Eduardo García. Director del comedor social de Prolibertas

"La gente no quiere ayudas, lo que quiere es trabajar"

  • Alaba la labor incansable de los voluntarios que cada día prestan su tiempo para ayudar a personas en riesgo de exclusión social y alerta de que la crisis continúa en Córdoba.

Fue la primera persona que contrató la Fundación Prolibertas en 2001. Eduardo García (Montilla, 1971) comenzó a trabajar en una casa de acogida para inmigrantes en Antequera (Málaga) y luego en otra para reclusos. Hace dos años, Prolibertas se hizo cargo de la gestión del comedor social de los Trinitarios y él se puso al frente. Dice que cuando llegó le "impresionó el ambiente" y se cuestionó "si sería complicado trabajar, porque a priori parece como sórdido". Una sensación que desaparece nada más conocer la labor que allí se desarrolla.

-Cada día trabaja con personas en riesgo de exclusión social con historias diferentes, ¿afecta esto a su vida?

-El corazón no se hace duro, se habitúa. Soy trabajador social y trato de verlo desde un punto de vista profesional. Procuro que el corazón no se haga duro para no perder la sensibilidad que debes de tener. Ademas, has que desarrollar capacidad de empatía, ponerte en el lugar del otro y tratar de ver por qué la otra persona se encuentra en la situación en la que está.

-¿Y cómo se hace eso?

-Tienes que conocer la realidad de cada persona, cómo es el colectivo en general, pero también centrarte en cada persona; cada una tiene una realidad distinta, una historia de vida diferente. Toda persona que viene necesita que la atiendas con su propio drama individual. Se trata de conjugar la intervención profesional con esa capacidad de empatía, de escucha, de valorar a la persona que tienes delante.

-Ante el elevado número de personas a las que atienden -el año pasado fueron 1.440-, ¿cree que en Córdoba se pasa hambre?

-En Córdoba hay personas que carecen hoy día de lo básico y sustancial para tener una vida digna y vivir con todos sus derechos garantizados. Son personas que carecen de lo básico para cubrir sus necesidades básicas y tener las oportunidades y los derechos garantizados.

-¿Existe un perfil igualitario de usuarios?

-Las personas que están en exclusión social tienen perfiles muy heterogéneos. Nos encontramos a personas sin hogar y también a las que tienen residencia en Córdoba pero que poseen unos ingresos mínimos y, con eso, es difícil subsistir. Entre ellas también hay diversos tipos de perfiles. Lo que tienen en común todos ellos es que carecen de redes, de una familia y, eso es, en definitiva, lo que les lleva a verse en la calle. Son personas que han podido tener en la vida diversas dificultades, que han sufrido un fracaso laboral y pierden el trabajo, o personas que han pasado una ruptura familiar. Hay otras que vienen de centros de menores o desde familias desestructuradas, otras con enfermedades mentales, discapacidades, con toxicomanía o algún tipo de adicción… El abanico es muy amplio. Imagina que algunas de estas circunstancias se unen y que detrás no existe una red de apoyo social fuerte como la familia... En ese caso, lo más normal es que te veas en una situación de calle y tengas que acudir a un tipo de recurso para poder subsistir.

-En el informe anual que han presentado esta semana desvelan que por primera vez son más los usuarios y familias españolas a las que atienden que extranjeras. En 2007 atendían a un 30% de usuarios nacionales y el año pasado la cifra se elevó al 54%, ¿a qué cree que se debe este cambio?

-En 2015 ha sido la primera vez que hemos constatado que el número de españoles supera al de extranjeros. No soy sociólogo ni experto para hacer un diagnóstico de lo que está pasando en la sociedad, pero lo que intuyo es que cada vez hay más personas españolas en situación de necesidad y que los inmigrantes o bien retornan o bien Córdoba no es una ciudad que ofrezca oportunidades para crear empleo.

-El documento también recoge que son más los hombres los que llegan al comedor que las mujeres, ¿por qué?

-Sí. El perfil más abundante que llega es el de varón, de entre 40 y 50 años.

-Los Trinitarios llevan casi 30 años prestando este servicio de comedor en Córdoba, ¿qué pasaría si no existiera?

-Entiendo que es la Administración pública la que tiene que dar respuesta a este tipo de situaciones. Están los Servicios Sociales, que son la red básica de atención y los que tienen que dar respuestas. Lo que hacemos las entidades del tercer sector como nosotros es apoyar esta red de la Administración y llegar a situaciones a las que no llegan. Pero es el Estado, la Administración pública, la que debe de garantizar los derechos y que las personas vivan con dignidad.

-¿Cree que ahora mismo las administraciones garantizan esos derechos?

-Ahora mismo, las administraciones hacen un esfuerzo, pero la verdad es que hay muchas entidades como la nuestra, Cruz Roja o Cáritas que también prestan servicios necesarios.

-Hay algunos partidos que han propuesto la creación de una renta básica para evitar este tipo de situaciones, ¿considera que es necesaria?

-Creo que la gente no quiere ayudas, lo que quiere es trabajar. Es lo que hace a una persona sentirse capacitada y autónoma. Creo que tenemos que ir hacia la posibilidad de buscar empleo y no a los subsidios, que han creado una mentalidad que no ha aportado nada positivo. También creo que debemos de tener unos mínimos garantizados, pero hay que ajustar esos mínimos necesarios con esas necesidades de hacer algo productivo y que empodere a esas personas.

