El perfil del candidato · Pedro García

El nieto de empresario que se hizo comunista

  • El coordinador provincial de IU se enfrenta a un reto largamente planificado. Sus críticos le achacan falta de apertura a otras ideas.

PEDRO García (Córdoba, 1978) soñó hace varios años que quería ser alcalde de Córdoba y se puso manos a la obra. Aprovechando los buenos resultados de Izquierda Unida de 2012 trazó su estrategia, estableció los plazos por los que debía pasar y decidió que nada ni nadie le impediría alcanzar su meta. El coordinador provincial de Izquierda Unida admira la labor de su partido en Capitulares y quiere reverdecer viejos laureles con una visión más joven de la ciudad. Desde que se planteó su sueño hasta hoy han pasado muchas cosas, entre ellas que la IU actual dista mucho de ser y estar en la posición de hace tres años, pero él sigue empeñado en que puede cambiar las cosas. No es idealismo marxista, no, lo cree con la convicción del comunista ortodoxo, aunque a diferencia de este tiene los pies bastante más en el suelo y conoce lo difícil del reto.

García sabe que no va a ser alcalde de Córdoba el 24 de mayo, asume que su partido no puede recuperar en las próximas urnas lo que se dejó hace cuatro años ni por la coyuntura ni por la labor realizada en la oposición durante el último mandato. De hecho, nada queda en las listas que le acompañan del grupo municipal de la coalición en Capitulares. Quiere un tiempo nuevo y se ha propuesto recuperar terreno volviendo a los orígenes que llevaron a Julio Anguita a la mayoría absoluta: los barrios. Pertrechado en su permanente sonrisa y tras ese peinado y gafas de niño de primera comunión, el candidato de IU ha lanzado a sus huestes a recorrer la Fuensanta, Fátima, Cañero o las barriadas periféricas para convencer uno a uno a quienes fueron seguidores de sus siglas de que lo que ofrece él es realmente el retorno aquella ciudad de la participación ciudadana. Su discurso es el de que hay que desalojar al PP, pero lo ha tamizado con cierta dosis de prudencia y reconocimiento de la ideología del contrario para no aparecer como el coco.

Sin embargo, para llegar hasta aquí el coordinador de IU sí ha ejercido de coco dentro de su organización. Desde que aterrizara como máximo dirigente provincial en junio de 2013 ha ido tejiendo una madeja en la que tenía claro el objetivo y en la que ha dejado caer a cuantos rivales se le han puesto por delante. Evitó a toda costa las primarias para ser elegido candidato en un movimiento que le granjeó no pocas críticas para después maquillar la formación de la lista con unas votaciones para seleccionar a los 15 primeros. Estableció alianzas con el sector duro del PCA, con José Manuel Mariscal a la cabeza, para allanar su camino y, sobre todo, se situó desde el principio junto con Antonio Maíllo sabedor de que el coordinador regional es la fuerza emergente en el partido. Fruto de todas estas decisiones cayeron por el camino antiguos aliados como Curro Martínez o Galileo Florido y, después, el propio Mariscal. "Se ha cargado a todos los que le han plantado cara", dice un antiguo compañero de filas.

Al tiempo, un sector de la militancia se decantaba por el proyecto de Ganemos Córdoba, la auténtica china en el zapato de García y la formación que le hace sentirse más incómodo e inseguro. Porque que Julio Anguita, la reserva espiritual de las esencias de la izquierda en Córdoba, te dé la espalda y apueste con su Frente Cívico por montar otro tipo de partido no es fácil de digerir. El exalcalde ha dicho desde el primer momento que IU debía coaligarse ante estas municipales y cuando ha visto que eso no iba a ser así no ha dudado en dar las órdenes precisas para dejar a su partido -del que aún es militante- en la mayor de las evidencias. El rechazo de los postulados de García por la asamblea de Ganemos lo dejó solo y casi le tumba, casi. Sin embargo, él ha aguantado en pie, rodeado por una joven y fiel guardia pretoriana que procede de su mismo lugar, las Juventudes Comunistas, y tapándose los oídos ante las andanadas que le lanzan sus críticos y muchos exmilitantes de la coalición. Ahí la ortodoxia del partido le ha servido de mucho.

Quizás también ese conocimiento de la ciudad de la que se jacta este nieto de empresario e hijo de fabricante de joyería también le ha servido para no perder su norte. Pedro García se define como una persona de barrio, un fuensantino, y basa en la cercanía que da esa vida a pie de calle gran parte de su suerte. Criado en una familia en la que el comunismo es un cuerpo extraño, la influencia de su madre, profesora de francés, y de su compañera, Ana Morales, han sido definitivas para marcar su rumbo ideológico. (Aunque hay por ahí quien dice que este licenciado en Historia coqueteó en su etapa estudiantil con el desaparecido GIL, algo que él niega con contundencia). En estos días, el candidato de IU ve la situación mejor de lo que estaba hace apenas unos meses, aunque eso no significa que los árboles no le impidan ver el bosque. Esto se traduce en que con tres ediles sería feliz, con los cuatro que le otorga el barómetro de Commentia para el Día sería un triunfador y con cinco sería intocable.

Quizás en el idealismo que caracteriza a la izquierda sueñe en su fuero interno en lograr el milagro del ascenso y la victoria total que hace justo un año protagonizó el Córdoba de sus amores, del que es socio y ve todos los domingos desde la grada como socio de la peña Cordobamanía. Claro que también es consciente de que corre el riesgo de acabar como el conjunto blanquiverde este año, descendido sin opción alguna y escuchando música de viento procedente de su propia afición. Todo eso lo veremos en 11 días.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios