Córdoba

La sabiduría de Mujica

  • El expresidente de Uruguay inaugura el Congreso del Bienestar ante un público entregado que aplaudió cada frase del político

De allí vino, de Uruguay. Con la intención humilde de no dar lecciones, pero con la clara sensación de que cuando se escucha a José Mujica la sociedad gana en sabiduría. Porque el congreso iba de eso, de sabiduría y conocimiento, y de lo último le sobra al expresidente de Uruguay. Un Teatro Góngora de Córdoba abarrotado y un respetable que aplaudía cada oración para convertirla en consigna en un proyecto que venía de manos de la cadena SER y que, a lo largo del fin de semana, tratará sobre sabiduría y conocimiento con personalidades destacadas del mundo de la política y de la cultura.

Las primeras butacas estaban ocupadas por políticos -entre los que se encontraba la presidenta de la Junta, Susana Díaz- que parecían asistir a una clase con un maestro de los que dejan huella. Porque precisamente de política habló, y mucho, Mujica. Quizá no de la política que profesan la mayoría de los que a día de hoy ocupan un sillón en el Ayuntamiento, o en la Junta, o donde sea. "Se precisa de dirección política". Pasó un total de 15 años en prisión y le hirieron hasta seis veces con otras tantas balas, por luchar, precisamente, contra un movimiento político dictatorial. Quizá a raíz de su pasado como guerrillero, Mujica habló de "dignificar" la política y de tratarla como una "pasión" y no como un "trabajo", de ahí otras de sus frases aplaudidas: "A los que le gusta mucho la plata, hay que correrlos de la política". El uruguayo se acordó de Aristóteles, en una ponencia plagada de filósofos que tenía por nombre ¿Qué nos presta Séneca hoy? "Somos animales políticos", parafraseó Mujica a Aristóteles, para añadir que "las lecciones del pasado son luz, si los sabemos interpretar". De Aristóteles, pero también de Averroes, de Maimónides y Séneca se acordó el ahora senador de la República de Uruguay. "Hasta los 25 años leí mucho, desde Séneca hasta la guía telefónica", rememoró el político, para más tarde recordar que entró "en el sueño de reformar el mundo" por lo que "no tuve tiempo para leer porque tuve que dedicarme a andar disparando, liviano de maleta".

El pasado, la política, la lucha por demostrar que "nada vale más que la vida". Porque Mujica contó que "pensábamos que el cambio social estaba a la vuelta de la esquina y tuvimos que aprender que si no cambiamos la cabeza, no cambia nada". Y a sus 80 años, sigue en la lucha. Por eso llamó a "dulcificar" la razón, esa razón de la que Séneca nunca pudo renegar. Por eso también apremió a que "cuando nuestros brazos ya no den, otros recojan las banderas con las que nos comprometimos".

En un congreso que tiene como objetivo establecer las bases de la verdadera sociedad del bienestar, Mujica no quiso dejar pasar la oportunidad de hablar de pobreza. De nuevo volvió a alzar la voz en nombre de Séneca, sobre el que afirmó haber aprendido que "la felicidad humana no es la acumulación". Pero la pobreza no es tampoco la "inanición" porque "la sociedad humana no tiene necesidad de complicarse tanto". La sociedad, prosiguió el uruguayo, es la riqueza del ser humano, "dependemos de ella". Luchar por ser parte de ella incluso en una civilización "que cubre el planeta entero de agresión", un planeta en el que "la pobre criatura humana está sin poder escapar de la tiranía que la rodea".

La sociedad de la que habló Mujica es la del consumismo, en la que "lo que importa es vender" y en la que se confunde felicidad "con comprar cosas nuevas". Sobre esto puntualizó que lo que diferencia al ser humano del resto es la conciencia, por lo que "hay que ser útiles, hay que trabajar". Pero hay que tener clara una cosa, "no viniste sólo a trabajar, viniste a vivir. Es tu única oportunidad de ser, tienes toda la eternidad para no ser".

Más de hora y media de discurso imposible de condensar en palabras, cuando las palabras fueron el mejor arma de quien no se considera un fenómeno, sino "un viejo". Un político, un guerrillero, un trabajador de la tierra, alguien que junto a sus compañeros quería cambiar el mundo, "pero cometimos el error de no empezar cambiando nosotros".

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