Cultura

"Andalucía está en la línea de cambio de la revolución digital"

  • El productor Gervasio Iglesias defiende el trabajo "puntero" del audiovisual en la comunidad.

Cuando se estrenó la película "que marcó la infancia" de toda una generación, La Guerra de las Galaxias, un Gervasio Iglesias que apenas había llegado a la adolescencia se escapaba de clase para comprar entradas para volver a ver esa cinta. Más allá de la pericia con la que los responsables de aquel éxito crearon el Halcón Milenario o la Estrella de la Muerte, de la anécdota de que para dar vida a R2-D2 se contrató a "un actor pequeñito [Kenny Baker] que sudaba mucho y perdió muchos kilos dentro de ese traje", el filme, lo entendería más tarde Iglesias, empezó "a marcar un lenguaje. Venía a decir que si depuramos la técnica de los efectos especiales podemos contar grandes historias". George Lucas acabaría montando su propia empresa, Lucas Light & Magic, con la que revolucionaría los efectos digitales en el cine, y en ella desarrolló unas herramientas "que hoy estamos aplicando en Andalucía", defendió el productor de La Isla Mínima, que ofreció este lunes en el Hotel Alfonso XIII la conferencia La revolución digital, el cine y las nuevas narrativas audiovisuales. En un encuentro organizado por Grupo Joly y Telefónica, en el que estuvo acompañado por la jefa de Cultura de Diario de Sevilla, Charo Ramos, y por la directora del Territorio Sur de Telefónica María Jesús Almazor, Iglesias habló del trabajo "puntero" que se está haciendo en Andalucía, no sólo en la apuesta por las tecnologías sino, también, en la búsqueda de nuevos canales de exhibición y distribución.

Para el cineasta sevillano, el presente se asemeja "a lo que pasó en el siglo XIX con la Revolución Industrial". Entonces "en Andalucía nos quedamos atrás, porque la gente que tenía dinero en el mundo agrícola no arriesgó; esperó a que se hiciera en otras regiones, en Cataluña y Euskadi, y cuando vieron que eso funcionaba invirtieron su dinero". En el siglo XXI, en cambio, advierte, "hay un empresariado que está al tanto de la revolución digital: no estamos a la vanguardia, pero sí en la línea de ese cambio. Estamos aprovechando todo lo que es la digitalización para conseguir altos niveles de producción en Andalucía".

Iglesias, que bautizó su productora como La Zanfoña inspirándose en el instrumento musical, "que era alta tecnología de la época destinada a contar historias", recordó los comienzos, cuando los amigos se retaban a hacer cortos de tres minutos con la cámara del padre de uno de ellos, Alberto Rodríguez. Aquellos jóvenes albergaban algunas ideas claras, como que "queríamos hacer cine aquí, no queríamos irnos. Si nos quedábamos íbamos a ser los dueños de nuestras propias historias", argumenta Iglesias.

Él dio el paso de hacerse productor, pero los movimientos fueron calculados. "Me puse a estudiar empresa, pero también contacté con amigos que tenía en Europa para informarme de cómo funcionaba una productora independiente. La primera clave que me dieron es que no podía ser una aventura, que no intentara hacer una película a ver si tenía suerte. Que era fundamental elaborar un plan de negocio y tener un paquete de proyectos, tener tres o cuatro en marcha en diferentes etapas: uno saldría bien y otro mal, y el que saliese mal lo superaría con el que funcionara".

El documental Underground. La ciudad del Arco Iris, que dirigió él mismo, y Astronautas, de Santi Amodeo, fueron los primeros proyectos personales de La Zanfoña tras algunos encargos. Y esas primeras experiencias, cuenta Iglesias, les fueron orientando sobre la necesidad de ir haciéndose con recursos para la empresa. "Cuando hicimos Astronautas no teníamos todas las herramientas de posproducción. Nos fuimos a Madrid para terminar la película y lo recuerdo como una experiencia muy desagradable. Era paradójico: tú estabas haciendo tu primera película pero notabas que la gente estaba con el taxímetro puesto, deseando acabar, sin ninguna sensibilidad por lo que estabas haciendo. Fue una lucha. Nos dijimos: 'Se acabó, vamos a invertir en nuestra propia tecnología y en nuestros recursos humanos, para montar un equipo de primera. Eso se cumplió ya con 7 vírgenes". Una visión que abarataría costes en el futuro "porque películas como Grupo 7, Juan de los Muertos o La Isla Mínima tienen un gran porcentaje de efectos digitales".

En su ponencia, Iglesias compartió con el auditorio los retoques de algunas secuencias de La Isla Mínima, como aquella en la que el personaje de Javier Gutiérrez despierta después de haber sido agredido y observa extrañado la presencia de flamencos en las marismas. Para aquel pasaje se filmó a un ejemplar -el resto se modeló en 3D- al que algún especialista puso reparos. "El que usamos era un flamenco chileno, nos dijeron que era perfecto porque no se movía mucho. Y nos escribió por Facebook un biólogo, para decirnos que la película estaba muy bien, pero que el flamenco era chileno...", contó entre risas el productor, que también puso como ejemplos la animación de las fotografías aéreas de Héctor Garrido para los créditos del inicio o la reconversión gracias a la técnica de la Fábrica de Tabacos de Sevilla en un hotel de la Costa del Sol en los 80.

