Fernando Alberca, profesor y escritor

"La educación está en crisis, en un callejón sin salida: ha llegado al final del camino"

  • El autor de 'Todos los niños pueden ser Einstein' sostiene que la escuela "está diseñada casi al revés de cómo debería ser" y defiende que el niño "sea el protagonista del aprendizaje"

-Licenciado en Filosofía y Letras, miembro del Consejo Escolar del Principado de Asturias, Premio de Hoy Ensayo 2013 y autor de libros de éxito como Todos los niños pueden ser Einstein. Su curriculum es apabullante.

-Cuando a uno le apasiona tanto la educación, la educación lo abarca todo y, por eso, es fácil llegar a muchas cosas.

-Gran parte su carrera profesional se centra en el estudio de la infancia, ¿qué recuerda de la suya?

-Fue fantástica, como la de todo el mundo. Recordamos lo mejor de lo que echamos en falta en la actualidad. Esa seguridad de tener unos padres muy pendientes en el cariño y el equilibro y esa ausencia de problemas que tenía que resolver yo. No es cierto que la infancia sea la época más feliz de la vida. La felicidad conlleva experiencia, exige madurez y uno de adulto puede ser más feliz que un niño.

-Se cae un mito entonces, siempre se ha dicho que la niñez es la etapa más feliz de la vida de una persona.

-Sí, porque lo decimos los adultos al recordar esa ausencia de conflictos que ahora tenemos. Cuando éramos niños no teníamos que tomar las decisiones como ahora. Nos evadimos hacia la infancia, pero no nos acordamos bien de que la infancia está llena de miedos, de falta de libertad y de inseguridades.

-Entonces, ¿cuál es la etapa más feliz de la vida?

-Mientras más maduro se es, más feliz se puede ser, pero también más infeliz. La adolescencia es incluso más feliz que la infancia.

-Sí, pero la adolescencia ¿no viene marcada por los conflictos?

-Es porque volvemos a hablar los adultos y volvemos a crear el conflicto que tienen entre nosotros. Pero ese conflicto es el conocimiento, la apertura hacia la felicidad más madura y consistente.

-¿Cómo es la infancia actual?

-Son niños sobreprotegidos, que es el mal más extendido en la educación del primer mundo. Es un niño que tolera muy poco la frustración, que mal interpreta el fracaso al considerarlo como algo negativo, cuando el fracaso es lo que más puede enseñarnos. Es un niño que tolera poco el tiempo o tener que esperar a conseguir algo y que quiere dominar todo. Es una infancia que tolera mal la voluntad de otros, la libertad de los demás. Todo esto son consecuencias de la sobreprotección. Es un niño que necesita aprender a salvar obstáculos y también a que todo tiene consecuencias y a querer más desinteresadamente.

-¿Cómo se consigue eso?

-Los padres tienen la clave, mucho más que la escuela. Los padres necesitan enseñar a los hijos cuatro claves. Una de ellas es que hay que disfrutar lo extraordinario que puede encontrar en el día a día; una pieza clave son los cumpleaños o el día de los Reyes Magos. Son cosas extraordinarias que ocurren una vez al año, pero continuamente y dan mucha seguridad. La segunda sería aprender a resolver los problemas con los que uno se encuentra, tenga la edad que tenga. Es fundamental que el padre sepa tener paciencia y hacer que su hijo haga lo que puede hacer. Aquí se crean grandes problemas que calarán en la adolescencia y también al revés. La tercera cosa que habría que enseñar es que todo tiene consecuencias. Si actuamos bien, tendremos una consecuencia positiva y si actuamos mal, tendremos una consecuencia natural negativa. Actuar bien necesita recompensa porque lo que más llena a los niños es el trato personal con sus padres y con sus seres queridos, más que algo material. La cuarta clave sería que quien quiere de verdad no espera recompensa a cambio. Hay un amor que es desinteresado, que él ha disfrutado y puede percibir. Todos somos más queridos de lo que nos damos cuenta. Son buenos los favores que se hacen delante de los niños sin buscar una recompensa. Un niño sabe lo que piensas, lo capta y lo percibe. Es más eficaz halagar algo que ha hecho bien delante de una persona que hacerlo directamente.

-Habla del papel de las familias, pero ¿cuál es el que le corresponde al colegio?.

-El colegio también tiene que educar, aunque el protagonismo de la educación lo tienen los padres. Pero la educación está en crisis absolutamente. Ha llegado el final de un camino. Es un callejón sin salida que es necesario replantearse porque hace desgraciados a padres, profesores y a los alumnos. Nadie está encontrando la motivación suficiente, la felicidad y el éxito en la escuela porque está muy mal diseñada en la actualidad. Está diseñada casi al revés de cómo debería ser. Todo lo que es motivación, creatividad e imaginación está fuera de la escuela y parece que jugamos al contrario de lo que ser humano demanda. La escuela ha llegado a su fin. Aún así tiene un papel importante más allá de la transmisión de conocimiento.

-¿Y cuál es ese papel?

-La escuela educa mucho después de los padres, aunque tiene un papel importante porque el niño conforme va creciendo, especialmente a partir de los seis años, necesita confirmar lo que aprende en casa. Necesita saber que en el ámbito social que representa la escuela también es válido lo que ha aprendido en el ámbito familiar. Pero la escuela es un lugar de desencuentro y de infelicidad continua.

-¿Un lugar de infelicidad?

