La opinión invitada

Una cadena de valor que exprime a los citricultores

  • Un fin de campaña complicado

Afrontamos la recta final de una campaña citrícola de nuevo muy complicada. Falta de demanda a nivel europeo, calibres pequeños, algunos problemas de calidad y de nuevo, ruinosos precios, que han obligado a dejar en árbol mucha fruta un año más. Las pérdidas se acumulan especialmente en naranja, algo menos en mandarina, pero sin ninguna alegría, y con altibajos en limón. En Andalucía, las elevadas temperaturas registradas en octubre y noviembre produjeron un retraso en la maduración de la fruta y en el inicio de las recolecciones. Aunque la calidad organoléptica de la fruta ha sido buena, la ausencia de precipitaciones produjo una reducción en los calibres, además del consecuente incremento de costes que ha supuesto tener que regar los huertos hasta mediados de diciembre.

El sector citrícola es un sector altamente atomizado, un problema que hemos de resolver los propios agricultores para evitar que la enorme presión de la distribución comercial provoque, año tras año, que la rentabilidad de nuestras explotaciones se vea dañada. Los citricultores no disponemos de herramientas eficaces que impidan la venta a pérdidas, que profundicen en la racionalización de las reglas de competencia para el sector agrario o que posibiliten la gestión de crisis graves. Es cierto que este año ha entrado en vigor la ley de medidas para mejorar el funcionamiento de la cadena alimentaria, la ley de la cadena alimentaria, norma que, aunque cuenta con profundas carencias, obliga a los agricultores y a sus compradores a la formalización por escrito de contratos de compraventa. Es deseable que su correcta puesta en marcha y, sobre todo, un elevado grado de control sobre las posibles situaciones de abuso que puedan darse, sirva para mejorar la realidad del sector.

Por tanto, además de exigir a la Administración que facilite el avance de los productores en la cadena, que no realice concesiones a países terceros con importaciones que vulneran la preferencia comunitaria y que evite situaciones de abuso por parte del comercio y la gran distribución, debemos asumir nuestra responsabilidad en la medida de lo posible. Si somos líderes mundiales en comercialización y en calidad, hagamos que esa situación se reconozca y se convierta en beneficiosa para todos los eslabones de la cadena y no sólo para unos pocos, que no son precisamente los citricultores.

Finalmente, no quiero acabar sin reseñar un asunto de honda preocupación para el sector europeo y español: la grave amenaza de las importaciones de terceros países y la entrada de plagas en la UE que pueden arrasar con nuestras plantaciones. Claro ejemplo de ello son las importaciones sudafricanas con Mancha Negra. No es el único país con este problema (Argentina, por ejemplo, también los tiene), pero la situación creada en 2013 fue tan bochornosa y tan rematadamente disparatada que no puede volver a darse este año. La Comisión anunció la adopción de medidas si Sudáfrica superaba un determinado umbral de detecciones de partidas con Mancha Negra y luego, cediendo a las presiones de determinados países y determinados operadores e intereses comerciales, se olvidó de dichas medidas quedando en el más absoluto de los ridículos y pasando a ser el hazmerreír mundial, poniendo en riesgo 500.000 hectáreas de cítricos europeos. Tan absurda fue la reacción que sólo se aprobó el cierre de la frontera en diciembre, cuando los envíos sudafricanos son testimoniales.

En estos momentos se están debatiendo en el ámbito comunitario medidas para 2014. La propia Agencia Europea para la seguridad alimentaria ha avalado, en un reciente informe, el riesgo fitosanitario para las plantaciones europeas de cítricos por contagio de Mancha Negra debido a las importaciones a la UE desde Sudáfrica. Esta vez no hay excusas para cerrar inmediatamente la frontera comunitaria a estas importaciones, mientras los propios inspectores de la UE no comprueben que el problema se ha resuelto en origen. Están jugando con fuego y quemarse implica pérdidas económicas para miles de familias.

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