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El tren de la bruja

SI no fuera por lo bien que la conozco, nadie diría que la mujer que llega, a la que espero en la entrada de la Caseta de los Turistas (como las calles, antigua de Abengoa), es la bruja del tren, que no me ha dejado plantado como empezaba a temer.

-Ningún conjuro te hará falta para llegar tan radiante, mi bruja hermosa, pero pensar no quiero que sea por tener vendida tu alma al diablo.

-Calla, tunante, que no tienes nada que hacer conmigo si sólo te vales de chochas zalamerías para llevarme al huerto.

-Hay que ver cómo las gastas. Incluso mal pensada te has hecho porque no albergo más propósitos que los de probar algo de tu magia en un paseo por los cielos de Sevilla, desde donde el real debe hacerse una constelación de luces que anuncie la Feria hasta en los agujeros negros de las galaxias.

-Uy, uy, mira cómo te ha quedado eso de que "no albergo más propósitos" y la ocurrencia de los "agujeros negros", que es bien ambigua porque linda con los sumideros. Anda, déjate de tonterías, que vengo libre de turno y a ver qué demonios quieres que hagamos entre tanto turista despistado.

Mientras esperaba a la bruja de mis tormentos caí en la cuenta de que ni siquiera ella, experimentada en descifrar misterios y muy ducha en suertes supersticiosas, las tendría todas consigo para discernir qué pasa por las entendederas de los turistas que acuden a la Feria. Quizás mejor los antropólogos o los sociólogos elaboraran fundadas interpretaciones, pero del brazo de la bruja me abandono a sus sortilegios.

-¿Para qué piensas que vienen los turistas a la Feria, maga hermosa?

-No te doy un coscorrón para no montar un número ante esta legión de turistas expectantes, pero por bruja, no por maga, te diré que la cosa es bien sencilla: buscan participar como observadores de lo que sólo se puede disfrutar como nativos.

-Toma ya, absorto me has dejado, bruja erudita, con tu resolutivo parecer. ¿Quieres decir, entonces, que la Feria genuina es de los sevillanos y que estos turistas sólo alcanzarán el adorno de las formas pero no la sustancia de la fiesta?

-A ver, que una no es excluyente ni ensimismada, pero una caseta para turistas puede convertirse en un campo de refugiados cuando en el real casi todo son enigmas que confunden el entendimiento y la razón de los extranjeros, aunque a copas de manzanilla se resuelvan algunas incógnitas de la Feria.

-Qué te digo yo ahora, bruja sabia.

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