Córdoba

"El que afirme que las diputaciones no sirven para nada no sabe lo que son"

  • Defiende el servicio de las instituciones provinciales y asegura que los políticos que trabajan en ellas "no van a hacerse ricos"

HA pasado tres décadas en la Diputación ejerciendo diferentes puestos, el último el de secretario. Cristóbal Toledo tiene buenos recuerdos de todos los presidentes que han pasado por la institución provincial, incluso de la más reciente, María Luisa Ceballos.

-¿Las diputaciones sirven para algo?

-El que afirme que las diputaciones no sirven para nada lo hace en base a un desconocimiento total de lo que son. Lo que pasa es que todos los instrumentos y todos los medios de la Administración pueden ser buenos o malos según el uso que se haga. Aquí hace poco tiempo en la Diputación se dio un homenaje a los dos políticos más antiguos de la Democracia: Diego Romero Marín, como primer presidente democrático, y Pedro González Barbero. Diego Romero afirmó una cosa que yo la sostengo punto por punto: si no existieran las diputaciones, habría que crearlas. La ley de las bases de Régimen Local y, por tanto de las diputaciones, establece en su artículo 29 sus dos grandes finalidades: en primer lugar, servir de nexo de unión entre los ayuntamientos y las comunidades autónomas porque las administraciones no pueden funcionar aisladas; y en segundo lugar, la misión de garantizar un nivel de vida idéntico entre un municipio más pequeño y otro más grande. Esa es la gran función de las diputaciones y yo llevo años afirmando que son un instrumento maravilloso si sirven para prestar un servicio supramunicipal, todo lo demás que hagan sobra.

-¿Sirve para prestar esos servicios a los que se refiere y están prestando otros que están sobrando?

-La Diputación de Córdoba es pionera en la prestación de estos servicios y se pone de ejemplo en todos los foros de España. Tiene un instrumento de asesoramiento informático en las poblaciones, tiene un instituto de cooperación con la Hacienda Local que le recauda los impuestos a los ayuntamientos, tiene una empresa que le da agua con calidad a toda la provincia, que es Emproacsa, otra, Epremasa, que le recoge la basura. Es decir, que es una gran prestadora de servicios municipales. Hace también otras cosas porque tiene competencias para ello como es el fomento agropecuario o las actividades de índole cultural.

-¿Cuando el candidato del PSOE al Congreso de los Diputados, Alfredo Pérez Rubalcaba, dijo que suprimiría las diputaciones es porque no conoce la de Córdoba?

-No me atrevo a decir nada contra Rubalcaba porque yo a este señor ni lo conozco. Yo digo mi opinión desde el pequeño conocimiento de las diputaciones desde hace 30 años. Sólo he sido funcionario de esta Diputación desde que estaba UCD en 1981 hasta ahora y la prestación de servicios ha ido aumentando paulatinamente. Lo que diga Rubalcaba tiene todos mis respetos, él sabrá más que yo.

-Ha estado 30 años en la Diputación...

-Los diez primeros años estuve como oficial mayor y luego accedí al puesto de secretario a los diez años, donde he estado veinte años y dos meses.

-¿Esta institución ha ido cada vez adquiriendo una mayor importancia?

-El nivel de prestación de los servicios ha sido cada vez, cuantitativamente, mayor, Pero también le diré que en esta vida todo es mejorable, pero a mi modo de ver aquí ha habido presidentes de la Diputación que han entendido el papel que tenía.

-¿No todos?

-Todos, unos en mayor grado y otros en menor. Eso es como ir a un baile, a uno le gusta más el vals y a otro el rock.

-Ha visto pasar como diputados provinciales a Rosa Aguilar, a Ocaña, a Nieto, ¿enseña usted a la gente a ser alcalde?

-Yo no. Además yo no puedo enseñar una cosa para la que no sirvo, que es la de político. Lo único que he hecho es asesorarlos con honradez, nada más.

-¿Usted, a los políticos, si le caía bien?

-Eso no lo sé, me imagino que hombre por lo menos no muy mal si no no hubiera estado treinta años...

-¿Ha sido muy estricto con ellos?

