Elecciones

El regreso al instituto del profesor Ocaña

  • El alcalde asegura que volverá a Fuente Carreteros a impartir clases de Historia a alumnos de Educación Secundaria

El alcalde, Andrés Ocaña, ha decidido "recuperar la libertad como ciudadano". Lo dijo ayer en una comparecencia pública en el Ayuntamiento, con el regusto amargo de la derrota en las urnas pero con algo de alivio en sus palabras. El semblante aún serio, con el esbozo de una sonrisa en el rostro -ya ha demostrado que no es hombre de aspavientos, para lo bueno ni para lo malo-, anunció cuál será su futuro. Costó sacarle las palabras, pero al fin confesó que volverá a las aulas, al instituto de Educación Secundaria de Fuente Carreteros donde conserva su plaza de docente. Allí impartirá clases de Geografía e Historia, materias en la que es experto: "No he perdido mi capacidad docente, pero tendré que preparar los contenidos curriculares", dijo ya casi sonriendo aun con algo de timidez en las palabras. "¿Me van a perseguir allí?", bromeó ante los periodistas.

 

Ante las miradas compungidas del presidente de la Gerencia de Urbanismo, Francisco Tejada, y de la edil de Presidencia, Rosa Candelario -dos de sus colaboradores más estrechos en su época como primer edil-, Ocaña desgranó para los micrófonos su futuro más inmediato. Intentará pasar unos días de descanso después de 16 años dedicados a la gestión en el Ayuntamiento entre expedientes y recortes de prensa. Buscará una "desconexión". Y luego regresará a la enseñanza: "En los primeros días les pediré a los alumnos que no hablemos de política. Mejor de fútbol".

 

Antes de ese distanciamiento, le quedan un par de semanas en Capitulares, donde ha conseguido dejar su impronta personal de político con los pies en el suelo, con una honestidad que tal vez no ha sabido traspasar las cámaras y los micrófonos. Para los profesionales de la televisión, la telegenia es imprescindible para su proyección, una cualidad que, llevada al extremo, tiene en los políticos el equivalente al populismo, un término del que el profesor Ocaña siempre ha huido. Por eso en las últimas dos semanas se ha mostrado tan crítico con el proyecto personal de Rafael Gómez, un rival con pies de barro que al final lo ha derrotado en el cuerpo a cuerpo, voto a voto, con promesas imposibles de cumplir, con sueños, con humo.

 

La noche electoral se quejaba de que los ciudadanos de El Higuerón le hubieran dado la espalda. "Nos hemos llenado de barro desde la cabeza a la punta del pie", reflexionó en voz alta con más dolor que resignación, como pidiendo un reconocimiento a la gestión de su equipo, sin comprender el porqué de esa reacción en masa. En las últimas dos semanas, mientras los otros candidatos se desfondaban recorriendo plazas de abastos, mercadillos y barrios repartiendo octavillas y vendiendo su imagen, Ocaña se esforzaba en desgranar sin música de fondo y sin fuegos de artificio el proyecto de su organización con una discreción que algunos ya veían como una retirada de la batalla y que él mantuvo con un punto de vista pedagógico y realista, una actitud inusual para un político que los ciudadanos no han sabido captar. "El candidato ha fallado", asumía él mismo la noche electoral.

 

Dos años en la Alcaldía no han borrado del imaginario colectivo todas las fotografías como mano derecha de Rosa Aguilar antes de su estampida a las filas del PSOE, una traición para muchos ciudadanos y una evolución lógica para otros. En las últimas dos semanas, muchas han sido las preguntas que Ocaña ha tenido que responder para los medios de comunicación sobre este asunto, y en ninguna ha tenido una mala palabra para la exalcaldesa, a la que ha defendido una y otra vez como su "amiga". "Sí, me ha llamado", confesaba ayer. "Para darme un abrazo y ya está", intentó atajar con concisión, como queriendo desviar la conversación sobre su "amiga" ministra hacia otros temas. Un periodista presente en la comparecencia no pudo reprimir poner palabras a lo que quizás muchos ciudadanos han pensado: "Para tener amigos así, mejor tener enemigos". El alcalde, otra vez, calló.

 

La misma Aguilar y Ocaña han luchado durante años para levantar el Palacio del Sur, un proyecto que el PP ya ha dicho que desbaratará tras más de una década de gestiones. Tampoco verá el recinto ferial como concejal, ni asistirá a los primeros vuelos comerciales desde el Aeropuerto. En los 15 días de campaña ha insistido en que concurría a las elecciones con un "buen aval", pero la ciudadanía le ha dicho que la peatonalización de la calle Cruz Conde, las obras en el parque homónimo o la recuperación del teatro Góngora no son proyectos suficientes para revalidar su cargo mientras el paro, el gran cáncer de las familias, se desploma. Otros han defendido fórmulas mágicas contra el desempleo, pero Ocaña, pegado a un realismo de político sin fantasías, ha eludido los números de prestidigitador. Y sus votantes, esos que una vez respaldaron a IU cuando la candidata era Rosa Aguilar, se han decantado esta vez por los juegos de magia propuestos por Rafael Gómez, una especie de enviado que quiere multiplicar los panes y los peces volviendo al ladrillo.

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