El perfil del candidato · Rafael Gómez

El rey desnudo de Capitulares

  • Solo la convicción en sí mismo del empresario le mantiene vivo en la carrera electoral. A pesar de las perspectivas de las encuestas mantiene la fe en salir.

NO cabe duda de que Rafael Gómez pensó alguna vez en el invierno de 2011 que sería alcalde de Córdoba con mayoría absoluta e incluso es posible que su megalomanía le lleve a pensar aun ahora que ese objetivo es posible el próximo día 24. Todo es alcanzable en la mente de este empresario hecho a sí mismo que representa mejor que nadie las grandezas y miserias de eso que se llamó boom inmobiliario. Después de cuatro años como líder del principal partido de la oposición municipal, el empresario de Cañero concurre de nuevo a los comicios con unas pésimas perspectivas -el barómetro de Commentia para El Día lo deja fuera del Consistorio-, pero está convencido de que él se basta y se sobra para darle la vuelta a las encuestas. A su favor, que ya lo hizo hace cuatro años.

Definir a Rafael Gómez (Córdoba, 1944) es más complicado de lo que pueda parecer a primera vista. Político, desde luego no es y lo ha demostrado en su paso por el Ayuntamiento. (Su labor al frente del primer partido de la oposición ha rozado en muchas ocasiones el bochorno y en las más el ridículo). Empresario parece que sí, aunque la situación del que fuera uno de los más poderosos imperios económico de Córdoba durante la primera década de este siglo dista mucho, muchísimo, de parecerse ahora a lo que fue. Peculiar sí que seguro podemos afirmar que es. Y de lo que no cabe duda es de que es un hombre hecho a sí mismo, con una fe inquebrantable en sus propias posibilidades y una presencia de ánimo al alcance de muy pocos. Solo con esta capacidad se puede entender que quien comenzó recogiendo habas en Francia, para convertirse después en joyero de éxito, constructor sin freno, presidente manirroto de un equipo de fútbol y hasta gestor de un parque de atracciones haya sido capaz de mantenerse a flote cuando todos los focos se centraron y fueron a por él. Su detención en el marco de la operación Malaya y su posterior condena a falta de fallo del recurso- a 6 meses cárcel y 150.000 euros de multa le han supuesto un daño irreparable y prácticamente ha acabado con su carrera empresarial, al menos, de cara al público. Quizás si su carácter no fuera como es y no hubiese retado a quien no debió en su momento la cosa le habría ido de otra manera. (No hay que olvidar que lo que se le achaca haber cometido en la Costa del Sol es una nadería al lado de lo que han cometido muchos otros).

Sin embargo, Rafael Gómez ha purgado a través de los juzgados malagueños su soberbia, su lenguaraz forma de ser y el haber creído que podía hacer lo que quería. Porque hubo una época en la que el de Cañero hacía y deshacía a su antojo en la ciudad, con la aquiescencia, eso sí, de quienes estaban en el poder entonces. De todos son conocidos sus pleitos por la urbanización de la Carrera del Caballo, su fallido proyecto en los baños de Popea o su exceso urbanístico en la construcción de las naves de la Colecor. Eran tiempos en los que el candidato de Unión Cordobesa paseaba por la ciudad sobre alfombras rojas, en los que su relación con Miguel Castillejo en Cajasur y Rosa Aguilar en el Ayuntamiento, además de sus más que buenos contactos en la Junta de Andalucía, lo hicieron creerse inmortal. Los 40.000 metros que levantó en seis meses para crear el mayor centro comercial al costo que haya habido son quizás el broche a esos años de lujuria económica. Él mantiene que le dejaron hacerlo, que Rosa Aguilar cenó pijotones en su casa para tranquilizarle y que nadie le paró nunca las máquinas. Todo eso es cierto, pero olvida que el que cometió la ilegalidad fue él al saltarse la ley a la torera. Desde entonces, no se sabe ya cuántos millones debe al Ayuntamiento, un dinero que ni está ni, lamentablemente, se espera.

Pero al hombre conocido como Sandokán eso le da igual y no le frena a la hora de hacer campaña. Él sabe que hay zonas donde le quieren, que en su barrio de nacimiento le adoran por su labor benefactora, que en otras áreas de la ciudad se ha cuidado de mantener el granero de votos gracias a placas de ducha y bolsas de comida y cree que con eso será capaz no solo de mantenerse sino de mejorar sus resultados. Inasequible al desaliento no para de insistir en que es víctima de una confabulación en la que están inmersos todos los poderes habidos y por haber junto con los medios de comunicación. Ha desoído a quienes desde su entorno más cercano y familiar le pedían que diera marcha atrás, que abandonara la política para dedicarse a los suyos. Ha sobrevivido a rumores sobre su estado de salud, al cisma dentro de su partido que le ha llevado a protagonizar un auténtico sainete con el edil Carlos Baquerín y su esposa, María José López de la Bastida.

A Rafael Gómez todo eso le da igual. Su carácter indómito le impide frenarse y le lleva a creer que "la marabunta, hermano" le va a llevar en volandas hacia el sillón de mando de Capitulares. Se considera una fuerza de la naturaleza llamada a sacar a Córdoba de la crisis con la promesa sin definir ni perfilar de que va a crear "empleo para todos". Como al rey del cuento, nadie se atreve a decirle a "Rafael" que va desnudo. En nueve días veremos si son los cordobeses los que le muestran descarnada su desnudez.

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