Cinco llagas

Un 'alteramiento'

  • El presidente, en evidencia. Durán, tocado por el escándalo de una adjudicación a dedo, estuvo torpe en la moderación y parcial: se le notó la camiseta socialista más que de costumbre

Juanma Moreno.

Juanma Moreno. / josé manuel vidal / efe

El espíritu de la Navidad lleva retraso en la Macarena. Para ser preciso, ayer a mediodía hubo en Las Cinco Llagas un "alteramiento" según expresión espontánea de la presidenta de la Junta. O un "alboroto", se corrigió enseguida la jefa del PSOE andaluz. El altercado, durante la sesión de control al Gobierno de la Junta, fue a más, producto de un enfado del Grupo Popular bastante justificado. Juanma Moreno fue insultado; el presidente de la Cámara hizo oídos sordos, como suele y se convirtió en protagonista de la porfía. A Juan Antonio Durán, le viene grande la Presidencia del Parlamento regional.

Era fácil pronosticar una sesión tensa, con el fantasma del juicio de los ERE revoloteando en los discursos. Lo que no estaba en el guión eran consejeros del Gobierno haciendo el hooligan, o jefes de los grupos y la propia presidenta en fase faltona. En ese escenario, la moderación del debate se le fue de las manos a Durán: con cara de póquer, estuvo en algún momento tan bloqueado que parecía que habría que resetearle. Y, encima, pesaba en el ambiente la resaca del escandalito por el contrato a dedo que el presidente le ha dado a una empresa madrileña, en la que trabaja un sobrino suyo, para una mediocre campaña de promoción del 4 de diciembre. El asunto escabroso no estuvo ausente, lo refirió Teresa Rodríguez (Podemos) y un diputado del PP en la refriega que se desató por la parcialidad de la Presidencia. Durán tuvo un día negro.

La ruptura de hostilidades se produjo en el inicio de la intervención de Moreno. El jefe del PP no desaprovechó la ocasión para afear a Susana Díaz que hubiese hecho una defensa cerrada de la honradez y decencia de Chaves y Griñán y les haya borrado de los últimos actos oficiales de su partido. El comentario fue contestado desde los bancos del Gobierno con un "¡mezquino!".

El alteramiento o alboroto en las filas del PP fue inmediato. Se produjo una escena de colegio. Unos señalando con el dedo al consejero de Cultura, Miguel Ángel Vázquez, y el aludido achantado en su pupitre, con cara de haber roto un plato. Aquí el presidente no consiguió calmar a su parroquia (socialista), que llegó a la sesión como quien va al estadio, dispuesta a protestar cualquier falta real o imaginaria del adversario. Moreno se mostró indignado por los "tuits mezquinos" que un miembro del Consejo de Gobierno le dedica, sin señalar que fuesen los del tuitero Vázquez.

Como en estas situaciones Díaz se crece, en la réplica acusó a Moreno de cinismo, agresividad y ataque virulento al Gobierno. Acto seguido pasó a perdonarle la vida: le espetó que padece ansiedad desde que perdió un tercio de los escaños del PP en las últimas elecciones. (Esta muletilla la tiene gastada, pero sabe que molesta a su contrincante). Juanma devolvió el golpe en su segunda intervención; le señaló su propia derrota, en las primarias. Dijo a Susana que en realidad no estaba defendiendo la honorabilidad de los ex presidentes, sino defendiéndose a sí misma, "como siempre ha hecho en su vida política, por eso no la quisieron en su partido".

Y punto culminante de su ataque fue la lectura de una frase textual de Chaves dirigida a Griñán: "Pepe, Susana nos ha matado, es como si nos hubiera clavado un cuchillo". En su último turno, la presidenta elevó el tono. Suele hacerlo en todos los debates, con un ventajismo grosero, porque ya no tienen turno de réplica sus oponentes. Ahí le metió la lupa en el bolsillo y le dio un sopapo. "No somos iguales, aunque los dos tenemos algo de cristal: yo tengo los bolsillos de cristal y todo el mundo sabe lo que gano y lo que pago, usted tiene la mandíbula de cristal y los bolsillos oscuros". Acto seguido, reclamó Moreno –y más airadamente Carmen Crespo– responder a las invectivas, para defender su honor. Pero ni "bolsillo oscuro" ni "mezquino", produjeron emoción alguna en el presidente de la Cámara. Un Durán abrumado se alió con el graderío socialista y negó una réplica suplementaria, que habría sido razonable.

Los ERE ya fueron objeto de un breve, pero jugoso intercambio entre Maíllo y Díaz. Preguntaba el jefe de IU cuándo saldrá el decreto sobre la renta mínima de inserción, que debe entrar en vigor en enero. Y criticaba que la Junta haya anunciado que duplica la cantidad, cuando en realidad sólo aumenta la partida en un tercio. Díaz contestó que el decreto se aprobará el martes, y siguió al ataque, recordándole a Maíllo que esta importante partida social de 198 millones no contó con el apoyo de IU, que prefirió alinearse con el PP contra los presupuestos. En su réplica, Maíllo acusó al Gobierno de hacer trampas con las cifras y diezmarlo todo. Y de frivolizar con promesas sociales que después no cumplen con las expectativas. Y ahí sacó a pasear a los ERE: "los expedientes de regulación de empleo eran un derecho de los trabajadores, que han transformado en algo vergonzante con el clientelismo, convirtiendo las ayudas sociolaborales en oportunidades de negocio".

Díaz le respondió que fue alto cargo en el Gobierno de coalición en el momento en el que ya estaba abierta la causa y que salieron del Gabinete a disgusto "y pataleando". Añadió otra muletilla marca de la casa, al recodar a Maíllo que diezmar es lo que él hizo con los escaños de IU al reducirlos a un tercio sobre lo que sacó Valderas. Y concluyó sosteniendo que Andalucía ha reducido la pobreza más que la media nacional y que es la región en donde mejor se distribuye la riqueza.

Teresa Rodríguez preguntó directamente sobre corrupción. Enumeró una lista de casos de PSOE y PP, que encabezaban los ERE, y criticó que se vaya a crear una oficina antifraude que dependa del Gobierno y no, como parece más lógico, del Parlamento. De tacón, soltó que el abogado de la Junta pidió el archivo de la causa de los ERE. Díaz puso en marcha el ventilador. Acusó a su adversaria de dogmática y enumeró a su vez una larga lista de iniciativas -dijo "un aluvión"- para luchar contra la corrupción y el fraude. Y remató comparando la relación de Podemos con el PP a la de Rejón y Arenas durante la pinza de los 90.

Un capítulo destacado del debate fue que por primera vez hubo tensión entre Juan Marín y Díaz. El jefe de Ciudadanos le reprochó que su partido haya apoyado el privilegiado cupo vasco en el Congreso, antes de solucionar la financiación autonómica general. Ella le respondió que C's aprobó los presupuestos de 2017, que perjudican a Andalucía.

Marín insistió en que el concierto supone una desigualdad entre los españoles y Díaz, para zafarse de la incómoda interpelación, se abrazó a la Constitución. Dijo que la defiende siempre, del primer al último artículo y que "el concierto está en la Constitución". Además de defenderla, podría leerla: la Disposición adicional primera tiene dos párrafos con 38 palabras. Ninguna es "concierto". Se dice que se amparan los derechos históricos y que se actualizará el régimen foral. El primer concierto lo acordó en 1979 una UCD en precario. Marín le echó un pulso a su socia. ¡Y se lo ganó! Fue un claro día de alteramiento.

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