Amabilidad y sonrisa para la reconquista

La candidata del PSOE da el paso que muchos esperaban desde hace largos años Su resultado puede marcar el futuro del partido en la provincia

Amabilidad y sonrisa para la reconquista
Amabilidad y sonrisa para la reconquista

13 de mayo 2015 - 01:00

ISABEL Ambrosio (Madrid, 1970) al fin ha dado el paso. Después de lustros en diversos cargos orgánicos e institucionales del PSOE, la que ha sido delegada del Gobierno andaluz durante los últimos casi ocho años se ha decidido a encabezar la candidatura socialista al Ayuntamiento de Córdoba. El objetivo es claro, recuperar el territorio perdido desde los tiempos de José Mellado. El reto, superar los resultados de 2011 y poner en marcha un proyecto de futuro para el socialismo cordobés. La realidad también es una, o la candidata cogía al fin el toro por los cuernos o su vida política tenía un recorrido complicado a futuro.

Isabel Ambrosio está ante el reto político de su vida, lo sabe y se está dejando "el alma", como ella misma dice, para conseguirlo. Fiel a su carácter tranquilo y alejado de la estridencia tan al uso, la candidata socialista ha lanzado una campaña en la que quiere trasladar otra forma de gobierno en la que la amabilidad, la sonrisa y los modos suaves sean elementos diferenciadores. Un regreso al talante que pusiera de moda José Luis Rodríguez Zapatero. Y es que nunca ha sido Ambrosio mujer de voces elevadas ni puñetazos en la mesa. Más bien todo lo contrario. Quienes la conocen destacan de ella su carácter mesurado, su insistencia en crear equipos cohesionados y que funcionen y su visceral rechazo al griterío político. De ese modo logró ganarse a la militancia socialista en la época en la que fue secretaria de Organización del partido durante el primer mandato de José Antonio Ruiz Almenara como secretario general. Ambrosio cumplió su labor sin estridencias y logró fuertes apoyos en la provincia por su forma de hacer. Después, la decisión de Almenara de apoyar a Juan Pablo Durán por delante de ella la sacó de la primera línea orgánica, la mandó a la Delegación del Gobierno andaluz y la convirtió en la mujer a la que todos miraban cada vez que había una crisis en el socialismo cordobés; una costumbre, por cierto, muy arraigada por aquí. Y en esas ha andado durante muchos años hasta llegar al lugar donde está hoy.

Isabel Ambrosio es prácticamente la última representante de una generación de socialistas cordobeses. Y lo es porque siempre ha sabido nadar y guardar la ropa. "Conoce las claves del partido y sabe manejarlas", dice de ella un compañero de mil batallas, y "eso le ha servido para saber en cada momento qué hacer y cómo actuar", mantiene. La parte positiva es que ese conocimiento le permitió aguantar el tipo cuando Susana Díaz quiso laminar como delegado de Obras Públicas a Francisco García -guardián de las esencias del socialismo cordobés- y después intentó mandarla a Sevilla para ocupar una de esas direcciones generales en las que languidecen no pocas viejas glorias socialistas. Ella se plantó ante la entonces todopoderosa secretaria de Organización y hoy secretaria general y logró que Griñán apoyara sus tesis. Por el camino se dejó a Joaquín Dobladez, otrora compañero de fatigas, y víctima colateral de las guerras púnicas socialistas.

Ese tacticismo le llevó después a apoyar a Juan Pablo Durán en su candidatura a la secretaría provincial a pesar de que nunca ha mantenido una buena relación con él. Y ese tacticismo es el que hoy día le pasa factura entre no pocos de sus compañeros que consideran que cuando ha tenido que pronunciarse claramente siempre ha jugado al despiste. Contra esta sensación y contra la famosa "anomalía histórica" del socialismo cordobés es contra lo que ahora lucha esta madre de familia a la que se le iluminan los ojos cuando habla de sus "niñas" y que adora quedar con sus amigos para hablar de lo divino y lo humano y planificar el viaje que hacen todos los años.

El camino hasta las buenas previsiones de ahora no ha sido fácil. Ni para lograr ser elegida candidata, ni para seleccionar equipo, ni para conformar candidatura. El barómetro de Commentia para el Día le otorga cinco actas de concejal y un 17% de votos, cinco puntos más de los obtenidos por el PSOE en 2011, un resultado que puede apuntarse casi como mérito propio. El aparato de la avenida del Aeropuerto promovió dos candidaturas alternativas a la suya -las de Maribel Baena y Manolo Torralbo- y solo claudicó cuando en Sevilla se pusieron sobre la mesa los índices de conocimiento. Tampoco ha tenido manos libres para su equipo de campaña y ha visto cómo Paco García, su apuesta para el programa, era vetado. Tras unas dudas iniciales, ha mirado a los viejos barones del partido, a un reducido grupo que la aconseja y le ha dicho que debe romper con el pasado y con la Junta si quiere llegar lejos. Lo primero es fácil, lo segundo es más arriesgado. El pasado del socialismo cordobés en Capitulares es fácilmente desdeñable. Casi lo hace el partido cada cuatro años. Marcar distancias con el Gobierno andaluz es más complicado. Por un lado, porque tras casi ocho años siendo su cara en Córdoba no suena excesivamente creíble el distanciamiento y, por otro, porque corre el riesgo de pisarle algún callo de más a su jefa y eso no sería nada bueno. De camino, ha optado por dejar fuera de sus actos a históricos de la ciudad como Herminio Trigo, Rosa Aguilar, Carmen Calvo o el propio Durán. Son nuevos tiempos para una nueva política más cercana, insiste.

Isa, su nombre de guerra, apuesta fuerte tras ese gesto de permanente sonrisa y cara de niña buena de colegio de pago. Obsesionada por insistir en que ella tiene a donde volver si naufraga -tiene plaza fija de funcionaria en la Diputación-, la candidata puede lograr que su partido sea la segunda fuerza política de la ciudad y reconquistar un espacio que no se conoce desde los años del siempre presente José Miguel Salinas. Si eso le sale bien veremos si de paso reconquista ella algún lugar de mayor preeminencia en el seno del partido. El hueco que va a dejar Durán está ahí. Quedan once días.

ISABEL AMBROSIO

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