por qué un pelagatos alcanzó tanta y tamaña celebridad, sino por qué no lo desenmascararon antes, en el instante en que comenzó a urdir su leyenda. La pregunta es por qué Enric Marco vivió tranquilamente su impostura durante treinta años, ante la aquiescencia general. Las respuestas de Javier Cercas son difícilmente rebatibles: "Muerto Franco, casi todo el mundo empezó a construirse un pasado para encajar el presente y prepararse el futuro. Lo hicieron políticos, intelectuales y periodistas de primera fila, de segunda fila y de tercera fila, pero también personas de todo tipo, personas de a pie; lo hizo gente de derechas y gente de izquierdas, unos y otros deseosos de demostrar que eran demócratas desde siempre y que durante el franquismo habían sido opositores secretos, malditos oficiales, resistentes silenciosos o antifranquistas, durmientes o activos". O sea, Enric Marco es uno de los muchos impostores que hay en nuestros días. No es una excepción, sino la norma. La diferencia es que él ha llevado esa práctica común a sus últimas consecuencias y se ha metido él solito en un callejón sin salida del que Javier Cercas no está dispuesto a sacarlo. El impostor es un libro concebido para comprender, no para justificar o redimir a nadie.

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