-Los indicadores económicos aseguran que la crisis está finalizando, pero ustedes mantienen una demanda muy elevada, ¿cómo se explica?

-La crisis sigue. Antes de ella teníamos muchos usuarios y, en 2008, la cosa se disparó y llegamos a los 1.603. Ahora, seguimos manteniendo altas cifras y las familias no avanzan. Además, muchas de las familias a las que atendemos vuelven al servicio y en 2015 superaron el 30%. Hemos notado que la demanda ha aumentado significativamente en estos años. Hemos hecho un esfuerzo por adaptarnos a esa demanda, hemos ofrecido más servicios e incrementado el personal, tanto el contratado como el voluntariado, para el que hay lista de espera. Tenemos más demanda de voluntarios de los que somos capaces de ubicar. Son las dos caras del momento social que vivimos. Por un lado, el momento de necesidad y, por otro, el aumento de la solidaridad y la capacidad de respuesta de los ciudadanos. Las donaciones con la crisis han aumentando y también las personas que se ofrecen como voluntarias.

-¿Cómo se financian para prestar todos estos servicios?

-Ahora tenemos más recursos públicos que hace unos años. Las administraciones públicas están respondiendo y nos están subvencionando a través de diferentes fondos, pero todavía son necesarios más recursos. Nos mantenemos gracias a las subvenciones y ayudas públicas y privadas y también a la colaboración de la ciudadanía cordobesa: gente particular o anónima, entidades, asociaciones, colegios, Cáritas, peñas, asociaciones de vecinos, hermandades... El Banco de Alimentos nos surte y también tenemos las ayudas de la obra social de La Caixa. Por ejemplo, hay un programa que se llama Comedores con alma que nos posibilita la compra de productos frescos, que es lo que menos entra por donaciones. La Fundación Cajasur es muy importante para nosotros porque nos posibilitó la última reforma del comedor. Tenemos las libertiendas -unos establecimientos desde los que pretenden la venta de ropa, calzado y complementos, de ocasión y usados, así como artesanía elaboradas por sus usuarios- y las aportaciones públicas que nos llegan desde los convenios con el Ayuntamiento y la Diputación.

-Y todo este dinero para prestar asistencia, ¿en qué acciones se materializan?

-Hacemos intervenciones asistenciales. El gran problema de estas personas y familias es que necesitan capacidad de autonomía por sí mismas para salir y la autonomía es el empleo. Hoy en día, nosotros no trabajamos en proyectos de empleo y son las administraciones las que tienen que garantizar que se creen las posibilidades para poder crear empleo y haya contrataciones desde la parte pública y la privada. Damos respuesta a lo más inmediato: la gente necesita comer, necesita vestirse y ducharse. Para el futuro tenemos otros tipo de planteamientos.

-¿Qué otros proyectos quieren poner en marcha?

-Tenemos unas infraestructuras muy deficientes; el comedor se nos quedó pequeño y llevamos muchos años haciendo un proyecto para tener unas instalaciones nuevas. El problema es que cuaje. Tenemos la financiación, aunque es un proyecto costoso, cercano a los dos millones de euros según las previsiones iniciales. Ahora mismo tenemos un planteamiento y estamos esperando a que el Ayuntamiento nos haga una propuesta porque, de momento, no hemos tenido respuesta. Necesitamos unas nuevas instalaciones para desarrollar el programa. Queremos eliminar algunos conceptos como el ropero social y evitar que las personas se sientan pobres por tener que ir a este servicio. El proyecto es tener una tienda de ropa a la que la gente pueda venir con su bono y recogerla; es un modelo que ya existe. También nos gustaría contar con otras tiendas y atender a las familias de otra forma y, así, dar más dignidad a esa atenciones. Otro proyecto que manejamos es desarrollar un sistema de comida para llevar desde una tienda.

-Para muchos sería una forma de evitar venir hasta aquí, ¿no?

-A muchos les da vergüenza venir. El 50% de los usuarios del año pasado lo hicieron por primera vez. Llegan derrotados y lloran como niños pequeños y no saben cómo afrontar esta situación.

-¿Qué queda del espíritu trinitario en este comedor?

-El comedor está impulsado por un ambiente de familia trinitaria y en él trabajan religiosos de la orden y monjas desde los inicios, aunque también hay laicos. Lo que el comedor tiene de trinitario es su razón de ser, que es estar al lado de los más pobres, de los que más sufren e intentar ser rescatadores de personas que sufren algún tipo de situación de esclavitud. Hoy en día, estar en la calle, no tener para ducharse o para asearse es una gran esclavitud. Y, como hace ocho siglos, los Trinitarios siguen estando al lado de esas personas ante este tipo de situaciones. Ahora hay otras nuevas esclavitudes.

-Hoy se celebran unas nuevas elecciones generales, ¿qué pide al nuevo Gobierno que saldrá de las urnas?

-Lo que le pido es, primero, sensibilidad para ver la situación de miles de ciudadanos de este país que no tienen las condiciones necesarias para cubrir sus derechos y también sentido de justicia. Habrá que remover aquellas estructuras en este país que están impidiendo y haciendo que haya que millones de personas estén sin trabajo, sin vivienda digna, sufriendo desahucios y viviendo situaciones de grave exclusión social. Pido sensibilidad y sentido de la justicia.

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