Sólo presente

Más que nunca es la hora del ciudadano, la del que sólo tiene el presente para construir su futuro

P style="text-transform:uppercase">asamos al siglo XXI cargados de posibilidades, y nada más empezar, sólo diecisiete años dentro, ya estamos ahogados. El futuro parece incalculable, incompatible con cualquier predicción; miremos si no cómo nos atropelló el Brexit y algún otro vaticinio. Sólo nos queda el presente, el ahora, como si el dictado creyente del "pan nuestro de cada día" nos hubiese caído encima como una maldición: un presente que nos asusta y quiere ahogarnos, un presente cargado de incertidumbres. Nada parece funcionar, ni el trabajo duro como recompensa de éxito, ni el optimismo como actitud, ni la justicia como tabla de salvación.

Es evidente que la globalización a lomos del desbocado neoliberalismo nos ha dejado a los pies de la incertidumbre, pero al igual que hacemos ante la enfermedad tenemos la oportunidad de hacernos más conscientes de nuestro ahora, ése que ignoramos en las prisas de la vida. Tener que responder al ¿ahora qué hacemos? nos obliga a exprimir lo inmediato más que nunca, y a abrazarnos a los viejos ideales, porque ninguno nuevo mejora las expectativas. Mirar la marcha incesante de desposeídos desde Asia y África hacia Europa o a un fascista gobernando al país más poderoso desconcierta, duele, asusta, pero ¿quién no puede decir que es el final de una época? Nadie puede negar que la sociedad que venga no va a ser la que acabe con la pobreza, por ejemplo.

Tenemos que aprender a vivir en la constante tierra movediza de la incertidumbre, en esa sociedad líquida de Bauman, huyendo de cualquier proyección para vivir cada día con la esperanza a corto plazo. Es un claro síntoma de que las sociedades están absolutamente despistadas, enfermas, sin liderazgos inspiradores ni clarividencia alguna, pero la fuerza del ahora puede sacarnos del atolladero. Lo observo en las respuestas airadas y sensibles ante los despropósitos, en el miedo que expresamos al pensar en el futuro cercano. Las reacciones espontáneas que han provocado las órdenes de Trump sobre nuestros hermanos mexicanos o musulmanes, o las salidas a la calle en Andalucía para proteger nuestro patrimonio sanitario, son un claro ejemplo de que la falta de horizonte puede tornarse en oportunidad, de que el futuro será nuestro y mejor si luchamos el presente

Más que nunca es la hora del ciudadano, la del que sólo tiene el presente para construir su futuro. Ya casi no queda tiempo para lamentarse, el mañana, nuestro mañana, ya es cosa del ahora mismo.

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