Antonio cobos

"Tengo cuatro cosas en la vida: familia, trabajo, amigos y carnaval"

  • Es leyenda viva de la fiesta con 50 años de trayectoria a sus espaldas Crítico con la actual entidad gestora, considera que ni el concurso ni el carnaval pasan su mejor momento

LLEGA al Gran Teatro como quien entra por la puerta de su casa. Su nombre es Antonio Cobos, pero todo el mundo le conoce como Comisario. Medio siglo al compás del 3x4, 50 años que le acreditan como un histórico del carnaval de Córdoba y otro tanto tiempo de vivencias y anécdotas que darían para escribir una enciclopedia de la fiesta. No puede evitar reírse, y bien alto, cuando recuerda una noche en el Puerto de Santa María en la que, junto al Magdalenas, le aconsejaron acudir a un hostal que estaba en el número 138 de una calle, llevaban andando media hora y todavía iban por el 22. Lo que vino después lo deja un poco en el aire. También se le viene a la mente ese día en el que cobró una subvención del carnaval y se fue a Cádiz, compró entradas en la reventa y junto con cinco amigos disfrutó en el Falla de la mítica Raza Mora. No tiene pelos en la lengua cuando se le pregunta por el concurso de ahora y recuerda mejores años, mucho mejores, a los que se viven hoy en día en la fiesta.

-¿Por qué Comisario?

-En los años 70 yo repartía butano, era bombonero, y un día iba a ensayar con el mono y me dijeron "ahí viene el comisario de las bombonas". No soy el comisario del carnaval, sino de las bombonas.

-¿De dónde le viene la afición al carnaval?

-De mi madre. Hace 50 años que canto y ahí nació mi afición. Soy del Campo de la Verdad y cuando llegaba el carnaval recuerdo que los nenes se iban con los polvos de talco detrás de las nenas, se liaba un revuelo y salían máscaras. Había una que salía por allí corriendo y no sabía nadie quién era, hasta que un día me di cuenta de que era mi madre. Ella me vestía, me ponía cuatro pegos... Después me mudé a las Margaritas y ahí ya había agrupaciones. No hay que olvidar que Rafael Castro fue el que creó la primera agrupación que hubo en Córdoba después de la guerra. Y luego ya en el 64 se fue a Cádiz y Córdoba consiguió ser la primera ciudad de Andalucía que fue a concursar allí. Empecé a verlo de chiquito cantando por los bares, en la puerta de Los Romerillos, que entonces era Casa Juan Antonio, y ahí empezamos. En las Margaritas, con 14 años, me enteré de que había una gente que hacía carnaval y empezamos con 'Los califas' con gente muy importante como Pepe El loco de Medina Azahara. Nosotros celebrábamos el carnaval el día de los enamorados con siete u ocho agrupaciones. Fuimos a Cádiz a principios de los 70 con 'Los maletillas de la Corredera'. Ya en el 76 volvimos a Cádiz con 'Los pregoneros', con el grupo nuevo y ya hasta el 81. Ya en 1983 conseguimos tener aquí el concurso y no volví. Me acuerdo de que partió con unas 16 agrupaciones en el Teatro Góngora, después se pasó a El palacio y ya en el 86 en el Gran Teatro, donde estaremos hasta que el carnaval exista y dure.

-¿Cómo era el carnaval durante el franquismo?

-No había carnaval, había máscaras, gente que corría porque había que correr. Estaba prohibido, te cogían y hacían el papel y te soltaban; a mi madre, eso sí, no la cogían. Recuerdo además que mi suegro era guardia en el Realejo y me contó que se quitaba la ropa de guardia y se vestía de máscara y se iba a la calle Montero.

-¿Cómo ve el concurso y la asociación que lo gestiona?

-Han pasado unos cuantos presidentes, yo mismo incluido. Llegamos a tener 56 agrupaciones sólo de Córdoba y provincia. Después surgió una gente nueva que son los que rigen el carnaval hoy. Ha habido años muy buenos donde se veía que subía el carnaval, pero luego empezaron a recortarse cosas como hasta hoy, que no hay un triste cartel por las calles del teatro. Estoy bastante descontento por cómo va el proceso, hay gente que tiene unas ideas muy respetables, pero no las comparto. Yo soy de los más viejos que hay, me gusta el carnaval, es lo que más me gusta y tengo derecho a hablar. Y aquí nunca se habla de carnaval, se habla de concurso, y son cosas diferentes. La asociación puede gestionarlo, pero desde aquí le digo al Ayuntamiento que ponga pies en pared porque no está saliendo bien, cada vez va a menos, no hay por donde cogerlo.

-¿Este año se ha visto eso?