-Está hecha justo al revés. Vemos cómo funciona la cabeza y el corazón del ser humano y esto no se aplica en la escuela. Tenemos dos hemisferios: el izquierdo y el derecho y éste no cuenta en la escuela. Sólo vale el izquierdo, el de la lógica, la secuencias, la organización, el de la atención. Y sirve para sacar un diez en la escuela. Sin embargo, en el hemisferio derecho, el más humano, está la creatividad, la imaginación, los sentimientos, las emociones, lo que nos hace más solidarios. Es esencial para el ser humano y eso debería contar para ser eficaces en la docencia. Cuando alguien intuye un problema, acierta. Cuando alguien se imagina bien un problema de matemáticas, lo resuelve. La imaginación tiene que ver mucho con la eficacia en las matemáticas. Es el ejemplo de Einstein, que se imaginaba los problemas de física y matemáticas y daba la solución con la imaginación. Luego está el mundo de la motivación, la relación afectiva profesor alumno es la que marca el éxito escolar. Y ésta se desatiende y, por ello, se desmotiva el propio profesor, que tiene poco prestigio socialmente y luego se le exige.

-Una de las principales críticas del profesorado en los últimos años es esa, que ha perdido autoridad frente a su clase, pero antes no ocurría e, incluso, se les llamaba de usted.

-Al principio, los profesores tenían prestigio y unas prerrogativas económicas importantes. Luego el docente pasó a tener prestigio, pero sin sueldo aceptable y, ahora no tiene ni sueldo ni prestigio aceptable. Le hemos vaciado de ese prestigio y no nos podemos quejar de que ahora esté desmotivado.

-El PP ha encontrado un elevado rechazo en la comunidad educativa con la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (Lomce), ¿qué le parece esta enésima norma educativa?

-Yo he pasado ya por cinco leyes dando clases. El problema que tiene la educación es que está demasiado politizada y mientras sigamos así nos irá fatal. No levantamos cabeza en educación porque siempre la vemos con sesgo político e ideológico.

-¿Qué sería necesario para evitar que cada vez que un partido llega al Gobierno central no imponga su propia norma educativa?

-Hay que fijarse en el niño y que el protagonista sea el aprendizaje del niño. Si nos quitamos los prejuicios políticos e ideológicos, inmediatamente nos saldrá una enseñanza más humana. La ley que me impongan da igual porque cuando yo entro en clase lo haré bien o no con mis alumnos. Y al final quien salvan la educación son los profesores concretos. En todos los centros hay profesores buenísimos, pero van solos, como quijotes por la vida en contra del sistema y del propio compañerismo. A veces son los propios compañeros los que pueden desmotivarte más. Debemos pasar de esos quijotes que van por la vida muy vocaciones a que esto sea lo propio de una educación organizado. Lo menos importante de la educación es la organización y lo más importante es el aprendizaje. Queremos enseñar a los alumnos lo básico para que se defiendan profesional, intelectual y afectivamente. Esto debemos hacerlo sin manipulación ideológica y con libertad. Las leyes no se hacen con ningún criterio pedagógico. Hay que salvar la educación de la política porque siempre han sido malas compañeras. Hasta que no hablemos de educación, nos irá mal.

-Todos los niños pueden ser Einstein va por la edición número 12 y se ha convertido en libro de cabecera para las familias, ¿a qué cree que se debe el éxito?

-Se debe a que transmite un mensaje necesario que todo el mundo lo ha reconocido porque coincide con el sentir y la necesidad de padres y educadores. El ser humano es mucho más inteligente de lo que solemos contar. Es mucho más capaz de lo que solemos utilizar y es necesario unir cabeza y corazón. Hasta ahora nos habían vendido que éramos cabeza o éramos corazón, que éramos lógicos o emocionales y Eisntein lo que vino a demostrar fue que era un niño con dificultades, torpe y se le consideraba retrasado. A los 15 años era un chico que no conseguía las retos escolares que se le planteaban. El ejemplo de Einstein es la fórmula entre motivación y método.

-Muchos padres quieren que sus hijos sean el número uno en todos los aspectos. ¿Cree que se depositan demasiadas expectativas en ellos o se intentan que alcancen lo que los progenitores no han conseguido?

-Eso pasa siempre. Es parte del cariño que se tiene a los hijos, que se desea lo mejor. El problema es que se determina demasiado. No se puede perfilar en exceso porque no existiría la felicidad. El proyecto que tenemos que tener con los hijos es una necesidad, pero no puede estar tan definido que salirse de esa definición pueda crear un conflicto o creer que hemos fracaso. La libertad del ser humano está muy por encima del diseño. Cuando queremos mucho a los hijos los queremos con su inteligencia y libertad. Es así como el ser humano supera las expectativas. Cuando no tenemos un diseño muy determinado de lo que nuestro hijo va a hacer el día de mañana es cuando realmente nos sorprende su valía porque es él que crea su vida, a base de sus decisiones va creando su futuro.

-En otras ocasiones, los padres quieren que sus hijos continúen con sus profesiones. ¿Es conveniente?

-En ese caso aumenta las posibilidades de infelicidad. Cuando tenemos muy definido cómo queremos ser felices es un problema. Querer ver por los ojos de nuestros hijos es un problema. Nosotros tenemos nuestra vida y nuestro hijo es una persona muy diferente a nosotros. Son ilusiones muy nobles, pero no conseguirlas no puede ser un fracaso. Nuestros hijos tienen que saber que las normas básicas del juego son pocas y muy claras. Más vale enseñarle que debe ser trabajador, honrado y solidario y que debe aportar a la sociedad lo que su trabajo personal pueda aportar, pero sin determinar dónde, en qué puesto. De lo contrario, cuanto más lo determinamos nuestro hijo puede creer que ese es el éxito y lo demás es un fracaso. Cuanto más determinamos a nuestro hijo se crea más frustración porque ya se tiene que poner a la defensiva y demostrar que puede ser diferente y cree que la forma de demostrarlo es entrar en conflicto y rechazando nuestras ideas. Digamos que ponemos a nuestro hijo en la tesitura de tener que elegir mal.

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