Elecciones Andalucía

Arenas vence, pero Griñán podrá gobernar con IU

  • Los populares, que vencen por primera vez en unas autonómicas andaluzas, logran 50 escaños, 47 los socialistas y 12 IU. Ni PA ni UPyD obtienen representación parlamentaria.

Sorpresa casi como en el año 1996, cuando el PSOE le dio la vuelta a las encuestas. Esta vez no ha sido exactamente así, pero se le acerca. El PP de Javier Arenas consiguió ayer su tercera victoria consecutiva en Andalucía y la primera autonómica, pero, en esta ocasión, ha sido claramente insuficiente para poder gobernar en la comunidad. Una coalición PSOE-IU contaría en la Cámara andaluza con 59 parlamentarios frente a los 50 del PP. Las encuestas electorales se han estrellado, los sondeos han fallado, la demoscopia habrá que refundarla y el PSOE de José Antonio Griñán podrá gobernar con Izquierda Unida, cuya subida fue el elemento clave que explica qué sucedió ayer en Andalucía. La formación liderada por Diego Valderas dobló el número de escaños que obtuvo en 2008, al pasar de seis a 12, con lo que obtiene un claro mandato de las urnas para negociar con los socialistas. Hace ya más de cuatro meses, así lo explicó Valderas a este medio: si IU subía su representación de modo considerable en el Parlamento, su formación se sentiría respaldada para negociar un gobierno de izquierdas con el PSOE. Diez escaños eran la clave, y le han sobrado dos. Valderas lo explicó anoche con estas palabras: "Las urnas han hablado democráticamente y nos toca obedecerlas".

No obstante, IU debe consultar ahora a sus bases, aunque la dirección ya había acordado que, en el caso más grave, votarían a Griñán en la investidura para no repetir el caso extremeño. Ni siquiera el alcalde de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo, que es el más reacio a la entrada en el Ejecutivo -no así a la investidura-, será un elemento imprescindible para IU. Esta formación no quiere repetir lo ocurrido en Extremadura ni su experiencia en Andalucía en 1994, cuando pudiendo entrar en el Gobierno, prefirió pactar con el PP en el Parlamento en lo que se llamó la legislatura de la pinza.

De este modo, Griñán podrá seguir siendo presidente de la Junta, y no sólo por el incremento explicado de IU, sino porque el esperado descalabro de los socialistas no se ha producido. Hay que considerar que el PSOE ha perdido hasta nueve diputados respecto a las elecciones del año 2004 (de 56 a 47), pero sólo se ha quedado a 1,1 puntos del PP de Arenas. Poco más de 40.000 votos han separado a ambos partidos, cuando fueron casi 400.000 en las elecciones generales del 20 de noviembre. El efecto Zapatero, cuya presencia o recuerdo le restaba votos al PSOE en cada elección, se ha esfumado. Zapatero, de hecho, no ha pisado Andalucía en esta campaña.

Éste es el otro asunto para resaltar, la segunda clave para explicar la jornada de ayer. El PP obtuvo sobre el PSOE en las elecciones municipales del 22 de mayo 7,2 puntos de ventaja; en las generales del 20-N llegó hasta nueve, pero ayer se quedó con un insuficiente punto. Sin duda, las reformas económicas -en especial, la laboral- adoptadas por el Gobierno de Mariano Rajoy en estos últimos tres meses y las perspectivas de que el cambio a manos de los populares no traería más empleo de modo inmediato ni más crecimiento económico han pesado sobre la candidatura de Javier Arenas, que alcanzó los 50 diputados, a cinco de la absoluta.

La idea de Griñán de no hacer coincidir las elecciones andaluzas con las generales del 20-N, tal como le solicitaron desde el PSOE federal y de una parte del andaluz, se ha revelado como el elemento de éxito que le ha permitido a los socialistas no perder Andalucía, lo que hubiera supuesto que la gran ola azul del PP se extendiera por todo el país. Antes incluso de que José Luis Rodríguez Zapatero decidiese adelantar las elecciones generales, Griñán ya pensó en que no podía hacerlas coincidir. Era su teoría de la aldea gala -como la de Astérix-, rodeada de presidentes del PP, y la que, finalmente, ha funcionado: no ha vencido a las legiones de Javier Arenas, pero ha contado con el importante apoyo de otras tribus de izquierda.

El miedo a la regresión sobre el Estado de bienestar, que el PSOE supo enfrentar en su propuesta electoral como una suerte de seguridad frente a los cambios del PP, ha sido superior a los altos niveles de desempleo de Andalucía y a los casos judiciales como el de las prejubilaciones falsas. Los casos de corrupción, y en especial el de los ERE, han pesado sobre el voto de los socialistas, pero esto parece que en España no es sustancial: ni lo ha sido en Andalucía ni lo fue en Valencia, Sin embargo, en la subida de IU también hay un claro mensaje de castigo: algo, así como que elector se ha negado a votar a los socialistas por las corruptelas, pero ha expresado que no desea que el PP gobernase en la comunidad autónoma. Sólo la encuestas de Centro de Estudios Sociológicos (CIS) indicaba que el PP contaba con un serio rechazo en Andalucía, casi un 40% de los consultados aseguraban que nunca le votarían.

La sorpresa ha sido mayúscula, y no sólo porque todos los sondeos situaban al PP al borde o por encima de la mayoría absoluta, sino porque ayer mismo los populares andaluces confiaban en una victoria holgada hasta última hora de la noche.

José Antonio Griñán llegó, sonriente, al Hotel Renacimiento de Sevilla, donde el PSOE se concentró por la tarde. Una encuesta de Ipsos para Canal Sur le había abierto una esperanza a los socialistas. La televisión pública le daba al PP de 52 a 55 escaños, era el resultado de un sondeo realizado a pie de urna y no aseguraba a Arenas la absoluta. Pero, incluso, el sondeo de Ipsos no supo ver ni que el movimiento contrario al PSOE era tan grave ni que IU estaba recibiendo apoyos en todas las provincias andaluzas, incluida Almería. Los socialistas han logrado vencer al PP en Sevilla, Jaén y Huelva, y se han quedado apenas a 3.500 votos en Córdoba, mientras los populares han vencido de modo claro en Cádiz, Málaga, Granada y Almería. En esta última circunscripción, por donde se presentaba Javier Arenas, fue imposible su soñado resultado de ocho escaños contra cuatro. Como en otras provincias, surgió IU, la sorpresa de la noche.

Las elecciones han contado, además, con una participación alta para unas autonómicas que se celebran por separado, del 62,22%, cuando en 1990 -que también se celebraron en solitario- sólo se llegó al 55,34%.

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