-Yo he visto dos cosas buenas: llenar el teatro de 1.000 niños y la armonía de camerinos. Pero he visto también cosas raras: penalizaciones por cosas que no tienen mucha importancia y se sancionan y les cortan la ilusión a los chavales. Vienen grupos que se conforman con pasar el corte y se los han cargado. Es cierto que todos no podemos pasar y los hay que se quedan en la calle. Pero luego ves cosas que dices: "¿Yo estoy fuera y otros grupos están dentro?". No se qué clase de jurado han cogido este año.

-¿Y cuál cree que es la razón de que esté pasando todo esto?

-Aquí se perdió una cosa muy buena que era llevar el carnaval a los barrios, ahí entró el declive. Si a mí me llama el alcalde, iré a ver lo que quiere. José Antonio Nieto ha sido el único que ha llamado y se ha preocupado y se lo tengo que agradecer a él y a Amelia Caracuel. Esto lo tiene que arreglar el Ayuntamiento, no nosotros. Y se ha venido a menos porque ha pasado a manos de señores que lo que les interesa es el concurso. Que además es insípido, transmite poco y a la altura a la que estamos no se pueden oír las cosas que se oyen. Lo que no puede ser es la estampida de grupos a los pueblos y que después vengan con las orejas agachadas y faltando a los escenarios de las calles. Así te cargas el carnaval. Este concurso es una merienda de negros. Y habrá a quien les moleste, pero estoy hablando verdades.

-¿Cuál es la solución?

-Todos los maquillajes se arreglan con dos coloretes y eso es el carnaval. Mentalizando a la ciudad, que nos vean. Yo recuerdo que se cantaba lunes, martes y miércoles en los barrios y luego en Montero, San Juan de Letrán y Poeta Juan Bernier. Aquí era donde venía la gente a disfrazarse, les decían los mariquitas de la calle Montero, y sólo era gente liberal. Y ahora llegas y es una penumbra, a las doce de la noche te tienes que apartar porque vienen fregando. Me gustaría llevar el carnaval a mi barrio, a las Margaritas, a Levante. Yo he escuchado a la gente diciendo que los viejos se tienen que ir ya, eso es fuerte, que se enteren esos señores de que ellos también serán viejos.

-Y ya tirando de recuerdos, ¿cuál es el mejor que tiene?

-El mayor recuerdo del carnaval es la cantidad de amigos que tengo, ese vale más que nada. Y cuando me dijeron que fuera pregonero en 2007. Además de todos los reconocimientos. Tengo tres o cuatro cosas en la vida: mi familia, mi trabajo, mis amigos y el carnaval.

-¿Qué ha conseguido con el carnaval?

-Hacer pasar un rato agradable a los niños de Fepamic, Aprosub... sólo pienso en hacer cosas para ellos. Hacemos un homenaje en nuestra peña a los niños disminuidos psíquicos de Córdoba y queremos conseguir que eso se reconozca como acto. No tenemos ni donde caernos muertos porque todo lo gastamos en cosas como ésta. Esto es hacer cosas para el carnaval, no para el concurso. También hacemos charlas y debates, el reconocimiento de Los jumeras que fue un grupo clave del carnaval... No digo que los que están no trabajen, pero en algunos sitios se me ha caído la cara de vergüenza al hablar en nombre del carnaval y que me digan "a mí me deben tanto". Y ahí están esos señores que no se van y me han dicho en mi cara que les da igual que presentemos candidatura porque el 85% de la asociación son ellos. La única solución es poner una denuncia pero yo no denuncio a nadie del carnaval.

-Se le conoce por su apoyo a la cantera.

-A las fechas que estamos ya estoy pensando a traerme dos infantiles el año que viene, una de Córdoba y otra de Villafranca. Otros años los llevo a la Warner, al Falla, Isla Mágica... Y todos esos que un día cogí son hoy los hombres del carnaval. Mis hijos empezaron con siete y con dos años cada uno. En Levante teníamos una peña y ahí estaban Taleguilla, Rojano, los Banderas... muchos grandes. Más del 50% de la gente que sale hoy en el carnaval de Córdoba empezó conmigo. Por esa experiencia entiendo que a día de hoy se debería reflexionar qué grupos de niños se sacan porque hay que enseñarlos a que se entiendan lo que cantan y eso se ha perdido.

-¿Y cómo es capaz de bregar con tanto niño?

-Tenía una camioneta amarilla, delante sólo podían ir dos y atrás iban los niños y en las curvas había alguno que se salía (ríe). Si a mí me gustaba la marcha, ellos me incitaban. Eso sí, no es que fueran buenos, eran buenísimos. Las vivencias que tengo con ellos son las más bonitas. Hay uno que la primera vez que salió de Córdoba, lo saqué yo, lo enseñé a ponerse los zapatos, a vestirse, a peinarse... y hoy tiene 40 años y sale conmigo en el grupo. Los grupos infantiles son lo primero para mí.

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