-Yo es que soy muy estricto. Y por eso le digo que no soy político, siempre he dicho al pan pan y al vino, vino. Lo que sucede es que el término estricto, que lo dicen ellos de mi, es relativo. Yo siempre, al que ha tomado posesión del cargo le he dicho una cosa: mire usted si quiere algo me lo dice con tiempo y le decía si quiere llegar a Las Tendillas me lo dice antes de haberse saltado diez semáforos en rojo y tres pasos de peatones, porque en ese caso ya es demasiado tarde.

-En estos años, si escribiera sus memorias, ¿podría hablar de gente que se hay saltado los semáforos en rojo?

-No, tenga en cuenta que en los años que he estado no ha habido problemas jurídicos graves; la Diputación nunca ha sido condenada y tampoco ha salido en los periódicos por algún problema jurídico grave. He tenido suerte en ese aspecto.

-¿Qué valora de los presidentes de la Diputación?

-Cada político tiene su nota particular. Cuando hablo de lo siete presidentes cada uno tiene sus cualidades. Empezando por el primero Diego Romero Marín, destacaría que fue el hombre del consenso y de la mejora social; de consenso porque teniendo mayoría absoluta en la comisión de gobierno estaban presente los dos partidos de la oposición de aquella época.

-Eso ya ni soñarlo

-Ahora eso es muy difícil. En segundo lugar, durante los dos años que estuvo Romero Marín se votó solamente cinco veces en el Pleno porque el resto estaba todo consensuado y se votaba por unanimidad, era una época maravillosa de la Transición. Y en segundo lugar, las mejoras sociales que hizo a los funcionarios no se han vuelto a repetir. Después le sucedió Julián Díaz. Hasta que le conocí, creía que yo tenía más capacidad de trabajo que nadie, la verdad, soy así de soberbio. Pero Julián Díaz tiene el trabajo sin distinción entre el día y la noche, y la austeridad. Era distinto, era austero empezando por él mismo. Después vino José Miguel Salinas, que era un jovencito de treinta años, pero un señor que tenía una gran visión de las cosas políticas. Su paso fue fugaz porque se fue como consejero antes de un año. A este señor le sucedió, Julián Díaz y a éste le sucedió Rafael Vallejo, el político por excelencia, político en esencia, político que veía las grandes perspectivas, las grandes líneas de actuación, las diseñaba como nadie. Después llegó José Mellado, un hombre muy inteligente y que realizó una labor especialmente acertada en el Ayuntamiento de Córdoba, pues ha sido el único que fue capaz de ordenar racionalmente el Urbanismo; creo que debía de haber seguido más años para dejarlo ordenado del todo lo que pasa es que la política es la política. Le siguió el hombre de la humanidad, Matías González. Yo le decía que era un monstruo porque es el hombre más amable y que más se preocupa de los demás que yo haya conocido en esta vida. Entraba, saludaba y sabía qué funcionaria tenía el marido o el niño enfermo; era un hombre extraordinario que tuvo mala suerte. Y Francisco Pulido es el trotamundos de la política, nadie conoce la provincia como él y tenía claro lo que quería y lo decía y nos pedía que le buscásemos las soluciones. Y, por último, la nueva presidenta -María Luisa Ceballos- es una señora que la he tratado dos veces, pero que ha sido un placer porque todo ha sido educación y deferencia.

-Parece haber cada vez más unos sentimientos en contra de los políticos, acusados de llenarse impunemente los bolsillos. ¿Cree que los propios políticos se sienten perseguidos?

-No sé lo que pasa en otros foros, pero en la Diputación, habida cuenta de lo que gana un político aquí, no ha venido ninguno a ponerse rico. Porque si partimos de la base de que la actual presidenta gana cuarenta y tantos mil euros de los que hay que deducirle un veintitantos por ciento, no creo que sea para ponerse rico, pero la gente habla desde el desconocimiento.

-¿Una excusa nuestra para echar las culpas a otros?

-Cuando las cosas van mal hay que culpar a alguien, pero las retribuciones de los políticos en la Diputación siempre han sido muy moderadas.

-¿Ha temido a algún político?

-Yo he sido un kamikaze y le he temido en la vida solamente a una cosa que es a las enfermedades, que soy negado para ellas. Si no le temía a los políticos en la época de Franco, como iba a temerle en la Democracia. Esta Diputación ha sido plácida y me han respetado y me han expresado su consideración.

-¿Es muy cordobés?

