Cordobeses en la historia

El maestro del joven Picasso, referente de la pintura histórica

  • José Santiago Garnelo y Alda se anticipó en sus lienzos a la multiculturalidad, enseñó en las escuelas más prestigiosas, fue reconocido internacionalmente y casi desconocido en Córdoba

José Ramón Garnelo Gonzálvez era hijo de un herrero de Vicálvaro. Estudió Medicina en Valencia, superando ciclos en la Escuela de Bellas Artes, y cuando comenzó a ejercer su profesión ocupaba el ocio en los lienzos y en los libros; sus pasiones. El negocio del herrero llevaba a la familia frecuentemente a Montilla, donde conoció a su primera esposa, con la que tuvo dos hijas. Tras el fallecimiento de la joven y una crisis que alivió con la pintura, contrajo un segundo matrimonio con Josefa Dolores Alda Moliner.

El primero de sus hijos, José Santiago Garnelo y Alda, nació en la ciudad valenciana de Enguera un 25 de julio de 1866, casi coincidiendo con la muerte de sus abuelos paternos y una nueva etapa de aflicción del médico, que decide trasladarse al pueblo de su primera mujer; Montilla.

En 1867, teniendo el futuro pintor un año de edad, fijan su residencia en la montillana calle Corredera, donde nacen Lola, Teresa y Manuel, que moriría muy pequeño, heredando su nombre un quinto hijo, el escultor e imaginero Manuel Garnelo y Alda.

José S. Garnelo creció respirando los aromas de las bodegas, el perfume a mosto en los días de vacaciones en la Huerta de los Olivares y, en la casa, Arte y Humanismo. El activismo cultural que su padre desarrolló en Montilla, sin dejar nunca la pintura ni las letras, llevó al doctor a crear un grupo de teatro y una imprenta. Editaba las revistas La campiña y El anunciador montillano mientras escribía El hombre ante la estética, publicado en 1885, con un segundo tomo inédito.

La memoria de licenciatura de Miguel Carlos Clementson (El mundo clásico en José Garnelo y Alda), da noticia también de la actividad del doctor en Montilla y del ingreso de José en el instituto Aguilar y Eslava de Cabra, en donde cosecha su primer premio extraordinario en dibujo con 16 años. Terminado el bachiller en 1882 ingresa en la Facultad de Filosofía y Letras de Sevilla, entra en contacto con la Escuela de Bellas Artes y acaba decantándose por esta última disciplina, abandonando la universidad.

Entre los cursos 1883-85 obtiene de nuevo varios primeros premios en la Escuela y ya la Academia Provincial compra sus obras, mientras la Escuela de Bellas Artes sevillana -prosigue Clementson-, se hace con algunos cuadros del alumno que todavía se exponen allí. Paralelamente recibe clases del cordobés Solano Requena y crea bocetos de muebles, joyas, vestidos y del cuerpo humano "ayudado por los conocimientos de anatomía que su padre le ha infundido".

En 1885 se marcha a Madrid y abre su primer estudio en la calle Hortaleza compartiendo casa con su hermana Dolores -que cursa estudios de piano-, y se matricula en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. De nuevo llueven los premios y reconocimientos, y los halagos de colegas y profesores le animan a presentarse en 1887 a la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid, donde compite, entre otros, con Sorolla. Su obra La muerte de Lucano, que pintó con 20 años, le reportaría el segundo premio y unos ingresos de 4.000 pesetas al ser comprada por el Estado. En 1888 gana por oposición una beca para la Academia de España en Roma.

En plena ebullición de la pintura histórica, obras como la mencionada o La cultura española a través de los tiempos son una muestra majestuosa. Pero viaja a París en 1889 y se impregna de las corrientes de la ciudad del Sena. Opina Francisco Zueras en el prólogo a Clementson, que la constante inquietud del pintor le lleva a asimilar todos los movimientos estéticos, pero su "radical inconformismo" le llevaba también a abandonarlos "a pesar de que los triunfos logrados eran una tentación para continuarlos y vivir de las rentas. Una búsqueda permanente", que por fortuna le lleva a pintar el Duelo interrumpido, impregnado "con acentos del realismo de Toulouse Lautrec, cuadro que en España sería motivo de polémica por su sentido renovador". Pero logra con él otra segunda medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes. El primer premio de ese mismo certamen vendría en 1892 con Cornelio, y el mismo galardón, ahora en la Exposición Universal de Chicago de 1893, con la serie de obras titulada Primeros homenajes en el Nuevo Mundo a Colón. Ese año entra como numerario de dibujo en la Escuela de Bellas Artes de Zaragoza, y en 1895 ostenta el de profesor en la de Barcelona. Allí presta especial atención a un niño de 14 años que pinta sus primeros cuadros en el estudio del cordobés. Se trataba de Primera Comunión y El Monaguillo, y de Pablo Ruiz Picasso.

Entre 1896 y 1936 obtiene numerosos premios en París, Madrid, Galicia, Valencia, Bélgica o Roma, cátedra y sillón de académico en la Escuela de San Fernando de Madrid, dirección en la Escuela de Artes de la capital del Reino y de la Academia Española de Bellas Artes de Roma. En tanto, sigue su producción artística prolongada hacia la restauración, en la que dejó igualmente magníficas muestras. No había perdido jamás el vínculo con su infancia, con Montilla, y con la casa paterna, a la que volvió, ya enfermo, en el verano de 1944. Allí murió el 28 de octubre de ese año, para ser enterrado en la capilla de la Inmaculada de Santiago. Pero aquel pueblo, que nunca sepulta a sus hijos, mantiene toda su luz en el museo Garnelo.

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