La Isla Mínima, considera Iglesias, podría ilustrar "algo que se está haciendo bien. Estamos acudiendo al lenguaje universal del cine, que son los géneros. Si tú haces bien el género y lo traes a lo local, estás contando algo que todo el mundo reconoce, pero que, al mismo tiempo, tendrá una personalidad propia".

Y el panorama esperanzador no se limita, para Iglesias, sólo a la producción, también "a la exhibición, a la forma en que se distribuye". Y en este ámbito, dice, "lo que se está haciendo en Andalucía es puntero". Así lo señalan precedentes como el de la serie de la Niña Repelente o el de Malviviendo, que tiene "más de 50 millones de seguidores en la red y que demuestra la creatividad subterránea, clandestina, del underground aquí". Iglesias también valora la audacia de Paco León con Carmina y revienta: "Fue el primero en España que estrenó al mismo tiempo en cine, vídeo bajo demanda, internet, dvd. Sólo había un experimento igual fuera, que era Margin Call, que llegó al mismo tiempo a los cines y a internet". Además le resulta admirable el empeño de Alberto López y Alfonso Sánchez con El mundo es nuestro: "La película tuvo un lanzamiento comercial convencional y eso salió fatal. La distribuidora arrojó la toalla, y ellos fueron cine por cine, presentando la película, participando en coloquios. Eso hizo que sólo en Andalucía la vieran 250.000 personas".

El productor, que se muestra partidario del proyecto de la Ley del Cine que promueve la Junta, asegura que "tenemos el apoyo de las instituciones; ha costado, pero ahora hay diálogo. Nos sentamos con el consejero y le enseñamos los números. Le dijimos que por cada euro de dinero público que habían puesto habíamos conseguido multiplicarlo por cinco y que lo habíamos gastado aquí en puestos de trabajo, 20.000 directos en los últimos años. Y por cada euro que se ha puesto desde la administración hemos devuelto al erario público 1,56 euros. La subvención para nosotros es un incentivo, para una producción grande supone una semana más de rodaje y dos de posproducción. Es un salto de calidad para competir con las grandes películas del cine americano".

Entre los retos para el futuro, Iglesias se plantea "empezar a cambiar el modelo de Canal Sur. Ha sido muy importante pero tiene que adaptarse a las necesidades de los nuevos tiempos, ver los nuevos modelos de consumo audiovisual, plataformas como Yomvi, Filmin, Netflix. El público nuevo, de 50 años para abajo, ya quiere ver televisión a la carta, productos de calidad que lleguen de una forma inmediata. Netflix pensó que para diferenciarse tenía que producir sus series, y se embarcó en dos producciones paradigmáticas, House of Cards y Orange is the new black, que se han vendido a cadenas internacionales. ¿Por qué no podemos hacer algo parecido aquí? Yo confío en que se dé esa evolución en los próximos años".

Iglesias y el equipo de La Isla Mínima ya han encontrado financiación para el próximo largometraje de Alberto Rodríguez, titulado provisionalmente El espía de las mil caras y basado en la historia de Francisco Paesa, el jefe de los servicios secretos españoles que siguió y capturó a Luis Roldán. "La película estaba asegurada antes de todo lo que pasó con La Isla Mínima", desvela el productor. "Será una película muy divertida, de espías. Se va a rodar en los lugares en los que pasaron los hechos: Madrid, París y Singapur".

Movistar Televisión y el fichaje de Alberto Rodríguez

La directora del Territorio Sur de Telefónica, María Jesús Almazor, intervino también en la conferencia La revolución digital, el cine y las nuevas narrativas audiovisuales para apuntar cómo las nuevas tecnologías "han impactado en nuestra vida, en nuestro quehacer, en nuestras empresas". Para la especialista, "ya hay datos muy fehacientes de lo que implican las nuevas tecnologías en el progreso, en la economía, en la productividad. Hay muchas estimaciones también de lo que significarán", aunque "nadie es capaz de predecir" cómo se desarrollarán los acontecimientos en este ámbito "porque todo va más rápido de lo que imaginamos". Almazor explicó que uno de los proyectos en los que Telefónica se encuentra actualmente más volcada es Movistar Televisión, que tiene entre sus prioridades la apuesta por ficciones propias. "Más allá de los contenidos en exclusiva, que los tiene, está llegando a acuerdos para producción de series con Alberto Rodríguez o David Trueba", aseguró. La propuesta de Alberto Rodríguez, en la que también se embarca el productor José Antonio Félez, está ambientada en un tiempo de esplendor como la Sevilla del siglo XVI y contará con un guión escrito por el propio Rodríguez y su colaborador habitual, Rafael Cobos. Una nueva aventura que el director tiene en el horizonte junto a la película que prepara sobre Paesa y de la que Gervasio Iglesias ya adelantó algunas claves.

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