Candidata de equo por córdoba

Marisa Vadillo: "Hay gente que ve a Equo como ciencia ficción, pero todo se puede realizar"

  • Vadillo reconoce que su formación política aún tiene que luchar con la imagen del "ecologista coñazo", pero defiende que la próxima revolución la protagonizarán quienes apuestan por la sostenibilidad.

Marisa Vadillo, la candidata de Equo por Córdoba al Parlamento, es una ecologista convencida, aunque su imagen no sea la de la típica activista. Licenciada en Bellas Artes y profesora de la Universidad de Sevilla, trabaja desde hace meses para difundir el ideario de su formación entre los cordobeses. "En Equo se puede presentar cualquier persona, y no tienes que tragar sapos y culebras y hacerle la pelota a nadie para estar en una lista", distingue. Su lema electoral define esta mentalidad: "Hay alternativa".

-¿Con qué objetivo afronta Equo el 25 de marzo?

-Tenemos el objetivo ideal de entrar en el Parlamento de Andalucía, aunque nuestra prioridad es que el proyecto crezca. No sólo queremos captar votantes, sino personas que se involucren.

-Y en Córdoba, ¿hay perspectivas reales de lograr representación?

-En Córdoba estamos con la incógnita, y parece que Málaga y Sevilla están bien situadas. En las elecciones generales obtuvimos buenos resultados, pero somos una fuerza pequeña y no tenemos medios para hacer una encuesta.

-¿En qué puede cambiar el Parlamento de Andalucía si Equo consigue representación?

-Cambiaría todo, principalmente por nuestras medidas contra la corrupción y sobre la trasparencia democrática, pues queremos desarrollar una ley para que las instituciones sean totalmente accesibles. Las nuevas tecnologías ya lo permiten. Y seremos muy tajantes con las medidas contra la corrupción, evitando que lleguen  familiares de políticos de hasta segundo grado a las empresas públicas u obligando a que los cargos electos no puedan ocupar puestos de responsabilidad en empresas hasta tres años después de dejar el cargo. Y hay que hacer corresponsables a los partidos de los delitos graves, impidiéndoles que se presenten a las elecciones.

-¿Es difícil para una fuerza política como Equo hacerse oír?

-Hay asuntos que se viven con resignación. No se nos invitó, por ejemplo, al debate de Canal Sur. Ese tipo de comportamientos fomenta la imagen de que no hay opciones más allá de lo que se ve. Pero, por suerte, hay medios para hacernos oír.

-Tiene mucha vinculación con el mundo de las artes. ¿Hay que ser un poco actriz para participar en una campaña electoral?

-En muchas ocasiones sí se puede adoptar un papel, pero lo nuestro es realidad, no ficción. Sacamos todo esto adelante con mucha voluntad y mucho esfuerzo. Es cierto que hay que posar, sonreír... A mí me lo dicen siempre, que sonría. Nuestro programa está orientado al ciudadano, porque somos ciudadanos que quieren acceder a las instituciones, y no políticos. Eso nos diferencia de los demás, y también ocurre en la campaña. El contacto con el ciudadano es clave. Nuestro representante en el Congreso ya ha creado una oficina para recoger peticiones y sugerencias de los votantes.

-El ideario de Equo coincide en cierto modo con el del 15-M. ¿Qué tienen en común?

-Ellos son un poco más apolíticos, aunque pueden simpatizar con nosotros porque el origen es el desencanto frente a lo que hay. Pero no puedes estar sólo indignado y quejarte. Tienes que actuar. Y Equo es un caballo de Troya. Protestar es valioso, pero al final es sólo testimonial. La desidia, al final, lleva a la corrupción.

-Cuando uno coge el programa de Equo, lee propuestas como la creación de huertos urbanos y la apuesta por el transporte ecológico y las energías renovables. ¿No se

trata de una utopía más que de algo realizable?

-Claro que se puede realizar todo eso, perfectamente. En Alemania, la factura de la luz ha bajado un 10% gracias a las energías renovables, y allí casi no hay luz solar. Aquí los recursos naturales son óptimos. La próxima revolución industrial pasará por la sostenibilidad, no es una utopía. Y ya hay ejemplos muy próximos. En Sevilla existe una empresa joven que importó una tecnología de Canadá para fabricar pistas de hielo, pero no funcionó por la cantidad de energía que utilizaba. Al final crearon una pista ecológica, sustituyendo el hielo por un plástico. Este año van a facturar 2,8 millones de euros. Ése es el perfil que funcionará en el futuro.

-¿Qué tendría que hacer una provincia como Córdoba para utilizar sólo energías limpias?

-Empieza a haber ejemplos. En El Carpio hay una gran planta termosolar, y Lucena es autosuficiente porque tiene capacidad para 27.000 viviendas y allí hay 13.000. Ya es verdad.

-¿Hay conciencia ecológica entre los cordobeses?

-Hay gente que ve a Equo como ciencia ficción, y buena parte de la culpa es de la propia ecología, que se ha explicado mal. Tenemos la imagen del ecologista coñazo, de gente que ha tenido que predicar en el desierto. Nuestro reto ahora es hacer llegar a los ciudadanos que esto es ecología política, un proyecto viable que apuesta por los sectores emergentes y que todo se puede realizar. Tenemos que luchar contra los prejuicios y para acercarnos a quienes, cuando nos ven, piensan "ya están aquí los anti todo". Eso es mentira. Sólo queremos aplicar la sostenibilidad a la vida diaria.

-¿Cómo convive la propuesta de autogestión de Equo en una sociedad globalizada?

-El impacto de lo exterior es fundamental, no te puedes meter en una burbuja. Pero la propia ecología económica es circular: necesitas los recursos cercanos, y los beneficios se quedan. Es lo contrario, por ejemplo, a los bazares asiáticos, que traen productos de fuera y los beneficios se van.

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