Córdoba

"La religión no está en crisis, está presente en los debates ideológicos"

  • Filósofa, referente del pensamiento laico en España y autora del libro 'Hablemos de Dios' junto a Amelia Valcárcel, Camps defiende que el hecho religioso sigue "muy presente" en la vida cotidiana

Invitada por la Cátedra para la Resolución de Conflictos de la Universidad de Córdoba, Victoria Camps, referencia del pensamiento filosófico en España, acudió hasta el Rectorado para hablar de laicismo, de religión y de choque de civilizaciones. Casi casi como en su último libro, Hablemos de Dios, la conferencia se convirtió en un diálogo, precisamente lo que echa en falta hoy en día en el debate religioso en España.

-Hace 1.000 años, en Córdoba se vivió un diálogo más o menos idílico entre tres civilizaciones, pero fracasó.

-En la Historia han fracasado muchas cosas y eso no quiere decir que no se puedan recuperar. En estos momentos estamos en una coyuntura que hay que saber aprovechar porque las religiones parece que se vuelven a encontrar, aunque no siempre de la forma más pacífica. Eso debería ser objeto de investigación de la política, de la ciudadanía, de ver qué se puede hacer para establecer un diálogo que sea constructivo.

-¿Qué podemos exportar de esa Córdoba del siglo X?

-Cuando han pasado tantos años es difícil aprovechar experiencias. El recuerdo sí que queda y es interesante. Motiva más tener ese pasado que no tenerlo para intentar encontrar algo distinto. Los árabes de ahora ya no son los de entonces. Fue la época ilustrada del pensamiento árabe.

-¿Puede haber diálogo entre civilizaciones con la religión?

-Sí. Las divergencias culturales generalmente tienen raíces religiosas. Es difícil separar ese multicultuarilismo o esa interculturalidad de lo que puede ser ese núcleo religioso que es lo que provoca distintas costumbres, distintas formas de entender la vida, distintas formas de comunicarse, doctrinas a veces muy radicales. Veo difícil separar la cultura de la religión por que está en la base de todas las culturas.

-¿Está la religión en crisis?

-Yo diría que estamos viviendo una sopresa. Parecía que en Europa, donde ha habido un proceso de ilustración, de secularización, donde los estados son laicos y donde la religión ha pasado a la vida privada, no es así. La religión está presente en la vida pública, en los debates ideológicos. Debates que tienen que ver con la vida y con la muerte, con el encuentro entre costumbres distintas, como es el Islam con el velo o la mutilación genital. Eso pone de manifiesto que la religión está todavía muy presente.

-¿Es España un Estado más laico que hace años?

-Depende con la España que comparemos. Más laico que en la etapa franquista es, sin duda. Y la sociedad es menos religiosa que antes. En España pasamos de un extremo a otro mucho más fácilmente que en otros países, quizá porque hemos tenido la historia que hemos tenido. Han sido muchos años de Dictadura y de imposición. Ha habido una reacción que se ha ido al otro extremo. Lo que ocurre es que aunque España sea un Estado laico o aconfesional, y la gente parece que es más agnóstica o vive menos la religión, cuando existe un problema como ahora con la regulación del aborto se polarizan las posturas. Se polarizan entre los extremos. Es decir, creo que la mayoría de la gente está más de acuerdo de lo que parece y de lo que trasciende a los medios de comuniocación, que transmiten sólo el sentir las creencias de la Conferencia Episcopal y del laicismo extremo.

-Tras la masiva llegada de inmigrantes a España con sus respectivas creencias religiosas, ¿existe todavía esa convivencia pacífica entre distintos?

-Creo que bastante, porque aquí no hemos tenido problemas con el velo como en otros países. En cuanto al tema religioso, hay más tolerancia que en otros lugares. Lo que hay que intentar es que esa tolerancia se mantenga. Aquí hay un tema de reflexión muy importante: saber la neutralidad del Estado hasta dónde tiene que llegar, hasta dónde hay que permitir y qué es lo que no se debe permitir. Es algo que debería ser objeto de un debate bastante continuo y sostenido, porque se van manifestando posturas más o menos radicales y hay que prepararse para hacerles frente y que no se generen conflictos que muchas veces son injustificados.

-En España se vive ese choque de civilizaciones de forma natural.

-Aquí en el plano religioso y cultural se vive bastante bien. A veces hay brotes como en El Ejido hace algunos años, pero son bastante esporádicos.

-¿Se puede hablar de Dios con libertad?

