Córdoba

Nervios e ilusión

  • Las guarderías cordobesas inician el curso con el inicio del mes de septiembre Los pequeños se adaptan al regreso escolar con horarios especiales

Son las 11:00. El calor acecha a los viandantes de la capital cordobesa y la canícula ronda los 35 grados centígrados. Llega septiembre y con él la hora de retomar los hábitos diarios en los hogares cordobeses o comenzar otros nuevos. La ciudad retoma la actividad perdida en los meses de julio y agosto. Ya no solo son turistas los que se atreven a salir a media mañana y dónde aparcar vuelve a ser el quebradero de cabeza de muchos trabajadores de la zona centro. Pero no solo supone un mes de cambios para adultos y jóvenes, también para los más pequeños. Aquellos que se enfrentan, por primera vez o por segundo año consecutivo, a la rutina de las guarderías. Ayer, los centros educativos de jardín de infancia cordobeses comenzaron una nueva temporada. La apertura del curso escolar. Pero como los inicios no son fáciles, los niños comienzan con un pequeño periodo de adaptación a sus nuevos acompañantes y al lugar en el que pasaran la mayor parte del día.

El despertador sonó a eso de las nueve de la mañana y el babi y la mochila estaban preparados desde la noche anterior. Con una camiseta del color de la nieve, el pequeño Alejandro, de un año y tres meses, gatea apresurado por todo el piso dispuesto a sumergirse en la nueva aventura. Coches, peluches y piezas de rompecabezas lo acompañan en su recorrido. Mientras tanto, el nerviosismo, el ansia y el entusiasmo envuelven toda la habitación. Pero no a él. Solo a sus padres.

Se acerca la hora. Alejandro y sus padres ponen rumbo hacia el Centro de Educación Infantil Jardylandia. En la guardería todo está listo para su llegada. Para la suya y para la de 20 menores más que hoy comenzarán esta andadura. El centro les ha dado la oportunidad de pasar los primeros días de guardería con su hijo, algo que consideran "esencial" para el proceso de adaptación del pequeño. "Somos padres novatos y es la primera vez que viene a la guardería y para poder venir con él he pedido hasta vacaciones", relata Marco Antonio García, padre de Alejandro, con una sonrisa en la cara y sin quitar la mirada de su hijo. No hay llantos ni gritos. Solo se percibe murmullo y el correteo de los pequeños ejerce de sintonía de aquella mañana de septiembre. "Esto ayuda a que los padres, sobre todo los primerizos, se sientan más seguros", subrayó Mariló Benítez, directora de Jardylandia. Como novedad, este parvulario incorpora un gabinete psicopedagógico a su equipo, para conseguir "que los niños se relacionen más y ayudarlos a evolucionar en cuestiones de aprendizaje", aclaró la directora.

Centros como la Escuela Infantil Sonrisas abren sus puerta por primera vez y cuentan ya con seis alumnos -tres de un año y tres de dos años-. Pinturas, dibujos, camas, tacatás y sus cinco salas llenas de juguetes aguardan en el interior, esperando a que los pequeños dejen su huella en ellos. Sandra y Maeva, encargadas del proyecto, explican con interés y brillo en los ojos que su principal labor es "ofrecer una base a los pequeños a través del juego". En el exterior del recinto, los niños juegan y transitan de un lado a otro. Un jardín con toboganes y casas los acoge y les da la bienvenida. Maeva Estudillo considera que para emprender proyectos de guarderías es necesario "trabajar con la colaboración de los padres y que éstos ayuden a que la adaptación sea rápida".

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