Córdoba

Un desfile a la última entre ladridos

  • La Facultad de Veterinaria celebra un multitudinario festival canino para celebrar su 160 aniversariol En el plan renfe Más de 400 perros celebran en esta original iniciativa, donde también hubo exhibiciones y talleres formativos.

Ni Cibeles ni Milán. Tampoco modelos de Carolina Herrera ni de Pedro del Hierro. Ayer los protagonistas fueron más de 400 perros, que se subieron a la pasarela para convertirse en el centro de todas las miradas. Los había de todo tipo. Presumidos, desafiantes, pachones, simpáticos o juguetones.

La Facultad de Veterinaria de la Universidad de Córdoba (UCO) celebró ayer un festival canino con motivo de su 160 aniversario, "el mejor regalo" que se le puede hacer a la ciudad para celebrar esta efemérides, reconocía el decano de este centro, Librado Carrasco. Lo cierto es que la expectación era máxima, rebasando todas las previsiones y los jardines de la antigua Estación se convirtieron por un día en el centro de la moda canina por excelencia.

Al estrado se subieron perros con trajes de novia, con atuendos rockeros, hippies o pijos. Con coloridos complementos e, incluso zapatos hechos a medida. El jurado -compuesto por un representante de la asociación de clínicas de veterinaria, el Colegio Oficial y la Facultad- tenía la difícil tarea de elegir al can más simpático, al más grande, a la mejor pareja, al más obediente, al más pequeño, al disfraz más original, al más peludo, al mejor corte de pelo o al más elegante. "Una decisión muy difícil porque se han presentado cerca de medio millar", reconocía Carrasco mientras realizaba sus anotaciones.

Andrés lleva con Ranger desde hace seis años. "Es un perro de agua muy cariñoso, que no teme a nada ni a nadie", decía este joven mientras acariciaba a su mascota por portarse "tan bien" encima de la pasarela. "Mi padre se enteró de este concurso y me apunté de momento, y si el año que viene tengo otro perro más me presentaré con los dos", relataba. El mastín de Victoria era casi más grande que ella. "Me lo regalaron para mi cumpleaños y siempre está conmigo", decía mientras le colocaba el collar de perlas que le había puesto para la ocasión. Además del desfile en sí, el festival canino tenía un componente formativo y lúdico.

En la carpa de Sadeco, se informaba sobre la importancia de recoger en bolsas de plástico los excrementos de los perros para hacer la convivencia entre animales y personas más fácil. También aquí se comprobaba si los perros tenían su chip -como su carné de identidad- y en el caso de que fuera así se informaba sobre cómo tramitarlo.

Justo enfrente de esta stand se encontraba el rincón de la obesidad, donde los perros se sometían a una auténtica revisión médica para comprobar si tenían sobrepeso. "Aquí informamos a los dueños de la alimentación más adecuada según el tamaño y la raza de su mascota, porque muchas veces se piensa que vale cualquier cosa para alimentarlo", reseñaba Carrasco. De forma paralela al desfile, se celebró una exhibición de perros ratoneros-bodegueros de Jerez y una prueba de agility, consistente en la superación de obstáculos.

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