Cinco llagas

Violeta de bajo voltaje

  • Protagonista, la causa de las mujeres. Maíllo cedió la portavocía a Elena Cortés, que ganó un duro debate a Susana Díaz sobre los incumplimientos de la Junta en materia de igualdad

Elena Cortés, junto a Antonio Maíllo, durante su intervención de ayer en la sesión de control.

Elena Cortés, junto a Antonio Maíllo, durante su intervención de ayer en la sesión de control. / JOSÉ MANUEL VIDAL / EFE

El equipo redactor de los discursos de Izquierda Unida en el Parlamento andaluz se esmera en su cometido. Casi siempre proporciona titulares, citas cultas, frases muy trabajadas, que son de agradecer. Como esta: "Presidenta, su conciencia violeta es de bajo voltaje, de corto recorrido", le dijo ayer Elena Cortés a Susana Díaz en su duro enfrentamiento sobre igualdad, en vísperas del 8 de marzo.

La presidenta empezó perdiendo ese debate sobre feminismo contra la portavoz de IU y acabó ganándole otro sobre desarrollo de la Andalucía del interior al presidente del PP andaluz. La sesión de control a la presidenta tuvo ayer como novedad un cambio de portavoces en la mitad de la oposición: Cortés y Carmen Lizárraga interpelaron a Díaz en nombre de IU y Podemos.

La diputada cordobesa sustituía para la ocasión al portavoz de IU en la Cámara y estuvo brillante en una áspera intervención que dejó en evidencia carencias del Gobierno andaluz en igualdad. El fallo principal de la ex consejera del gobierno de coalición PSOE-IU fue traerse el texto escrito de casa y leerlo tal cual, detalle que le afeó Díaz en su dúplica. Cortés relató un decálogo de incumplimientos o insuficiencias legislativas por parte de la Junta.

Fue una retahíla sin concesiones: que ha remitido al Parlamento una ley de violencia de género sin memoria económica, a la manera de Rajoy; que ha tardado tres años en cumplir su promesa de investidura de mandar a la Cámara una nueva ley de igualdad, que ha incumplido el compromiso de que haya una matrona en cada centro de salud de Andalucía, que es imposible ejercer el derecho al aborto en centros públicos, que se ha retrocedido en la titularidad compartida de las explotaciones agrarias, que no existe un fondo andaluz para pensiones de alimenticias impagadas o que la Junta esté haciendo de esquirol hoy en la huelga feminista con exámenes en institutos o mujeres en servicios mínimos en hospitales del SAS.

La presidenta había empezado en su primer turno muy académica. Afirmó que un 74% del presupuesto de la Junta, 19.000 millones de euros, están destinados a políticas de igualdad. Pero cuando en la réplica Cortés le leyó la cartilla, fue el único momento de la sesión en el que no dominó la situación. No contestó a ninguno de los reproches directos y prefirió algún aguijón personal y la defensa general de la movilización de mujeres y hombres en la jornada de hoy. Desdeñó el papel de su adversaria, como portavoz por un día, mientras ella es portavoz todos los días. Y puso una medalla con la afirmación de que el sello de la igualdad lo lleva su gobierno en el ADN.

Y si Cortés dejó en evidencia a Díaz, la diputada granadina Carmen Lizárraga dejó en evidencia a Teresa Rodríguez, a quien sustituía para hablar de financiación. La errejonista se gastó un discurso bien construido, con un estilo menos desabrido que el que utiliza la anticapitalista. La portavoz de Podemos en esta ocasión estuvo muy severa con PP y Ciudadanos, a los que considera en pugna por ver quién es más reaccionario. Sólo le dio de refilón a la presidenta, con C's: "¡vaya socio tiene, señora Díaz!".

