ejército Los blindados del III Batallón Mecanizado de Desembarco han intervenido en Haití y Líbano

'Pirañas' que cabalgan sobre tierra

  • El Tercio de Armada de la Infantería de Marina, con sede en San Fernando, dispone de una unidad con los más modernos vehículos anfibios acorazados para misiones tácticas y de reconocimiento

En estrategia hay dos premisas falsas. Primera: la Caballería Ligera es más liviana que la Caballería de Línea. Segunda: Suiza es un país neutral y pacifista, cuya principal industria son los bombones y las vacas lecheras. Para desmentirlas, basta ese rugido de motores con 400 caballos de potencia, seis cilindros a la carga y veinte toneladas lanzadas a tumba abierta. En segundos, la estrecha pista, perdida en mitad de la marisma, se convierte en un paisaje inquietante. Dos blindados Piranha (Piraña, en español) galopan por el trazado de la ruta, a toda pastilla.

Si esto no fuera un ejercicio, la aparición de esos monstruos acorazados, con tracción 8x8 y neumáticos de la alzada de un mastín, helaría la sangre al espectador. Ese par de dinosaurios en acero, siete metros de largo por tres de alto, impresionan bastante, mientras avanzan hacia uno, a ochenta kilómetros por hora. Y ese escalofrío aumenta cuando se atisba la panoplia de ametralladoras, tubos lanza-fumígenos y domos con cámaras ópticas, que confieren a ambos mastodontes un aspecto aún más intimidante. "Cosmética de la fiereza", llaman a ese concepto los diseñadores de armas.

Primer postulado a hacer gárgaras: la Caballería Ligera se llamaba así por ocuparse en misiones de reconocimiento y enlace. Con veintidos toneladas a la canal, un Piraña IIIC de la Sección de Reconocimiento (Sereco) resulta escasamente sutil.

Por el contrario, su primo, la variante de Línea del mismo blindado, adscrito a la 10ª Compañía del Tercer Batallón Mecanizado de Desembarco (BDMZ-III), pesa 18.000 kilos en orden de combate. Esa diferencia de tonelaje estriba en un detalle: la versión de reconocimiento monta una torre Lance, con cañón de 30 mm y doscientos proyectiles en su pañol de municiones. También dispone de dos ametralladoras 12,75, instaladas en paralelo.

Segunda premisa a tomar viento: la neutral Suiza, cuna del secreto bancario y del Nesquik instantáneo, se dedica a fabricar armas. Ambos vehículos son el orgullo de la firma Mowag, helvética hasta las trancas, y que hace sólo un par de años se asoció a la estadounidense General Dynamics, para producir una gama de vehículos militares de última generación y capacidad todoterreno. Y los Piranha, pese a su amenazador aspecto, siguen siendo las "niñas bonitas" del consorcio armamentístico.

Además del cañón en su torreta, la dotación humana de un Piraña de Reconocimiento difiere de la de uno de Línea. Este último lleva sus tres tripulantes de dotación habitual (jefe de vehículo, conductor y tirador), más un equipo de ocho fusileros de Infantería de Marina. El blindado de la Sereco tiene también una dotación de tres hombres, pero puede acarrear hasta cuatro tiradores selectos, divididos en dos equipos de exploración.

"En circunstancias operativas normales -explica el sargento Raúl Gómez Ramos, jefe de columna de este convoy-, el vehículo de reconocimiento sería el primero en acceder a un escenario y dejaría a sus exploradores para reconocer el terreno o emboscarse, a fin de obtener detalles. Esas observaciones las transmitirían bien al mando de la operación, o directamente a nosotros. Ya con esos datos de inteligencia, actuaría en el blindado de Línea, cuyo pelotón de fusileros atacaría el objetivo principal, tomaría la posición de interés o procedería a asegurarla, si fuera el caso".

Ver saltar a los infantes de marina de las entrañas de estas bestias acorazadas es un espectáculo. Lo abandonan en décimas de segundo, desplegándose con una rapidez que delata largas horas de entrenamiento y de trabajo operativo real. No en vano los Pirañas operaron en Haití de 2004 a 2006, durante la misión internacional tras la caída del último Duvalier. Asimismo, los blindados del TEAR han lucido la enseña azul de la ONU en Líbano. Por esa destreza, adquirida en trances tan difíciles, ni un sólo fusileros se cruza en la trayectoria de fuego de su compañero, mientras progresan a la carrera hacia su objetivo .

Sin dejar de cubrir con sus fusiles de asalto todas direcciones del arco de combate, los hombres de la 10ª Compañía del III Batallón Mecanizado de Desembarco se reparten por el terreno en una ajustada coreografía letal. Cada fusilero y cada granadero ocupa una posición precisa. También lo hará cada operador del lanzacohetes C-90; mientras los tiradores de la escuadra de ametralladoras les cubren con sus Minimi 5,56.

En algún lugar del entorno, no necesariamente cercano, se aposta también el binomio de tiradores selectos. Uno de sus miembros andaría ahora localizando blancos con su telescopio de campaña o sus prismáticos con estima de distancia. Mientras, su compañero aguardaría sus indicaciones, apuntando por la mira de un fusil de precisión Barret M-95, una potente arma , con alcance de hasta dos kilómetros y capaz de hundir una bala del 12,70, en una superficie no mayor que un naipe desde 1.500 metros de distancia.

En respaldo de todos, el destacamento, los Pirañas del BDMZ-III, puede brindarles cobertura de fuego pesado con sus diversas armas diversas. Ambos vehículos vigilan además el escenario de operaciones gracias a un sistema optrónico con doble cámara; una de visión normal y otra con intensificación de imagen para operaciones nocturnas. Una tercera cámara, con campo de visión a 360º, dota asimismo a estos blindados aumentando su capacidad artillera.

"Nuestro batallón cuenta actualmente con veintisiete Pirañas", precisa el sargento Raúl Gómez. "Veinte son de Línea, dos de Reconocimiento, otros dos de Mando. Además hay uno de la versión de Recuperación, otro de la de Evacuación Sanitaria y un último de Enlace-Satélite ".

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