Córdoba

Deficitario e inconexo carril bici

  • La vía ciclista de Córdoba cuenta con baches, grietas, o incluso terrazas de bares, que entorpecen el paso a los conductores de este vehículo y dificultan la circulación

"Cuando el día se vuelva oscuro, cuando el trabajo parezca monótono, cuando resulte difícil conservar la esperanza, simplemente sube a una bicicleta y date un paseo por la carretera, sin pensar en nada más". Arthur Conan Doyle pasó a la historia, entre otras cosas, por narrar las excentricidades del detective Sherlock Holmes, pero también habló de bicicletas. Si el escritor edimburgués hubiera anclado, de cualquier hipotética manera, en la Córdoba de hoy día, quizá se lo pensaría antes de subirse a lomos de un velocípedo para aclarar una mala y oscura jornada.

Con millones y millones invertidos por las diferentes administraciones para crear, conectar y adecentar un carril por el que los ciclistas puedan circular cómodos y sin peligro, lo cierto es que a día de hoy la cosa está harto complicada.

Cuando uno se sube en la bici y se recorre unos pocos kilómetros de la vía ciclista no tarda en percatarse de las enormes carencias con la que cuenta el camino bermellón, o del color que haya adquirido después de haberse expuesto a muchas horas de sol y pocas de mantenimiento.

Las grietas. Los tramos de carril bici más desgastados y antiguos cuentan con numerosas grietas que entorpecen el pasar del vehículo de dos ruedas sin motor. En zonas como la avenida Barcelona esto queda evidenciado y de sobremanera. Las grietas presentes en numerosos espacios del carril abren agujeros en el suelo que le han costado más de un disgusto a un ciclista y que han hecho tambalear más de una rueda.

Pero las grietas son uno de tantos escollos que hay que sortear si se desea no darse algún susto cuando se conduce la bicicleta. Y claro, también están los baches. Por el exceso de material al realizar el carril bici, muchos tramos del mismo están levantados y obligan al conductor a corregir la dirección para no tropezar. Dichos baches también aparecen en lugares como la avenida Barcelona, pero no sólo aquí, ya que están presentes en zonas como la avenida Conde de Vallellano desde que empieza y hasta que acaba o en la zona de la avenida Libia, aunque es cierto que en esta última se han acometido arreglos hace poco tiempo.

Y algo que causa estos levantamientos del suelo son las raíces de los árboles. Situado el carril bici en muchas ocasiones justo al límite de grandes árboles, el devenir del tiempo ha hecho lo inevitable. Plantas en muchas ocasiones de gran porte que conllevan por lo tanto grandes raíces, invaden la vía ciclista y levantan el suelo. Esto hace que en aquellos tramos en los que el carril bici es de doble sentido, es decir, en la mayoría de ocasiones, el ciclista tenga que invadir el carril contrario para evitar someter a la bici a grandes golpes. Ello supone, por lo tanto, que aumente el riesgo de caídas y tropiezos, e incluso de accidentes en el caso de que por dicho carril circulen otros conductores en la dirección contraria. Las vegetación adentrándose en el carril bici y levantándolo, en ocasiones, hasta una altura considerable, se puede observar en todas las avenidas citadas anteriormente.

Pero el paseo no acaba aquí. Un recorrido por la vía ciclista cordobesa tiene baches, tiene grietas y tiene vegetación excesivamente cerca, pero lo que no tiene es mucha cantidad de pintura. Desgastado y despintado, tanto su color rojizo característico como la señalización que lo marca como carril bici, cuando está señalizado, el camino de los ciclistas cordobeses no es nada llamativo. Esto desemboca en otro de los grandes problemas con los que se encuentra un ciclista cuando camina por el carril: los viandantes.

La concienciación es casi inexistente. Hay ciudades, como la vecina Sevilla, en la que la Policía llega a multar a aquellas personas que deciden prescindir de su acera adapta perfectamente para ellos para invadir con su paso el carril bici. Pero esto no pasa en Córdoba. En cualquier punto del camino ciclista existen personas cruzándose todo el tiempo, y los hay, incluso, que se ofenden, si el ciclista le recuerda que por ahí no pueden circular. En la avenida Libia, por ejemplo, no existe acera, y el único espacio para caminar es el carril bici. En este caso, la cosa cambia. Pero en el resto de zonas, lo cierto es que hay tantos viandantes como ciclistas, dada la falta de consideración en algunos casos, y el desconocimiento en otros.

Aunque no solo las personas asaltan el carril bici. En la avenida Barcelona, por ejemplo, las mesas y sillas de muchos bares y restaurantes ocupan a veces partes del camino de la bicicleta. Las terrazas se convierten aquí en otro de los enemigos para que el carril bici alcance la importancia que tiene. Sobre una carretera por la que circulan coches y motos a nadie se le ocurría ni poner una terraza ni pasar andando sin mirar.

Gente. Bares. Y coches. Muchos coches. Y camiones de reparto. Y motos. El carril bici es la segunda fila de estos días. No resulta raro encontrarse vehículos de diversa índole estacionados a lo largo de la vía ciclista que obligan al piloto a tener que usar la acera o la carretera o esperar hasta que el dueño del coche decida abandonar el lugar.

Y el hecho de tener que recurrir a otras vías para circular con la bici es un continuo para el ciclista. Córdoba no presume de contar con un carril bici kilométrico, esto hace que en muchas ocasiones el mismo ciclista no sepa por dónde transitar. Lo ideal, ante la ausencia de carril bici, es ir por la carretera. Esto supone un peligro evidente para el ciclista, ya que los conductores de otros vehículos no gozan precisamente de solidaridad cuando ven una bicicleta. Además, hay muchos conductores de bicis que no usan el casco cuando conducen por la ciudad, error que hay que achacarles. Un lugar que se presta a la equivocación con este tema es, por ejemplo, el Puente de San Rafael. Aquí, los ciclistas deben circular por el acerado, y no por la carretera, ya que no hay carril bici, pero la señal que indica tal obligación está escondida y sólo aparece en uno de los márgenes del puente, en concreto, en el izquierdo dirección centro. Aquí se sucede cada día alguna que otra discusión entre ciclista y viandante, todo ello porque la señalización es prácticamente nula.

Pero el mal estado o el desconocimiento de la normativa no son el mayor problema del carril bici. La problemática principal de la vía ciclista es sin duda su poca conexión. Acaba y no se sabe dónde vuelve a empezar. Empieza, pero acaba sin sentido en lugares que no se prestan a continuar con la circulación. Es decir, es una tarea muy complicada recorrer seis kilómetros por el carril bici sin tener que abandonar el carril bici en algún momento del camino.

Carencias, todas ellas, que las administraciones se han esforzado en solventar, pero que ante la falta de informes técnicos más elaborados, han hecho que Córdoba sea aún una ciudad poco dada a la circulación con la bicicleta. Una vía que debería unir más que separar, pero a la que aún le queda mucho para parecerse a otras ciudades, como Sevilla o Amsterdam.

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