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La primera campaña del último mohicano

  • Los socialistas lo fían todo a un candidato 'novato' con la esperanza de que los ajustes del PP les devuelvan miles de votos

El gran héroe o el gran perdedor. No hay término medio en esta campaña para José Antonio Griñán, un novato de 65 años que afronta sus primeras elecciones como cabeza de cartel con la responsabilidad de defender el último bastión socialista de la que según las encuestas será la tercera y definitiva ola azul. Pero mientras Javier Arenas espera cabalgarla hasta San Telmo, los socialistas están convencidos de que el tsunami popular va perdiendo fuerza en la escollera que planta en su camino cada nueva mala cifra económica que se publica, cada recorte y medida de austeridad de Rajoy. Tanto partidarios como detractores internos aplauden la decisión de Griñán de agotar la legislatura y aguantar las presiones para que las andaluzas volvieran a coincidir con las generales. Si hay partido todavía -así lo indica la última encuesta del CIS- es porque se ganó un tiempo precioso. El propio Rubalcaba admitía esta semana en Antequera, en un almuerzo con militantes, su enorme preocupación por la posible pérdida de Andalucía. La formación se quedaría sin el único escaparate desde el que plantear políticas progresistas y se enfrentaría al desgaste de cuatro duros años en la oposición y el ostracismo absolutos.

Por ello, paradójicamente, la primera campaña exclusivamente andaluza desde 1994 tratará, otra vez, de asuntos nacionales. A ese terreno llevará el PSOE sus propuestas y mensajes en los próximos quince días, a marcar la línea roja del Estado de bienestar que a su juicio representa el Gobierno de Griñán y que han cruzado las políticas de recorte de derechos sociales que según los socialistas practica el PP. No era un acto electoral, sino institucional, pero unas horas antes del inicio de la campaña Griñán aprovechó la entrega de los premios Meridiana del Instituto Andaluz de la Mujer para golpear el riñón social del PP. "La crisis "nunca será una excusa para retroceder ni un milímetro en la lucha por la igualdad", dijo ante la exvicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, una de las premiadas. La socialista insistiría en el tono mitinero en su discurso: "El siglo XXI va a ser el de la igualdad, porque las mujeres estamos comprometidas. Espero y confío que lo podamos hacer llevando a la cabeza un capitán, el capitán José Antonio Griñán".

En las más de dos vueltas que dará Griñán a Andalucía se hablará mucho de la reforma laboral, del paro que no cesa, de la subida de impuestos pasada y de la futura y de los colegios y hospitales de Castilla-La Mancha, de Galicia, de Valencia, de Cataluña. Incluso se mentará el proscrito nombre de Zapatero para defender que ni él era el problema ni Rajoy la solución a la crisis. El camino seguro, como reza su eslogan, es confiar otra vez en los socialistas, que creen que el miedo a los ajustes del PP ya está calando entre muchos de los 700.000 votantes perdidos en las generales, especialmente entre los empleados públicos. Con recuperar algo menos de 200.000 y que otros muchos cojan la papeleta de IU -el mal menor- el objetivo estará cumplido.

Obviamente, se intentará pasar de puntillas por la actualidad autonómica, polarizada por el escándalo de los ERE y de Invercaria. Con resignación aristotélica -es inútil preocuparse por los problemas, al fin y al cabo o tienen solución o no la tienen-, el equipo de Griñán da por supuesto que los golpes, ya en forma de declaración judicial como la del ex director de Trabajo o de filtraciones sobre la investigación, caerán casi a diario. La respuesta, cuando la haya, será siempre muy parecida: como el PP no tiene una alternativa aceptable que ofrecer, se dedica a la "guerra sucia".

Ésta no será una campaña cualquiera. Tampoco el candidato lo es. A Griñán le gusta meter su sello personal en todo, discutir la estrategia, que le convenzan. Ya hay quien lo llama el candidato rebelde. Redacta sus principales discursos y tiene tendencia, como Rubalcaba, a convertir sus intervenciones en lecciones magistrales. Algo que no casa del todo bien con la brevedad y rotundidad que exigen los totales de televisión y los cortes de radio y con la multitud de actos que le están preparando.

Será una campaña puerta a puerta, llena de micromítines y encuentros sectoriales, con mucho contacto directo. "Se trata de llegar directamente a las personas, del cuerpo a cuerpo con la gente en sus centros de trabajo, de ocio, en mercadillos y lugares de residencia. Iremos donde esté la gente, aunque no renunciamos a la tradición de celebrar algún gran mitin", cuenta Miguel Ángel Vázquez, secretario de Comunicación del PSOE-A y veterano en estas lides con Manuel Chaves. Vázquez anticipa una campaña "frenética" de enorme intensidad.

Tras el arranque anoche, con una hora de retraso, en el Metrosol Parasol de Sevilla, las conocidas setas de La Encarnación -una elección valiente, pues si bien constituyen un símbolo de la Andalucía moderna no deja de haber quien las considera ejemplo del despilfarro reciente-, el candidato socialista tiene previstos hoy dos encuentros con vecinos de sendos barrios cordobeses, una cita con la lista de esa provincia y un acto público en Lucena. Y mañana acudirá a dos empresas rurales de la localidad malagueña de Cártama, para después reunirse con emprendedores en la universidad de Málaga y visitar a la tarde una residencia de mayores en Fuente de Piedra. De momento no se ha cerrado la agenda del domingo, pendiente de la ayuda de la manifestación de los sindicatos contra el Gobierno.

Con todo, la gran incógnita de la campaña es cómo llevará esa intensidad Griñán. El último mohicano socialista no deja de ser un melón por calar. Incluso para los suyos.

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