"Córdoba cuenta con sólo dos estaciones: verano e invierno". Ésta es una de las frases más recurrentes y que más se escuchan durante estos días por las calles de la capital cordobesa. Pero a quienes lo dicen no les falta razón y para demostrarlo no hay más que echar mano a los registros que se están alcanzando durante estos días los termómetros de la ciudad, más típicos de los días estivales que de finales del mes de octubre.

Muchos cordobeses ya echan de menos sentir ese "fresquito" otoñal que obliga a abrigarse con una chaqueta o a tener que dormir bien tapado por las noches. Pero el calor se resiste a dejar Córdoba y lo que pega es volver a sacar del armario las camisetas de manga corta, las bermudas y las chanclas. Según las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), la bajada de temperaturas no llegará hasta final de semana. Ayer, los mercurios de la capital cordobesa alcanzaron nada más y nada menos que una máxima de 34,1 grados a a las 16:52, mientras que la mínima se quedó en 15 grados a las 04:33. Para hoy la previsión es exactamente igual. El miércoles ya se experimentará una bajada de los registros máximos, que rondará los cuatro grados, de modo, que los termómetros se quedarán en los 30 grados. A partir del viernes y durante el fin de semana sí se espera que refresque más y, de este modo, que las temperaturas se asemejen más a las de la época otoñal. Ésta será una buena noticia sobre todo para los cordobeses que tengan previsto celebrar el Día de San Rafael con un tradicional perol en el campo con la familia o con los amigos.

Ayer, sin embargo, la estampa que más llamaba la atención en la capital cordobesa era la de cientos de turistas que tenían que echar mano de la ropa veraniega, de las gafas de sol y de los sombreros para refugiarse de un sol que abrasaba. En el Puente Romano, en los alrededores de la Mezquita o por la plaza de Las Tendillas se podía ver a los grupos de visitantes buscando la sombra.

Los cordobeses también tuvieron que desafiar las altas temperaturas que hacen que el verano cada vez sea más largo y que el otoño se convierta en casi un espejismo, antes de la llegada del duro y el largo invierno.