Celebró el acuerdo de Podemos, IU y PSOE sobre propuesta de financiación autonómica. Y casi se sorprendió del voto favorable del PP en última instancia. (En su intervención posterior, Moreno advirtió a la presidenta de que hay unos votos particulares de su partido que habrá que negociar para llegar a un consenso final). Lizárraga lo calificó el pacto más importante de esta legislatura, subrayó que hay que mejorar los recursos disponibles de todas las autonomías y manejó la misma cifra que la presidenta: faltan 16.000 millones en el sistema de financiación autonómico.

Díaz le agradeció el tono y le dedicó unos piropos. Dijo que las discrepancias son la salsa del debate parlamentario, pero con el respeto de fondo. No se paró aquí, añadió que apreciaba el trabajo que había hecho en esa Comisión y que lo valoraba. ¿Una buena socia para próximos gobiernos? Vaya usted a saber. En todo caso, en este punto Díaz estuvo conciliadora con los demás, celebró el consenso a cuatro e insistió en que trabajará para intentar un acuerdo unánime de la Cámara. Las dos insistieron en que no quieren comunidades de primera y de segunda, sino que todas tengan los mismos derechos y las mismas oportunidades. Pero, como de costumbre, estas proclamas universales tan monas, encallan en el País Vasco y Navarra, cuyos evidentes privilegios financieros son aceptados por todos menos por C's.

El jefe de Ciudadanos se interesó ayer por el empleo, lo que dio pie a que la presidenta repitiera uno de sus eslóganes de moda: que desde que está en San Telmo se han creado 500.000 empleos. (Lo dijo tres veces, sin ánimo alguno de autocomplacencia). Juan Marín dijo que no se crea empleo al ritmo que Andalucía necesita y que no todo se resuelve pidiendo más dinero, porque la ejecución de los presupuestos es deficiente. Díaz replicó contundente que el nivel de ejecución de la Junta es del 97%. Y sobre financiación autonómica le perdonó un poquito la vida a su socio. Expresó que le cae bien, que lo entiende... Y tras animarlo a entrar en el consenso general, le advirtió que la financiación regional no se puede hacer en función de la renta.

El mejor resultado de sus cuatro cruces con la oposición lo sacó Díaz ayer del enfrentamiento con el jefe del PP. Moreno se interesó por el desarrollo de la Andalucía del interior. Pero cometió un par de fallos que lo dejaron a merced de una polemista experimentada como Díaz. Al aludir a la financiación, el presidente del PP andaluz habló de su gobierno, en vez de su partido. Y cuando se refirió al 44,5% de paro en Linares o el 33,7% en Jaén, añadió que esa provincia se estaba rebelando. Como numerosos concejales y alcaldes del PP de Jaén se han pasado a Ciudadanos, el asunto dio pie para que Díaz hiciera un chiste hiriente sobre lo malamente que se llevan en su partido. A lo que el jefe popular tuvo una buena réplica: "para llevarse mal el telón de acero que hubo el 28 de febrero en Sevilla entre Pedro Sánchez y ella". Como diría la presidenta: salsa.

Moreno también hizo un posicionamiento acomodado al 8 de marzo: las mujeres andaluzas sufren seis puntos más de paro que los hombres, ocho más que las mujeres del resto de España y tienen escasa representación en altos cargos de la Junta. La presidenta contestó que su defensa del feminismo no tenía ninguna credibilidad por los actos de su partido y por los suyos cuando estuvo en un Ministerio que recortó la protección a las mujeres.

Díaz también tuvo actos fallidos. Al referirse a la población dijo que Andalucía tiene "casi 9 millones de habitantes". El Instituto de Estadística sostiene que son 8.379.820. La presidenta se queja de que ahora la financiación autonómica ignora a 220.000 andaluces; quizá ella sume 620.000 personas suplementarias a la población para tener dónde regatear. El otro desliz le salió cuando reprochaba Moreno que no se interese ante Rajoy por las grandes obras públicas pendientes, alguna en la provincia granadiense. Nadie es perfecto. Ni en su voltaje violeta.

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