cruz conde 12

De ordenanzas, luces cortas y valentía

  • Zozobra. Curiosa, cuando menos, fue la actitud de la teniente de alcalde de Hacienda al tratar de camuflar la subida de impuestos del cogobierno municipal, algo en todo caso previsible

C uriosa, cuando menos, fue la actitud de la concejal de Hacienda, Alba Doblas, al tratar de camuflar un hecho evidente: que el Ayuntamiento de nuestra ciudad ha aumentado la presión fiscal en las ordenanzas y tasas municipales. La cifra quizá no sea para llevarse las manos a la cabeza, un modesto 0,7%, pero la falta de valentía del cogobierno a la hora de comunicarlo demuestra una zozobra interna innegable y que poco amor se le tiene a la transparencia que con tantísimo ardor se proclama. Extraño, desde luego, si se tiene en cuenta que muchas de las acciones políticas que propugna IU en favor de los más frágiles de la sociedad no pueden sostenerse sobre otra cuestión que no sea, más allá de un ahorro interno, una mayor captación de ingresos a través de los impuestos. El exalcalde Julio Anguita, al que quizá se le puede confrontar en los ideológico pero no tachar del falto de valentía, ha explicado en numerosas ocasiones que siempre se gobierna a favor de alguien y en contra de alguien. Y sí, la política, a nivel de gestión, se basa fundamentalmente en eso y de ahí que resulte pelín ridículo querer camuflar una subida de impuestos por pequeña que sea con la esperanza de que los periodistas se lo traguen y lo vomiten conforme al poder establecido le conviene. Debería haber sido Doblas menos esquiva y más coherente, pues el aumento de la presión fiscal se hace bajo unos argumentos lícitos, que nos pueden gustar más o menos pero que son absolutamente legítimos por parte de quienes los promueven aunque uno entienda que acarrean serios riesgos a medio plazo.

Corre en realidad el actual cogobierno que preside la señora Ambrosio el riesgo de caer en la misma tela de araña en la que un día cayó el exregidor José Antonio Nieto. ¿Cuál? Pues considerar que la gestión pública se fundamenta de forma esencial en las tangibles cuentas, sin tomar conciencia que una buena gestión pública de la municipalidad se basa en otras cuestiones que no son tan fácilmente calculables. El PP, de hecho, creo que se quedó sin mayoría de gobierno allá por el mes de mayo por cuestiones varias, pero sin duda fue una de ellas el perderse en las cuentas internas de la municipalidad como si eso le interesase a los cordobeses. De tontos, o de muy seguidores del ex Francisco Tejada, sería negar que la situación económica que se encontraron era dura, pero también de tontos sería no reconocer que aquellas largas ruedas de prensa de José María Bellido relatando el saneamiento de las cuentas públicas no servía para nada conforme se acercaba la fecha electoral.

Lo que ahora hace el cogobierno, por más que lo niegue, es elevar el tributo de la clase media cordobesa. Supongo que su deseo sería meterle mano a la clase rica, a los forrados, pero la realidad, que es terca como una mula, se empeña en demostrar que Córdoba es una sociedad con ricos escasos y no basta con ellos para financiar política alguna. Nunca hay que olvidar que estamos en Andalucía, donde la mayor dimensión en cuanto a población laboral no la tiene una empresa sino la propia Junta de Andalucía, ese gigante.

El problema de Córdoba, más allá de ordenanzas, tasas y otras breverías, es que su economía padece una falta de diversidad sangrante. Es decir, la agricultura y el comercio, turismo incluido, lo salvan todo, mientras que la industria se mantiene como un sector pírrico a pesar de que la ciudad tuvo hace unas décadas un vigor estimable en tal aspecto productivo. Lo de las ordenanzas, desde luego, le toca las narices a los poseedores de un coche medio que y a las familias numerosas, sin duda, pero lo peor es que el Consistorio parece felicísimo con sus cuentarrillas y parece no darse cuenta de que sin una mayor red empresarial corremos el riesgo de ser una de las cosas más tristes que se puede ser: subvencionados crónicos. ¿Qué mensaje se le manda a los inversores? Pues no lo sé con certeza, no es mi campo, pero lo claro es que bueno no es. De vez en cuando conviene encender las luces largas, no caer en las tentaciones del buenismo, pero el ser humano parece que tiene la tendencia de moverse por el mundo bajo el credo de que la línea recta es la verdad, el camino.

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