Se llama Jesús, como el profesor Neira. Y al igual que él sufrió una agresión por defender a una mujer de un maltrato.

Fue el 13 de febrero de 2005, durante la celebración del Carnaval. El gaditano Jesús Lúcia Delfort, que por entonces tenía 22 años, paseaba sobre la una y media de la madrugada con su novia por el barrio gaditano de La Viña cuando se percató de que una mujer estaba siendo gravemente insultada por su pareja, que finalmente llegó a las manos con ella. Esto provocó la intervención de Jesús, que consiguió reducir al individuo tras un leve enfrentamiento.

El agresor se marchó, pero una media hora más tarde regresó inesperadamente al lugar con un cuchillo y asestó tres puñaladas por la espalda al joven, ocasionándole heridas muy graves que estuvieron a punto de causarle la muerte. Los médicos le aseguraron posteriormente que le salvó la vida su grueso anorak.

Jesús, al que su timidez no le permite posar ante una cámara fotográfica para este reportaje, relata este suceso con la distancia que le han proporcionado ya casi cuatro años. No obstante, el tiempo no ha curado todas sus heridas. Desde entonces padece una minusvalía física del 35%. Ha aprendido a convivir con sus distintas cicatrices. Y anda "delicado" del estómago, puesto que una de las puñaladas se lo perforó por ambas caras.

"Estuve ingresado en el hospital Puerta del Mar casi un mes y medio, desde el 13 de febrero hasta el 28 de marzo. Perdí 35 kilos y cogí una neumonía. En ese tiempo me practicaron cuatro operaciones para salvar mi estómago y también, tras detectarme los médicos una fístula urinaria, se me realizó una intervención para la colocación de un doble J, un fino catéter para asegurar el paso de orina del riñón hacia la vejiga", resume así el joven sus 43 días de hospitalización.

Comenta que el caso Neira -el profesor universitario que el pasado 2 de agosto entró en coma tras recibir una brutal paliza a manos de un hombre al que recriminó que agrediera a su pareja y que, aunque ya ha despertado, continúa ingresado en un hospital madrileño- le ha hecho recordar lo vivido ese 13 de febrero de 2005.

Su episodio, aunque duro y doloroso, no le ha dejado importantes secuelas psicológicas. "El Carnaval siguiente estuve en el lugar de los hechos el primero, y paso por allí todos los años durante la fiesta. Mi vida no ha cambiado, sigo normal y viviendo en mi ciudad. No iba a dejar de vivir en Cádiz por eso, ¿no?", expone riendo este vecino de la barriada de la Paz.

Y vuelve a repetir que sigue "normal" cuando se le pregunta si considera que la valentía que demostró aquella madrugada es propia de un héroe. "Yo creo que no. Simplemente hice lo que tenía que hacer. Soy una personal normal y sigo normal", simplifica este trabajador de Astilleros.

A su agresor, al que describe como un "chaval alto, delgado y moreno de pelo", no le ha vuelto a ver. Sabe que la Policía lo localizó y lo detuvo horas después del suceso, y que en el juicio que se celebró semanas más tarde fue condenado a siete años de cárcel por las cuchilladas que le propinó, "aunque puede que ya esté en la calle. No lo sé".

Sobre la joven a la que defendió de la agresión tampoco tiene mucho que contar, salvo que no tuvo constancia de que se preocupara por su estado de salud mientras estuvo hospitalizado y que testificó a su favor en el juicio. "¡Menos mal!", apostilla y ríe.

En ese juicio, que se celebró hace ya dos años y medio, se dictaminó que Jesús Lúcia Delfort debía ser indemnizado con una cantidad económica de 18.000 euros, pero aún no ha percibido ni un céntimo.

Sí, en cambio, durante su recuperación y tras ella recibió innumerables muestras de apoyo y el reconocimiento de familiares y amigos. A pesar de ello, insiste Jesús en que sólo hizo lo que tenía que hacer. "Y creo que volvería a hacerlo. Si lo hice una vez...", deja sin concluir el gaditano.

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