Isabel Coixet. Directora de cine

"En este oficio no te puedes permitir el lujo de ser débil ni cinco minutos"

  • La realizadora, que inaugura el 5 de febrero la Berlinale con 'Nadie quiere la noche', recibirá el Premio Retrospectiva del Festival de Málaga.

Isabel Coixet (San Adrián de Besós, Barcelona, 1964), responsable de películas como A los que aman (1998), Mi vida sin mí (2003), Elegy (2008), Mapa de los sonidos de Tokio (2009) y Ayer no termina nunca (2013), recibirá el Premio Retrospectiva-que patrocina el Grupo Joly- durante la próxima edición del Festival de Cine Español de Málaga, que se celebrará del 17 al 26 de abril. Coixet abrirá además el 5 de febrero la nueva edición de la Berlinale con su último filme, Nadie quiere la noche, un drama rodado en Groenlandia y protagonizado por Rinko Kikuchi (con quien ya trabajó en Mapa de los sonidos de Tokio), Juliette Binoche y Gabriel Byrne. Además de la habitual proyección de una selección de sus películas, el Festival de Málaga ofrecerá el estreno absoluto de un documental dirigido por Elena Trapé dedicado a su figura y obra. Rodado en diversas localizaciones de los filmes de Coixet, es una producción de Miss Wasabi Films y el mismo Festival de Málaga y cuenta con la participación de intérpretes como Tim Robbins, Sara Polley, Juliette Binoche y Gabriel Byrne, además de cómplices como el director Pablo Berger y el compositor Alfonso Villalonga, que comparten ante la cámara sus confidencias y personales retratos de Isabel Coixet.

-Dado que el Premio Retrospectiva reconoce toda una trayectoria, ¿qué momento de su carrera recuerda con mayor cariño?

-Estos días, con motivo del rodaje del documental de Elena Trapé que se presentará en Málaga, he regresado a las localizaciones de mis primeros rodajes, y ha sido algo muy, muy especial. Al volver a cierta lavandería, me acordé de la persona que yo era en aquel tiempo, cuando hacía mi primera película. Por aquel entonces nadie más creía en mí, sólo yo, nadie apostaba por que fuera capaz de llegar a terminar una película; pero, a pesar de mis propias dudas, y de que soy muy exigente conmigo misma y autocrítica, tuve el coraje y lo hice. Ahora, al volver a estos sitios con tanto hecho, me ha gustado recordar que sí fui capaz.

-Del mismo modo, ¿hay algo de lo que se arrepienta?

-Sí. Hay una película en concreto de la que sí me arrepiento, que tendría que haber rechazado. Durante el rodaje se dieron unas circunstancias tan adversas, fuera de mi control, con una multinacional que lo hizo todo tan absurdamente difícil, que llegué a sentirme ridícula. Sí, soy consciente de que no tuve que haberlo hecho. Pero al menos aquello me sirvió para aprender que en este oficio no puedes permitirte el lujo de ser débil ni cinco minutos, y menos siendo mujer. Porque si en un solo instante muestras debilidad, te van a dar por el culo. Seguro.

-¿Ha sido el rodaje de Nadie quiere la noche el más duro de su carrera, aunque sólo sea por las condiciones climatológicas?

-Desde luego. Rodar en Groenlandia fue muy, muy duro. Nos pasamos los días y las noches muertos de frío y de hambre. No porque no nos enviaran comida, sino porque estábamos tan al norte que no llegaba. Un miembro del equipo que es de Granada se puso un día a cantarnos las tapas tan ricas que se comen en Málaga, que si tal pescaíto, que si tal otro, para torturarnos. Por poco lo dejamos allí. Tengo claro que nunca volveré a rodar en el Polo Norte. Y si a algún director se le ocurre trabajar aunque sea en Noruega, me ofrezco voluntaria para hacerle cambiar de idea.

-Pero, ¿ha merecido la pena?

-Sí. Desde luego. El resultado me gusta mucho. Sé que es una buena película, honesta, un gran trabajo. Para mí es algo muy especial, porque de alguna manera me he ceñido a cosas que no había hecho antes y ahora soy mejor directora. He aprendido mucho, y mientras una aprende hay esperanza. La nieve y el hielo lo complicaban todo muchísimo, igual que los perros. He tenido que tomar muchas decisiones con rapidez, y desde luego pienso invertir todo lo aprendido en mis próximos trabajos.

-¿Cómo respondió Juliette Binoche en un rodaje tan duro?

-De maravilla. Ha sido una gozada. Juliette es la actriz más currante con la que he trabajado. Lo suyo no es de este mundo. Siempre estaba dispuesta, en su puesto y metida en su personaje, por mucho frío que hiciera. Todo lo resolvía al milímetro, con una precisión fabulosa. Para mí ha sido toda una suerte, porque en cuanto leí el guión pensé en ella para hacer Nadie quiere la noche. Sobre el papel, la historia era bastante difícil de leer. Requería bastante imaginación a la hora de visualizar ciertas cosas que no se hacían explícitas, y comprendí que luego la película plantearía en la pantalla el mismo reto al espectador. Así que pensé en Juliette porque ella podría facilitar las cosas. Y estoy segura de que fue la decisión correcta.

-No es extraño ver en sus películas a actores conocidos en registros diferentes, como sucedía con Tim Robbins en La vida secreta de las palabras, o con Javier Cámara en Ayer no termina nunca. ¿Será en este sentido Nadie quiere la noche una sorpresa respecto a Juliette Binoche?

-Sí, he leído comentarios así sobre mis películas. En todo caso, creo que tengo la suerte de haber trabajado con actores estupendos, muy rigurosos y de enorme talento. En cuanto a Juliette, lo cierto es que ella está fantástica siempre, haga lo que haga. Es estupenda. No sé si su trabajo en Nadie quiere la noche le resultará al público novedoso, pero sí sé que es extraordinario.

-Hace ya un par de años me comentó que había aceptado el proyecto de dirigir una adaptación de La librería, la novela de Penelope Fitzgerald. ¿Lo sigue barajando?

-Sí, por supuesto. Es más, es el proyecto número uno, el que más presente tengo en mi cabeza. Haré esa película, tarde o temprano, sencillamente porque tengo que hacerla. Siento que esa novela fue escrita para mí. Cuando la leí, comprendí que la mujer de la que hablaba, la protagonista, era yo. Alguien humilde que termina destrozada por una tontería. Es tanta la proximidad que siento hacia la historia que estoy segura de que tengo que rodarla, sin remedio.

-Un trabajo parecido fue la adaptación escénica de 84, Charing Cross Road, la novela de Helene Hanff, que se estrenó con éxito hace ya más de diez años. ¿No le apetece volver a hacer teatro?

-Sí, sí que me apetece. De hecho, he recibido varias propuestas, y algunas me han resultado muy interesantes. El problema es que el teatro es una tarea muy a largo plazo, necesitaría tiempo para meterme en algo así y tiempo es lo que no tengo ahora, precisamente. Pero no lo descarto.

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