-Sí, hablar por supuesto. La libertad religiosa es un hecho. Lo que pasa es que actualmente hay que reubicar la religión en las sociedades. Ese es el tema fundamental. Precisamente porque hemos vivido tantos cambios, hay que pensar qué quiere decir que somos una sociedad laica cuando hay mucha gente con creencias religiosas que también tienen derecho a expresarse públicamente. También hay que volver a pensar qué quiere decir que la religión es un asunto privado o si realmente lo es. Para mí es fundamental y ese es uno de los temas que aparece en el libro.

-Si las tres grandes religiones son hijas de Abraham, ¿porqué cuesta tanto que se pongan de acuerdo?

-Por eso, porque se parecen. Quizás porque son religiones monoteístas y casi por definición producen enfrentamiento, porque cada una piensa que su Dios es el único y el verdadero. En cambio el budismo no tiene problema porque es una religión sin Dios, es una forma de vida. Ahí está la diferencia. El monoteísmo es doctrinario.

-¿Se puede educar con Dios en la pizarra?

-Yo creo que en sociedades plurales y en estados laicos, hay que saber educar en la fe religiosa, pero debería salir de la escuela, del currículum, aunque fuera una asignatura optativa debería separarse. Educar religiosamente es catequesis. No es instruir en la historia de las religiones ni es enseñar cuál es nuestro pasado, nuestra herencia. Eso forma parte de otras materias como la Historia o la Filosofía. Pero educar en la fe es otra cosa y eso debe estar o en las iglesias, en las parroquias o en lugares como las escuelas pero fuera del horario.

-¿Asignaturas como Educación para la Ciudadanía no se aproximan hacia el otro extremo?

-No, porque esta asignatura la veo relacionada con el precepto constitucional que dice que el derecho a la educación tiene como objetivo la formación de la personalidad humana. Eso quiere decir que no sólo es enseñar Lengua, Matemáticas o Historia. Es otra cosa. Es transmitir los mínimos. Yo hablo siempre del mínimo común ético que necesita una sociedad democrática para convivir pacíficamente y para respetar los valores constitucionales y los derechos humanos. Esto hay que transmitirlo porque si no la sociedad de consumo no lo enseña. Por tanto, el Estado tiene que garantizar la transmisión de esos valores. Y eso es la Educación para la Ciudadanía.

-¿Hay moral sin religión?

-La moral sin religión, una moral laica y una moral religiosa en cuanto a contenidos si todo el mundo es razonable no se distingue tanto, porque todos hemos heredado los mismos valores y esos valores están mínimamente consensuados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pero hay dos diferencias fundamentales. Por una parte, una moral religiosa piensa en un fundamento religioso, lo que hay que hacer hay que hacerlo porque Dios lo manda. Hay una Ley derivada de una revelación divina. La moral laica cree que es la razón la que ha iluminado para aceptar esas normas. Por otra parte y respecto a las preguntas más difíciles de resolver, como si el embrión es una persona o si el ser humano tiene derecho a disponer de su vida cuando decide que no es digna, la doctrina religiosa más ortodoxa tiene respuestas muy claras. La moral laica no tiene respuestas y deja a la persona que decida.

-En estos tiempos estamos viendo muchas manifestaciones públicas y políticas que quizá afectan más al Estado...

-Sí... Lo que pasa es que afectan también a los ciudadanos, por supuesto, y a los ciudadanos creyentes. E incluso a los ciudadanos creyentes con una doctrina muy ortodoxa. Ellos también tienen derecho a expresarse y a manifestarse. Lo que ocurre es que es muy difícil establecer una discusión razonable cuando nadie quiere escuchar al otro. Y eso es lo que pasa muchas veces, que las posturas son muy extremas y no se escucha al otro. Entonces, no hay forma de llegar no ya a un consenso sino simplemente a discutir. Cada cual está en su postura y se mantiene. Eso es lo grave.

-¿Podemos ser optimistas en un futuro de cara a que exista esa idílica Alianza de Civilizaciones?

-Creo que el optimismo es una cuestión de fe y hay que ser optimista si queremos avanzar en algún sentido. Si partimos del escepticismo y decir que somos impotentes y las cosas son como son y no se pueden cambiar, ni podemos hablar de ética. Si no hay un mínimo de esperanza, apaga y vámonos.

-¿El cambio de Gobierno en Estados Unidos es un motivo para el optimismo?

-Ese es un motivo para la esperanza, quizá el único.

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