-Yo soy un CTV, es decir, un Cordobés de Toda la Vida, aunque nací en Castro del Río, pero me vine interno a los Salesianos con muy pocos años y mis padres se vinieron a Córdoba cuando acabé el curso preuniversitario. He tenido posibilidades de irme a Madrid, a Sevilla, y lo he rechazado. ¡Cómo me voy a quedar sin ver la efigie de la Mezquita, andar por esas callejas milenarias, oler ese olor de primavera! El que viene a esta ciudad se enamora de ella.

-¿De treinta años para acá qué echa en falta en la ciudad?

-Espíritu inversor, mejoras, pero mejoras de cabeza, intelectuales, hombres que sirvan de locomotora a la misma porque aquí no ha habido nada más que el ladrillo. No sé como han desparecido tantas empresas y no soy quién para dar la solución pero hace falta que frenemos la cuesta abajo y empecemos a remontar.

-¿Qué hace desde que tiene estatus de jubilado?

-Pensar más que antes, porque antes no tenía tiempo. Pasear y leer mucho y ver algo de televisión, muy poquito.

-No parece muy cordobés eso de leer en vez de ver la tele, según una noticia que apareció la semana pasada ¿No vio por Canal Sur la boda de la duquesa de Alba?

-No. Me parece muy bien que le interese a otros, pero a mi es un hecho social que no me interesa. Me interesa los programas de La 2, de investigación, sociales, pero el marujeo no va conmigo, aunque tengo todo el respeto por las personas a las que le gusta.

-¿Ha disfrutado de su trabajo?

-Siempre he disfrutado de mi trabajo. Hay tres clases de trabajadores en la Administración, los que vienen a ganar un sueldo y boxear a la contra, los funcionarios que aman la función pública y los que hacen lo mínimo para que no se les abra expediente. Yo he disfrutado ejerciendo la función pública.

-A los funcionarios se les ha bajado sueldo y se bajará quizá aún más, ¿comprende las medidas?

-Perfectamente, pero las comprendo de otra forma a como se han hecho. No es lo mismo lo que yo ganaba, que era el funcionario que más ganaba, que el último recién llegado. Yo decía que la bajada fuera progresiva, que a mí se me bajara más y al que menos cobra se le bajara menos. Todo el mundo tiene derecho a tener un mínimo para vivir dignamente, hay que bajar más al que más cobra y nada al que menos cobra, eso se llama justicia distributiva.

-Una justicia distributiva que parece no llegar.

-En la bajada de sueldo no. Además, ha sido igual para todo el mundo en las distintas administraciones y eso es injusto porque no en todas las administraciones se cobra igual. El que hace la norma debería tener cabeza.

-Vienen tiempos aún peores.

-Hemos vivido como los nuevos ricos, esa es la verdad y ahora la gente se ha quedado sin empleo y no puede hacer frente a las obligaciones contraídas, de ahí la crisis de los bancos. Cuando yo me compré mi piso, me dieron una hipoteca del 60% y hasta ahora te la daban al 100% y encima te preguntaban si querías más dinero para un coche. En este país estamos tan mal porque no se han hecho las cosas con rigor.

-En conclusión, hacen falta muchos secretarios estrictos.

-No me pongo como ejemplo en nada, pero es más mejor, como dicen en mi pueblo. Los alemanes y los catalanes son un ejemplo. En Cataluña en el siglo XIX había una burguesía ilustrada que impulsaba la economía, y en otros sitios no había ilustrados y había muchas señoritas y muchos señoritos.

-¿Y sigue habiendo?

-Ya señoritos hay pocos porque no hay dinero para serlo. El trabajo y la preparación es lo fundamental y no estancarse, hay que estar al día; hay que ser un profesional serio. Además, hay decir no lo que está mal sino cómo solucionarlo, hasta el tonto de San Lorenzo sabe lo que está mal, pero hay que dar soluciones.

-En la Alemania de los 60 y 70 se valoraba mucho a los trabajadores emigrantes españoles.

-Eso demuestra la organización, el sistema, eso hace bueno o malo al trabajador. No debe de haber un sistema en el que todos los trabajadores cobren lo mismo, la productividad debe ser por objetivos.

-No se va a hacer muy amigo de los sindicatos hablando así.

-Me da igual. Yo soy muy amigo de ellos y se lo digo igual. En este país hay que trabajar, si no, cómo se avanza, ¿viendo la tele?

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