Córdoba

Los Pokémon se suman a la 'cordobesía'

  • El juego de Nintendo llega a la ciudad con gimnasios en el Cristo de los Faroles o en la fuente de Colón Córdoba se suma a la moda de cazar monstruos en cualquier sitio

Esto no es Pueblo Paleta y tú no eres Ash Ketchum. Pero si de repente te estás tomando una cerveza en la Corredera y encima de tu mesa aparece un Rattata salvaje, lo normal es que te lances a cazarlo. Sí, hay algunos a los que todo esto del Pokemon Go se les ha ido de las manos, episodios como el colapso en Central Park por un Vaporeon (casi se entiende por la dificultad de conseguir uno de estos) o el de los dos chavales que se metieron en un túnel no peatonal de Barcelona en busca de cualquier monstruo de Nintendo lo demuestran. Eso sí, no todo van a ser demostraciones de poca cabeza.

Pokémon Go, el juego para dispositivos móviles que ha hecho ganar a Nintendo millones y millones en cuestión de días, es de los que tira de nostalgia y contra eso hay poco que hacer. Algún que otro chaval de esos cuyo regalo de bautizo es un smartphone también se suma a la moda, pero la aplicación es territorio de los ya no tan jóvenes que crecieron recitando el lema del Team Rocket ("rendíos ahora o preparaos para luchar"). Si camina por Cruz Conde y ve a alguien haciendo gestos raros con el móvil no piense que se está tomando un selfie, eso es cosa del 2014, lo que hace es cazar un monstruito que por arte de magia, o tecnología, está junto a la tienda El Ganso.

Y es que Pokémon Go es de la generación que dotaba a cualquier pelota de los 20 duros de la capacidad de ser una Poké Ball porque la verdadera era demasiado cara. Habrá quien no lo entienda, pero en tiempos de doras exploradoras y patrullas caninas hay quien todavía se acuerda de cuando no soltaba la Game Boy Color jugando al Pokémon Amarillo.

Y aunque los haya críticos, pocos son los que no se sienten cuanto menos fascinados de que la plaza del Cristo de los Faroles, símbolo del recogimiento y la elegancia, sea un gimnasio donde conseguir más bichos, o de que también lo sean las fuentes del Bulevar de Gran Capitán y la de Colón. De que el empedrado histórico que ha visto pasear sobre sí a esa Córdoba de las tres culturas vea ahora discurrir a Pikachu, tan complicado de atrapar, a Clefairy, posiblemente uno de los Pokémon más simpáticos, o a Charmander, el dragón que siempre quisiste que evolucionara a Charizard y que nunca pasó de Charmeleon.

La realidad virtual toma la ciudad en el juego y adquiere todo el sentido cuando te das cuenta de que junto a la Calahorra hay un Squirtle porque es un Pokémon tipo agua y el Guadalquivir está justo al lado, todo el sentido. Gracias a herramientas como el GPS o los mapas interactivos el juego se vuelve toda una demostración de conocimiento de la ciudad, porque a lo mejor tienes que ir a la calleja del Niño Perdido a por pociones para curar a tus Pokémon, y no, hasta ahora nunca supiste que en Córdoba existía tal nombre en el callejero.

Lo malo de todo esto es que el juego haya salido en pleno verano. El objetivo es conseguir cuantos Pokémon se puedan y hacerlos crecer, y para ello es necesario el movimiento, es decir, andar. La ola de calor no es una buena compañera de la plataforma, pero al menos el juego consigue que los usuarios se mantengan en forma.

Eso sí, aquellos que tengan mucho interés en hacerse con los 150 Pokémon iniciales no pueden quedarse en Córdoba, porque los más complicados están en lugares inhóspitos del planeta, aunque quién sabe si Los Villares es lugar de paso de un Kadraba.

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