Cordobeses en la historia

El muchacho del Naranjo que más veces vistió la camiseta nacional de fútbol

  • Antonio Muñoz Gómez, Toni, nació en Córdoba, aquí jugó en el primer equipo, alcanzó la gloria en el Atlético, defendió los colores de la Selección Nacional y sigue recordando al Zoco

EN los años 50 del siglo pasado, el Barrio del Naranjo seguía poblándose con vecinos de clase trabajadora y humilde, fundamentalmente procedente del Valle del Guadiato o Los Pedroches. Emigraban a la capital en busca del sustento digno que no hallaban en sus pueblos de origen. Ese fue el camino que emprendieron el pozoalbense Cesáreo Muñoz Aguilera, obrero de la construcción, y la villaviciosana, residente en Villanueva de Córdoba, Adela Gómez Cabrera. En el barrio se conocieron, se hicieron novios, se casaron y allí vieron la luz sus hijos Tomás, Hilario, Josefa, Cesáreo, Antonio y Alfredo. Corrían también tiempos duros y difíciles que obligaron al padre a emigrar nuevamente, ahora a Holanda. Hasta aquel país marchó solo, dejando aquí a la familia, compuesta entonces por la madre y los tres primeros hijos.

En el país de los tulipanes Cesáreo trabajó cerca de un lustro, primero en una fábrica de cacao y luego en otra de tabaco. Allí jugó de portero de fútbol "en un equipo que vestía como el Ajax", recuerda su hijo Hilario, aunque antes ya lo había hecho en el equipo de su querido Naranjo, donde posteriormente lo harían el primero y el quinto de sus hijos: Tomás y Antonio Muñoz Gómez, Toni Muñoz, nacido un 4 de febrero de 1968.

La infancia de Toni, como la del resto de la familia, estuvo íntimamente unida al barrio, donde despertó a la educación en el Colegio José de la Torre y del Cerro. Concienciado desde su cuna con el origen trabajador del que procede, el joven compaginó los estudios con el trabajo en Expancon ("Expendedores, panaderos y confiteros") y en esa empresa, ubicada cerca de su casa familiar, comenzó a los 12 años como repartidor. Luego se haría confitero y más tarde panadero en el turno de noche. Así estuvo hasta los 18 años, cuando ya la afición por el fútbol había hecho mella en él de la mano de los recuerdos del padre y del hermano, alimentados por Juanito, el entrenador de los alevines del Zoco, el equipo del barrio de su debut.

Dotado desde entonces de un tesón y una fortaleza física extraordinarios, Toni acababa su jornada laboral nocturna y se incorporaba a los entrenamientos del equipo por la mañana hasta cumplir los 15 años. Con esa edad se le permitió entrenar por las tardes: "Íbamos andando con los balones en la mano hasta el Castillo Maimón", rememora ahora uniendo igualmente sus recuerdos a la Fuente de la Palomera. Del equipo del Zoco pasó a la disciplina del Córdoba, en cuya institución permaneció cerca de seis años y en donde ingresó como cadete; ascendió a juvenil y, en calidad de cedido, jugó en el Egabrense. Más tarde llegaría a formar parte de la primera plantilla del club de la capital, recorriendo así todas las categorías del equipo.

Sin embargo, aquel poderoso centrocampista que jugó en el Viejo Arcángel llamó la atención de otro equipo histórico español: el Atlético de Madrid. Toni dejó su ciudad en el verano de 1989 y recaló en el filial de Segunda División del Manzanares. En él se empleó durante una temporada, y reconvertido en eficaz lateral izquierdo, pasó a formar parte de ese primer equipo en 1990.

Dos años más tarde, su trabajo y entrega total a la profesión que ya había conocido desde niño, hizo que Chus Pereda (seleccionador nacional en sustitución por enfermedad de Vicente Miera), se fijara en él y lo hiciera debutar con la Selección Nacional Absoluta de Fútbol en Valladolid. Fue el encuentro que España le ganó a Estados Unidos por 2 a 0. Ese día, en casa de su hermana Josefa, en el barrio, toda la familia salvo el padre y el hermano Cesáreo, ya fallecidos, vibraron y compartieron el orgullo que destilaba uno de los suyos que hicimos nuestro. A esa convocatoria le sucederían nueve más, con lo que Toni Muñoz se convierte en el cordobés que más veces ha vestido la camiseta nacional después del también mítico Miguel Reina, que lo hizo en cinco ocasiones y defendió durante 30 años. Un poco antes quedaba la oportunidad de ser medalla olímpica, truncada por razones de edad. El puesto lo desempeñó brillantemente Berges.

Pero aquella internacionalidad, que "nada se le subió a la cabeza" en el decir de su hermano Hilario, nunca sustrajo a Toni de sus vueltas a Córdoba y a su barrio. Así, el 4 de julio de 1994, contrajo matrimonio en San Pablo con la cordobesa de la calle Marroquíes Inmaculada Recio Villarejo. Estrechamente vinculada a la Hermandad de la Expiración, legó su tradición a las tres hijas de la pareja: Cristina, Andrea y Carlota "todas nacidas en la Cruz Roja de Córdoba", dice orgulloso Toni.

Todavía militaba en el Atlético de Madrid, equipo que defendió en activo durante 13 años, donde ganó tres Copas del Rey y una Liga, haciendo "doblete" en la temporada 1995-1996. Luego le encomendaron la labor de formar a los futuros futbolistas desde las bases sólidas del trabajo y la formación humana. De ahí pasó a director deportivo de los "colchoneros" durante tres años; puesto que viene desarrollando en el Getafe hará pronto un quinquenio. Todo sin olvidar sus orígenes. En su barrio tuvo una peña; recuerda constantemente a "Litri"; tiene carnet de Veterano del Córdoba y su casa, a la siempre regresa. "Juego al dominó con mis amigos en el barrio, salgo al campo a por espárragos o níscalos con mis hermanos, vuelvo a La Palomera o a la Romería de Santo Domingo". Su ciudad, a la que tanto ama, lo espera el próximo día 29 de noviembre en la Diputación para tributarle un merecido homenaje como Cordobesista Histórico.

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