La economía de la capital ha experimentado un franco retroceso en los últimos años. A los efectos de la crisis económica hay que añadir que el tejido productivo de Córdoba ha sido tradicionalmente uno de los más débiles de toda España, lo que la deja en una situación bastante complicada si se tienen en cuenta los datos del Anuario Económico de 2009 elaborado por La Caixa. Uno de los apartados analizados es el conocido como índice de actividad económica, que es una cifra calculada en función de los ingresos tributarios provenientes del Impuesto de Actividades Económicas (IAE). El propio estudio señala que es un buen indicador sobre cómo ha evolucionado el conjunto de los sectores en los municipios españoles. En el caso de Córdoba, este índice se situaba en las 600 unidades en 2002, mientras que en 2007 se colocó en 585, lo que supone un retroceso del 2,5%.

Es verdad que algunas capitales de provincia también han registrado descensos en el mismo periodo, pero otras han visto cómo su actividad económica se ha incrementado en el mismo periodo. En el apartado negativo, además de Córdoba se sitúan Sevilla, Jaén, Huelva y Granada. Esta última es la que se encuentra en una situación más desfavorable, puesto que el descenso acumulado por el tejido productivo desde 2002 es del 7,5%. Hay que tener en cuenta, además, que los últimos datos son relativos al año 2007, cuando aún no se habían notado de lleno los efectos de la crisis económica, lo que plantea un panorama bastante pesimista para la economía andaluza a expensas de futuros datos que lo corroboren.

Pero durante estos cinco años, el resto de provincias de la Comunidad autónoma han evolucionado de forma positiva. Málaga ha sufrido una subida espectacular del 37%. Hay que tener en cuenta que este crecimiento se produce entre los años 2002 y 2007, justo en el auge del boom inmobiliario -que comenzó aproximadamente en 1999- y que, además, tuvo en la provincia malagueña uno de sus epicentros. Las estadísticas, por tanto no muestran todavía los efectos del crack de la construcción que, evidentemente incidirán de forma negativa en la economía de la capital de la Costa del Sol. Junto a ella, Cádiz y Almería también registraron en esos cinco años un crecimiento del 8,9 y 5,8%, respectivamente. Curiosamente, las tres ciudades con ascenso se sitúan en la costa andaluza donde se produjo la expansión inmobiliaria.

Córdoba ha recuperado sin embargo su posición dentro del ranking andaluz que perdió en 2004. Ese año cedió un puesto y era la cuarta capital de Andalucía en cuanto a aportación económica, mientras que ahora se sitúa como tercera potencia, tras Málaga y Sevilla.

Muchos de los 75 municipios que componen la provincia han seguido durante este lustro una tendencia totalmente contraria a la mantenida por la capital. El caso más importante es el de Puente Genil, que ha pasado de tener un índice de actividad de 44 unidades a 60, lo que supone un incremento del 36%. La localidad pontanesa ha experimentado un crecimiento superior incluso al de Lucena, que siempre ocupaba los primeros puestos en este apartado. El buen momento que han atravesado algunos sectores estratégicos de esta zona como es el caso de la energía o la agroalimentación están detrás de este crecimiento. Por el contrario, la debilidad del mueble ha provocado que la subida de la actividad económica de Lucena se haya quedado en el 26,5%. Aún así se trata de la segunda localidad con unos datos más positivos, según el Anuario de La Caixa. El resto de municipios con peso representativo en el conjunto de la provincia ha sufrido la misma suerte que la capital. Así, en Pozoblanco se ha pasado de un índice de 40 a 35 (-12%) y en Cabra la caída ha sido más leve (-6,2%).

Si se tienen en cuenta las comarcas, la del Alto Guadalquivir apenas ha sufrido variación y las localidades que se integran en ella han mantenido su actividad económica. Es el caso de Montoro (que no ha bajado de las 11 unidades) o Villa del Río (que se mantiene en las 14). El resto de municipios se mantienen también en los mismo parámetros, aunque con un menor peso específico dentro de la actividad económica del conjunto de la provincia.