Córdoba

El jardín de las vidas resucitadas

  • El Reina Sofía conmemora el primer aniversario de un espacio dedicado a los trasplantados con un acto en el que la delegada del Gibierno, Rafaela Crespín, llama a la donación

A Aurora Alférez se le empezó a escapar la vida con tan sólo algunos meses de edad. "Estuve muy mal hasta los dos años y medio; hasta que me trasplantaron", relata. Aurora nació con una enfermedad en el hígado, "con un déficit de OTC", apunta su madre, Antonia Alcaide. Hasta el trasplante, esta joven montillana de 20 años vivió un calvario que culminó con seis meses de hospitalización a lo largo de los que entró muchísimas veces en coma. "Los médicos nos dijeron que no salía", asevera. Tras un primer hígado que rechazó, llegó un segundo "que le dio la vida", insiste Antonia, quien recuerda que esos días de hospitalización concluyeron el 5 de agosto de 1994. "Aurora fue la primera bebé que trasplantaron en España de hígado. Pasó de no poder comer ni siquiera un pequeño trozo de pan, porque se envenenaba al ingerir proteínas, a poder comer ya de todo en la UCI. Gracias a Dios, al Reina Sofía, que le dio la vida, y a esas dos familias que donaron los hígados, mi hija puede hacer una vida totalmente normal", relata Antonia. Esta montillana entiende que haya familias reacias a donar. "Ese momento tiene que ser malísimo y no se lo deseo a nadie, pero debemos pensar que esos órganos ya no le van a servir a la persona que los tiene y que pueden dar muchísima vida; sin la generosidad de esas dos familias donantes mi hija no estaría hoy con nosotros", relata.

La historia de Antonio Gómez y Encarnación Martos es algo más que una historia de amor diferente, de cina. Él vive gracias a que ella le donó un riñón cuando aún no estaban casados. "Conocí a Encarni -cuenta Antonio- y ella padeció todas mis peripecias de enfermo renal. A los ocho años de ello, cuando ya me funcionaban los riñones al 10% e iba a entrar en diálisis, ella le planteó a nuestro nefrólogo la posibilidad de ser mi donante". El nefrólogo les indicó que, al no haber relación de parentesco, esa compatibilidad iba a ser difícil. Las muchas pruebas pertinentes dieron el sí al trasplante. "Eso -el trasplante- fue hace exactamente cinco años y casi dos meses, el 3 de febrero de 2010", recuerda Antonio. A partir de ese momento "no hemos tenido ningún tipo de problema ni ella ni yo y mi calidad de vida es perfecta", apostilla. "Fuimos de los primeros que vivimos una donación en vivo. Nuestro caso ha demostrado que se puede donar un órgano que no es imprescindible para la vida, por lo que animo a que la gente se haga no sólo donante para cuando fallezca sino también en vida", concluye Antonio.

A Joaquín Alcántara su trabajo como marmolista le había destrozado los pulmones, víctimas de la silicosis. Le trasplantaron "hace un año y tres semanas y sólo de uno de los pulmones, porque me dijeron que de los dos podía morir", asevera. Su mujer, Yordany Rojas, quien se casó con él seis meses antes de desarrollar la enfermedad, asistía impotente a un rapidísimo deterioro de quien había conocido como un hombre muy fuerte. "Se ahogaba, pensábamos que era asma y en el hospital nos dijeron que se estaba muriendo, que estaba en estado terminal. Sólo tenía 32 años y sus pulmones eran los de un hombre de 80 años", cuenta Yordany. "Desde que llegó el trasplante su vida ha vuelto a ser normal", sentencia.

Esas historias de Aurora, Antonio y Encarnación y Joaquín y las de todos los trasplantados en el Hospital Reina Sofía viven en un pequeño espacio ajardinado ubicado frente a las Urgencias de ese centro sanitario y levantado como homenaje a ellos. Ayer, con ellos presentes, la delegada del Gobierno, Rafaela Crespín, aprovechó la conmemoración del primer aniversario del llamado Jardín de los trasplantados, "y el 36 aniversario desde que comenzaron los trasplantes en Córdoba, para invitar a los ciudadanos a que se planteen ser donantes, porque de esta manera se salvarán muchas vidas".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios